Alcaldes del cambio y de la polémica

26 / 02 / 2016 Clara Pinar
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Los regidores de Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza viven en una continua espiral de críticas por sus posiciones sobre laicismo o sus gustos culturales.

En otoño del año pasado los alcaldes del cambio se volvieron a poner de acuerdo. Después del encuentro que habían celebrado en Barcelona en septiembre, había llegado el momento de volver a juntarse. Entre conversaciones por Telegram de “los más jóvenes” y por teléfono con otros más añosos como la madrileña Manuela Carmena, se cerró un fin de semana de encuentro en Galicia. Un día, el alcalde de Santiago de Compostela, Martiño Noriega, sería anfitrión de Ada Colau (Barcelona), Joan Ribó (Valencia), José María González, Kichi (Cádiz), Pedro Santisteve (Zaragoza), Jorge Suárez (Ferrol) y concejales de Madrid, Oviedo y Badalona, que después terminarían sus jornadas en La Coruña. Allí se reunieron en la sede del ayuntamiento, el palacio de María Pita, y participaron con asesores y concejales en distintos encuentros sectoriales. Recibieron del alcalde coruñés, Xulio Ferreiro, la típica figurita de cerámica de Sargadelos que se regala a las visitas. Estas particulares convivencias se cerraron con un mitin que fue el pistoletazo de salida de la campaña electoral de En Marea, la candidatura de confluencia entre las Mareas gallegas, Podemos, Anova e IU. Pero no terminaron entonces, porque cuatro meses después el encuentro ha reaparecido en forma de denuncias en Valencia y Zaragoza por el dinero público que sus respectivos alcaldes gastaron en este viaje “de partido” a Galicia.

Lo que en la alcaldía de La Coruña aseguran que fue un acto “institucional” que les costó 600 euros y una investigación de la oposición que quedó en nada “porque no había nada”, se ha convertido en la enésima denuncia, en este caso por mal uso de caudales públicos, contra dos alcaldes del cambio, el valenciano Ribó y el zaragozano Santisteve. El primero se habría gastado 7.000 euros en ir al cónclave junto a cuatro concejales, y el segundo, 858 euros más otros 127 en taxis en la ciudad gallega para él y tres miembros de su equipo.

En el equipo del alcalde coruñés y anfitrión consideran que la polémica en torno a los gastos son “una cortina de humo”. Pero también es la penúltima –porque posterior fue el Gominate del alcalde zaragozano– situación incomprensible que rodea a unos regidores que se disponían a cambiar la manera de hacer política y superar la vieja política. Siete meses después de llegar al poder en algunas de las principales ciudades han aprobado o intentado aprobar presupuestos que incrementan el gasto social y, según muchos interlocutores, tienen buena disposición en su trato con distintos colectivos. Sin embargo, Carmena, Colau, Ribó, Santisteve o Kichi se han acostumbrado también a capear acusaciones de enchufismo, problemas internos o la polémica que han levantado decisiones cuestionadas por la oposición, la ciudadanía o incluso los jueces, en el ámbito de la cultura. Una crítica frecuente es que actúan movidos por preferencias personales, sin tener en cuenta que desde junio del año pasado representan a todos sus vecinos, y no todos piensan como ellos.

La madrileña Manuela Carmena y la barcelonesa Ada Colau afrontan los mayores problemas. Colau capea estos días una huelga de metro en pleno Mobile World Congress que no solo le ha valido el desplante de su consejero delegado, John Hoffman, por no haber resuelto el conflicto, sino que la negociación ha provocado el total asombro de los negociadores sindicales del metro. “En absoluto” esperaban de Colau unas tácticas negociadoras que han pasado por revelar el sueldo de los empleados para intentar dejar en evidencia sus demandas salariales. Los encontronazos con una parte del sector turístico barcelonés por frenar la construcción de hoteles y querer regular el alquiler de pisos particulares en la ciudad también fueron un quebradero de cabeza.

Limpieza e inversiones. En Madrid, a Carmena también le pitan los oídos sus numerosos frentes abiertos. En el plano económico, es muy recurrente la crítica de que la ciudad sigue igual de sucia que en la época de Ana Botella (PP), que se enfrentó a una huelga de limpieza en protesta por un acuerdo de externalización que Carmena aún no ha deshecho. La huida de Madrid del fondo chino Wanda, propietario del Edificio España, porque el ayuntamiento no se ha plegado a sus intenciones para remodelarlo ha sido también objeto de críticas sobre el trato que la capital da a los inversores internacionales. Carmena es de las que más problemas internos afronta, pero no son nada comparados con las divergencias soberanistas que tiene Colau en su gabinete o con las polémicas que afrontó por destituir a una concejala de distrito por no dar la talla o no renovar, nada más llegar, el contrato que tenía un trabajador discapacitado.

Pero los problemas de personal no son exclusivos de Colau, a la que también se le reprochó que contratara a su marido como asesor de su partido, Barcelona En Comú, y a la pareja de su número dos, Gerardo Pisarello, como asesora de la consejería de Vivienda del consistorio. El valenciano Joan Ribó ha tenido que justificar el cambio de puesto de su pareja en la consellería de Educación de la Generalitat, en la que pasó a ser asesora del servicio de formación del profesorado de la Comunidad Valenciana. El alcalde puntualiza que se trata de una comisión de servicios y que su pareja ya era funcionaria allí. La alcaldesa madrileña, por su parte, recibió críticas por nombrar a Luis Cueto, marido de su sobrina, su coordinador general y presidente de la junta rectora de Ifema.

Cueto es junto a la vicealcaldesa, Marta Higueras, una de las dos personas fuertes del equipo de Carmena. A partir de ahí, hay grandes desavenencias entre concejales de origen muy distinto –Podemos, IU, plataformas– y, según ha admitido la propia regidora, con poca experiencia. Además del enchufe de Cueto y hasta otros diez familiares o allegados de la corporación, las dos patatas calientes de Carmena en cuestiones de personal son su portavoz, Rita Maestre, concejal de Podemos a la espera de sentencia por asaltar la capilla de la Complutense en 2011, y Celia Mayer, responsable como concejal de Cultura de algunas de las grandes pifias del ayuntamiento: la cabalgata de Reyes, la controvertida retirada de calles franquistas de Madrid y la contratación, sin visualizar antes, de una obra de marionetas que en carnaval terminó en el juzgado por enaltecimiento del terrorismo. Carmena respalda a las dos y no piensa cesarlas ni aceptar su dimisión.

Ribó, que gobierna con el apoyo de PSOE y la marca valenciana de Podemos, también acusa tensiones entre sus concejales y por eso se encerró con ellos hace unos días en una casa del parque natural de la Albufera para analizar la marcha de la coalición municipal, pero también para hablar a la cara de los desacuerdos entre ellos. Los concejales de Podemos se quejan de tener poca visibilidad pero quien se lleva más críticas es el concejal de Movilidad, Giusepe Grezzi, al que sus compañeros acusan de no consultar y precipitarse en la toma de decisiones relacionadas con el cierre del centro de la ciudad al tráfico. El lema “primero andando, luego bicicleta y luego coches” que Ribó defiende con uñas y dientes, junto a la regulación del centro en Fallas, ha puesto en alerta a comerciantes y falleros. “Reunirnos, nos reunimos mucho”, dicen en la Asociación Centro Histórico de Valencia, que reúne a comerciantes que, en términos generales, están conformes con el fondo, pero no tanto con las formas. Hay precipitación y cambio de decisiones sin motivo aparente y sin consultar. “Les hemos dicho que, por favor, piano, piano, vamos a leer las cosas con tranquilidad, que tenemos cuatro años”.

Como Colau en Barcelona, Santisteve afronta la huelga de autobuses urbanos en Zaragoza desde hace 75 días. Al mismo tiempo que trataba de mediar en el conflicto se manifestaba a favor de los trabajadores y se negaba a incrementar del 30% al 50% los servicios mínimos. Ciudadanos, otra fuerza del cambio que ha apoyado propuestas de Santisteve en cuestiones de regeneración y transparencia, reprocha al alcalde querer nadar y guardar la ropa. Para su portavoz, Sara Fernández, el problema es que en campaña Santisteve prometió a los trabajadores que remunicipalizaría el servicio, cuando hay un contrato firmado hasta 2023 que sería carísimo deshacer. Además le reprocha que se manifieste a favor de los trabajadores cuando debería ser un mediador entre estos y la empresa: “Le decimos que no se puede poner a favor de ninguna parte”.

Los conflictos laborales no son el fuerte de este alcalde, como se pudo ver en la polémica que rodeó que se situara tan cerradamente al lado de los trabajadores de Coca-Cola despedidos y a los que la multinacional se niega a readmitir. En Madrid, el concejal de Centro denegó a la compañía los permisos para rodar un anuncio, pero Santisteve fue más lejos: Zaragoza en Común presentó una moción para apoyar a los trabajadores y promover un boicot a Coca-Cola en un Pleno en el que el portavoz del PP, Sebastián Contín, se presentó con una foto de la nevera de la alcaldía, llena de botellas de este refresco. La marcha atrás definitiva llegó cuando se le hizo saber al alcalde que la compañía suele correr con buena parte de los gastos de las fiestas del Pilar. Al final, Santisteve terminó recibiendo a un directivo de la multinacional. Sin embargo, “la gota que ha colmado el vaso”, según Fernández, ha sido saber que cargó al erario municipal los 15,90 euros que le costó un bote de gomina. Fue una compra para estar “presentable y decente”, se defendió el regidor en una polémica que llegó hasta el Diario de León, que publicó que Santisteve “se marcó un Amilivia”, en referencia al exalcalde Mario Amilivia, que por hacer lo mismo en 1998 se ganó el sobrenombre de “el alcalde de la gomina”. Quizá ahora habrá dos.

Con este panorama, a Colau y Carmena aún les queda humor. La alcaldesa madrileña ha decidido expiar la lluvia de críticas que le cayó cuando propuso que los niños participaran en la limpieza de la ciudad recogiendo las colillas del suelo –a los universitarios también les habría puesto a limpiar– regalando ceniceros a todo el que pasa por el ayuntamiento. Podría haber elegido repartir gemelos, también por cortesía de la institución, pero ha decidido continuar con su campaña de concienciación con este obsequio, que ha repartido entre estudiantes de instituto y jugadores del Real Madrid de baloncesto, que la visitó tras ganar la Copa del Rey.

Menos gracia hizo a algunos periodistas la broma que concertaron Carmena y Colau el pasado 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Madrid y Barcelona se desayunaron ese día con el anuncio de que sus alcaldesas buscaban fechas para intercambiar sus ciudades durante una semana. Cuando una agencia de noticias llamó para confirmar la información, en Madrid decidieron continuar la broma y la confirmaron. Por su parte, al alcalde de Ferrol, Jorge Suárez, le debió de parecer muy gracioso hacerse y publicar en Twitter una foto fumando en la bañera de su despacho junto a su concejal de Cultura, Suso Bastearrechea. “Una broma entre amigos”, que costará una multa de hasta 600 euros por fumar en espacio público.

Con la Iglesia hemos topado. Algo que también une a los alcaldes del cambio es haber topado con la Iglesia en sus intentos de llevar la laicidad a sus ciudades. Todos se niegan a participar en actos religiosos en momentos importantes para la ciudad, lo que en ocasiones ha obligado a concejales con más años en política a asistir solo a título personal. Colau rechazó en septiembre ir a la misa que tradicionalmente se celebra en la Basílica de la Mercè, patrona de la ciudad, y también excluyó el evento de la programación oficial del ayuntamiento para esas fiestas. En enero, Santisteve no solo decidió no asistir a la misa por el patrón de Zaragoza, San Valero, sino que el ayuntamiento “contraprogramó” el acto religioso con una recepción municipal, a la misma hora, con el cuerpo de voluntarios, en la que sí estuvo presente el alcalde. Ribó también parece haberla tomado con el patrón de su ciudad, San José, a quien decidió excluir de la escena del Nacimiento dentro de la cabalgata de Reyes que, en Valencia, estuvo precedida, no sin polémica, por una versión laica con tres “reinas republicanas”. Ribó honró en el balcón del ayuntamiento a Libertad, Igualdad y Fraternidad, las tres reinas de un acto que instauró el Gobierno de la Segunda República pero que seguramente no cuadra con la idea de los niños valencianos de una cabalgata de Reyes. El belicismo laico de Ribó le llevó a quitar crucifijos e imágenes de la Virgen de las paredes del tanatorio municipal para darle un “aspecto neutro”. Solo se dejarán en caso de que los pidan las familias. En todo caso, en materia de cabalgata de Reyes, Carmena se llevó todos los galardones al patinazo navideño, con un acto descafeinado de referencias religiosas, donde fueron criticados desde los trajes de los Reyes hasta la música y los guerreros de Star Wars que también desfilaron. De mucho peor gusto se ha visto la última polémica religiosa: el padrenuestro blasfemo que se rezó en su presencia en la entrega de los premios Ciudad de Barcelona. A pesar de las protestas, Colau no tiene pensado censurar a su autora.

Dolor entre los suyos.“Si yo fuera algún día ese alcalde / Llenaría de trabajo las manos de los gaditanos de nuestra Bahía / llenaría las mesas del pan de cada día”. Antes de ser alcalde, Kichi cantó junto a sus compañeros de comparsa estos versos en el carnaval de 2008. Era premonitorio sobre lo que quería hacer un futuro alcalde que pocos días después de tomar el bastón de mando se interpuso como un escudo humano para frenar un desahucio en su ciudad. Tampoco ha tenido reparos en hacer feos al embajador alemán o llamar “caraduras” a los concejales del PP y el PSOE por oponerse a renunciar a las entradas gratis del palco municipal en el teatro Falla para el concurso de chirigotas. Fuera de estos gestos, el alcalde gaditano está causando la misma decepción entre sectores más próximos a él, los que quizá esperaban más de su alcaldía. Es un fenómeno común entre otros alcaldes del cambio, que en el caso de Cádiz se ve en las advertencias que ha lanzado durante todo el invierno la Plataforma Pro Derechos Humanos de Cádiz por la inacción del ayuntamiento para asistir a la gente sin hogar. La asociación dice que la alcaldía “no ha sido diligente”. “Que estemos llegando a finales de febrero y todavía no se haya repartido el material de la campaña de invierno nos parece grave”, decía su portavoz, Rafael Lara. El Banco de Alimentos de Valencia ha amenazado por su parte con movilizarse contra Ribó porque no facilita el personal necesario para repartir 7.000 kilos de comida. Kichi, que se unió a Colau el pasado 12 de octubre al negarse a celebrar el “genocidio” español en América, ha defraudado al colectivo antimilitarista al firmar con Navantia un contrato para construir en la ciudad cinco corbetas para Arabia Saudí, por 3.000 millones y 1.000 empleos.

Por su parte, Colau ya se ha ganado una llamada de atención nada menos que de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que ella fundó, lideró y con la que se convirtió en un referente político. En diciembre, sus antiguos compañeros le pidieron que “se ponga las pilas” en la gestión de 1.400 cesiones obligatorias de pisos vacíos que ya había decidido Colau, una cifra que la PAH también cree insuficiente. “Yo haría lo mismo en vuestro lugar”, les contestó a través de las redes sociales Colau, que ahora se dispone a regular la okupación en Barcelona, algo que defiende la PAH sin ambages para familias sin recursos pero donde la alcaldesa tendrá que cuadrar otros intereses, como el de quienes desde hace años siguen cauces establecidos para conseguir una vivienda pública. También las asociaciones madrileñas de autogestión están con la mosca detrás de la oreja por cómo ataja Carmena la cesión de espacios municipales, un proceso que empezó en verano, no se sabe cuándo terminará y que evidencia diferencia de criterios con una alcaldesa que, en principio, les era propicia.

Las polémicas que no dejan de rodear a los alcaldes del cambio no les han impedido seguir en contacto. Tienen prevista una nueva reunión, a la que quieren que se sumen aún más regidores. Tiene lugar, pero no fecha. Será en Cádiz y aún no se ha conseguido cuadrar un fin de semana. Aunque también influyen las informaciones sobre los gastos, admiten fuentes conocedores de la quedada. Los alcaldes del cambio, o de la polémica, también lo son de la cautela y esperarán a que pase este último temporal.

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