Carmen Lomana en su país de las maravillas

30 / 04 / 2010 0:00 POR CELIA LORENTE
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Su cuidada imagen, siempre vestida con las mejores firmas, su carácter extrovertido y sus excéntricas declaraciones la han catapultado a las cumbres del famoseo patrio. Pero, ¿quién es esta mujer?

DAVID GARCIA

Dejó San Sebastián tras la muerte de su marido, Guillermo Capdevilla, un rico ingeniero y diseñador industrial chileno que le legó una suculenta herencia. Aterrizó en Madrid hace siete años y se ha coronado como una de las reinas del famoseo nacional a pesar de que hasta la fecha no ha ejercido profesión alguna, salvo la de ser multimillonaria, vestir siempre de marca y no perderse ni una fiesta. ¿Cómo es posible que esta mujer que era hasta hace bien poco una perfecta desconocida se haya convertido, a sus 61 años, en un auténtico fenómeno mediático? ¿Qué tiene Carmen Lomana para causar tanto revuelo? Hasta el crítico especialista en moda del diario The New York Times, Sameer Reddy, se ha fijado en ella y ha plasmado su estilo en su crónica sobre la última Cibeles Fashion Week: “Es un tesoro nacional de España. Se trabajó una aparición impecable en el desfile de Antonio Alvarado con su chaqueta de Balmain con hombreras en pico”, ha escrito en el prestigioso diario neoyorquino.

Aunque ella misma se ha definido de forma más racial como “la Belén Esteban de los pijos” y es cierto que si algo tienen en común estas dos mujeres es que son dos fenómenos mediáticos de incalculables consecuencias, Lomana aparece en todo tipo de saraos y ahora todas las semanas en televisión en MQB. Para participar en este concurso puso a Telecinco dos condiciones: una, que se negaba a ponerse un chándal -presume de no haber usado esta prenda en toda su vida- y dos, que ella misma elegiría su estilismo en el escenario. “No iba a permitir que me disfrazasen de trapecista”, explica a Tiempo.

Su cuidada imagen siempre impecablemente vestida con las mejores firmas, su carácter extrovertido y sus excéntricas declaraciones tales como: “Para los ricos la crisis es más dura porque los pobres ya están acostumbrados”, “tengo amigos que no tienen dinero cash para ir al supermercado”, “no le pongo cara a Leire Pajín” o, durante un reciente viaje a la India, “alguien debería decirles que tienen que ir aseados y no tirar todo por el suelo”, han dado mucho que hablar.

Asegura que sigue sin considerarse famosa. Difícil de creer cuando las televisiones y la prensa se la rifan y por la calle no paran de abordarla. Como muestra de este fervor popular recibe multitud de cartas de toda la geografía española de gente de lo más variopinta que le confiesa sus problemas o incluso le cuentan que tienen enfermedades y le piden ayuda, “algo que me supera”, dice.

Lomanistas

Lo que es cierto es que Carmen Lomana no deja indiferente a nadie. “Es una persona de la que o estás a favor o en contra, no admite medias tintas”, asegura su representante, José Muro. De hecho ya hay dos corrientes divididas -cuando no enfrentadas-: los llamados lomanistas, o admiradores de esta peculiar mujer, entre los que se encuentran famosos y periodistas como el presentador de Sálvame, Jorge Javier Vázquez, o Carlos García Calvo; y los antilomanistas convencidos, como Jesús Mariñas o Nati Abascal, que la acusan de ser “una advenediza”.

Si hay algo que Carmen Lomana tiene en común con la otra reina mediática y compañera de baile, Belén Esteban, aún proviniendo de espectros sociales totalmente distintos y distantes, es la naturalidad. Son tal y como se muestran, algo que según los especialistas en comunicación “hoy en día se valora mucho”. Aunque esta cualidad es algo que tiene con el alma en vilo a su representante: “Carmen es una persona que no conoce los medios, no tiene experiencia y se muestra tal y como es, lo que a veces puede darnos algún disgusto, pero a ella parece no importarle”, afirma resignado José Muro.

Lomana, a pesar de su edad, tiene un gran tirón entre los jóvenes, “con quienes conecto muy bien”, y también entre la comunidad homosexual. Fue portada de la revista gay ¡Oh my god! y asegura llevarse estupendamente con los travestis de su barrio e incluso dejarles ropa en alguna ocasión. “Les he llegado incluso a lanzar sandalias por el balcón porque les hacían falta”, comenta. Carmen Lomana despierta igual interés entre los internautas: protagoniza miles de descargas en la Red y hasta tiene páginas de fans en Facebook. Aunque ella desmiente, como se ha dicho, que haya sido inspiración para una tesis doctoral: “Fue un estudiante universitario de Galicia que estaba haciendo una tesis sobre moda, no sobre mi persona, y yo le ayudé, con mis conocimientos de ese mundo, a realizarla”.

Y es que la ropa es su gran pasión. Colecciona modelos de alta costura y en su casa de 500 metros en la calle Fortuny de Madrid tiene habitaciones en vez de armarios para guardar sus trajes y vestidos, ordenados alfabéticamente por marcas –“tengo tantos que si no, no los encontraría”–. Ella acude religiosamente a Pasarela Cibeles invitada por los diseñadores para que se siente en su front row y se presenta con los modelos del modisto de turno e incluso se cambia allí para contentar a varios en un mismo día. “En apoyo de la moda española”, dice. Tampoco se pierde otros importantes desfiles, como la Semana de la Moda de París.

Además de la moda, Carmen asegura tener otras aficiones. Se confiesa amante de la ópera, de la lectura y del buen comer. Y afirma que le gustan también el arte y la filosofía. De hecho estudió Bellas Artes, lo dejó pronto y empezó Filosofía y Letras, carrera que también abandonó al poco tiempo. “Soy tremendamente inconstante, cuando algo me gusta empiezo a estudiarlo, pero luego lo dejo, estudiar lo mismo durante seis años es que no aguanto”. Carmen intenta estar al día y asegura que lee siempre las noticias económicas de los periódicos: “Estoy suscrita a El Mundo y Abc y los domingos compro también El País”. “Me gusta mucho la política y la economía y de hecho me hubiera gustado ser política, aunque no sé si hubiera sido buena porque no soy muy diplomática”, reconoce. Aunque dice que no se identifica con ningún partido político, está muy descontenta con la gestión del Gobierno. “No entiendo, si es cierto que hay casi cinco millones de parados, que no estén protestando. Yo estaría todo el día en la calle armándola. ¿Y qué hacen los sindicatos poniendo todo tipo de pegas para crear empleo? Lo importante es que la gente pueda trabajar y se den facilidades a los empresarios, flexibilizando el despido o lo que sea, pero que haya empleo. Pero claro, tienen terror a contratar a alguien y que le quede ya como un grano eternamente enquistado, aunque no pegue ni clavo”, reflexiona sobre el paro y la reforma laboral.

Vida intensa

Un día en la vida de Carmen Lomana no tiene nada que ver con un día normal del resto de los mortales. “No tengo ni hijos, ni marido, ni que fichar en el trabajo, aun así me levanto todos los días a las 8.30 o 9. Eso sí, desayuno en la cama, leo los periódicos y a lo mejor estoy hasta las 10 y luego me levanto y me dedico a llevar mis cosas”. Afirma que vive de gestionar las propiedades que le legó su marido, Guillermo Capdevilla, con quien estuvo casada 24 años. El arquitecto y diseñador industrial murió en un accidente de tráfico viajando de Pamplona a San Sebastián. Tras su muerte, vendió los estudios, oficinas y derechos sobre los diseños de su marido, que le proporcionaron una importante cantidad de royalties. “Eso de que Guillermo me dejó mil patentes que me dan dinero constantemente no es cierto”, aclara. Ahora ella misma ganará su propio dinero con el contrato de un año que ha firmado con la cadena Telecinco por participar en el programa MQB, por el que podría embolsarse, según fuentes consultadas, unos 400.000 euros.

A Carmen nunca le ha faltado de nada, procede de una familia bien de San Sebastián. Ya de niña la vestían en Los Encajeros y en Casa Goya en Bilbao, “donde nos hacían desfiles de moda para niños”, dice. A los 18 años celebró su puesta de largo con un vestido blanco que le diseñó Pedro Rodríguez. “Luego Pertegaz me hizo otro verde esmeralda, para la siguiente fiesta, con un bolero de volantes de encaje precioso”, recuerda. Su padre, Heliodoro Carmelo Fernández de Lomana Pereletegui, era director general del Banco de Santander en San Sebastián y ella de joven trabajó en Londres como relaciones públicas del mismo banco, donde conoció a su marido en un club de jazz. La pareja no tuvo hijos, un aborto espontáneo y un embarazo extrauterino acabaron con su sueño de ser madre y tras esa experiencia se muestra totalmente contraria al aborto.

De casada en San Sebastián Carmen Lomana tenía una intensa vida social: “Guillermo y yo pasábamos dos meses en San Francisco, luego nos íbamos en el mes de junio a Hong Kong, allí fabricaba muchas cosas mi marido, íbamos de San Sebastián a Londres, teníamos casa en Madrid, Menorca, Ibiza... Una vida maravillosa llena de viajes y de amigos, incluso conocíamos a Bill Gates”, recuerda con nostalgia. Al enviudar en 1999 pasó casi tres años encerrada en su casa, “envuelta en la tristeza y la melancolía”, e incluso pensó en meterse a monja, pero al cuarto decidió salir... y desde entonces no ha parado.

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