40 años de espionaje español

06 / 07 / 2017 Fernando Rueda
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Cómo un primitivo sistema de información militar se ha convertido en uno de los servicios de inteligencia más modernos del mundo.

Atentado del 11-M en Madrid. Foto: Paul White/AP

El 4 de julio de 1977, hace 40 años, nació el servicio secreto español moderno. Tras las primeras elecciones democráticas, el presidente Adolfo Suárez creó el Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid) con la base del Servicio Central de Documentación (Seced) y la inteligencia militar, ubicada en el Alto Estado Mayor. La idea fue del vicepresidente para Asuntos de Defensa, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, cuyo nombre preside una sala de la sede de la Casa, como se conoce al servicio de inteligencia español.

Los arranques del nuevo servicio fueron muy negros. José María Bourgón fue nombrado primer director por la obligación de poner al frente un general. Intentaron crear un servicio a la imagen y semejanza de los occidentales, pero les salió uno militar, sin mujeres ni civiles, y que siguió dedicándose a lo mismo que en el franquismo: el espionaje interior.

Bourgón nunca se entendió con Gutiérrez Mellado. La gota que colmó el vaso del desencuentro se produjo el 4 de enero de 1979, tras el funeral por el general Constantino Ortín, asesinado por ETA. Un grupo de militares insultó a gritos al Gobierno y Gutiérrez Mellado le pidió que los identificara. Bourgón se negó: “No estoy para espiar a mis compañeros”. Meses después, aprovechando su ascenso a general de división, fue sustituido por Gerardo Mariñas Romero. Este general pasó por el cargo sin cambiar nada, sin entender la necesidad de modernización. Seis meses antes del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 abandonó el cargo y fue sustituido en funciones por el coronel de Infantería de Marina Narciso Carreras, que no se enteró de los preparativos de la intentona. Aún peor, no detectó que algunos de sus hombres habían colaborado en ella.

El Cesid quedó desprestigiado ante la sociedad. Para reconducirlo, el presidente Leopoldo Calvo Sotelo se saltó la norma de poner al frente a un general y designó al comandante Emilio Alonso Manglano, un monárquico con pedigrí democrático. No volvió a vestir el uniforme militar, una muestra de la civilización que pensaba implantar, y depuró a los simpatizantes de la extrema derecha, al tiempo que conseguía aumentos de presupuesto. La modernización había comenzado. Puso su confianza en hombres como Santiago Bastos, encargado de luchar contra el golpismo, que más tarde, en 1985, impidieron que asesinaran a la Familia Real durante el desfile de las Fuerzas Armadas en La Coruña.

Manglano se dio cuenta de que el servicio debía contar con civiles del mundo universitario y los contrató al mismo tiempo que fichaba mujeres que hablaran idiomas para cubrir puestos en Inteligencia Exterior, el gran reto que se le avecinaba. A partir de 1984, creó un despliegue que poco a poco ha llegado a la mayor parte del mundo –hoy, el CNI tiene 70 delegaciones–.

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Sede del CNI

Amigos hasta en el infierno

En el terreno internacional, la osadía de Manglano alcanzó cotas imprevisibles. Su lema era que había que tener amigos hasta en el infierno. En 1989 viajó a Moscú, donde estableció relaciones con Vladimir Kriuchov, el jefe del KGB. Los servicios de espionaje de la OTAN se opusieron y montaron la marimorena sin conseguir evitarlo. Desde entonces, la información del servicio secreto sobre el norte de África, Latinoamérica y algunas zonas de Oriente Medio goza de enorme prestigio y es requerida por muchos de sus colegas.

Manglano consiguió reunir a sus hombres en una única sede instalada en Madrid, en las proximidades de la A-6. Tan previsor fue que levantó cuatro edificios y dejó preparada la estructura para levantar un quinto. Empezó con 500 agentes pero preveía que a medio plazo podrían llegar a más de 2.000. Sus cálculos se quedaron cortos: actualmente son 3.600. Otro de sus éxitos fue darse cuenta de que necesitaban medios técnicos para hacer frente al espionaje del futuro. La unidad operativa, que en 1981 dependía de EEUU para colocar micrófonos en las embajadas o de un experto del Mossad para violar cajas fuertes, terminó siendo autosuficiente.

También creó una unidad para interceptar llamadas telefónicas. Este tema se le escapó de las manos a Manglano cuando el jefe de la unidad operativa, Alberto Perote, abandonó el Cesid y se llevó 1.200 microfichas, que demostraban que habían espiado al Rey, a políticos, periodistas y empresarios. Como consecuencia de la denuncia en la prensa, Manglano dimitió en 1995. Tras modernizar el servicio y ponerlo a la altura de los occidentales, cometió el error de participar en los asuntos turbios de la época, entre ellos la guerra sucia de los GAL. Pero tecnológicamente, nada le impidió dar los primeros pasos para sentar las bases de lo que años después sería la importante División Técnica.

Asumió entonces el mando Félix Miranda, un general honesto que no encajó en un mundo tan complicado. El Gobierno del PP designó en 1996 a un experto en la materia, el general Javier Calderón, que se enzarzó con agentes a los que expulsó sin motivo, lo que provocó denuncias en prensa relacionándole con el golpe del 23-F. Hizo pocos progresos sobre lo construido por Manglano y su etapa pasó sin pena ni gloria.

Del Cesid al CNI

El siguiente avance importante lo dio en 2001 el nuevo director, Jorge Dezcallar. El solo hecho de poner a un embajador, un civil, al frente del servicio, supuso una revolución. Después, en 2002, levantó el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y lo dotó de una ley muy avanzada por la que un juez autoriza las penetraciones clandestinas y las intervenciones telefónicas. También creó el puesto de secretario general, para el que nombró a María Dolores Vilanova. Un precedente que se ha mantenido con la designación sucesiva de cinco mujeres.

En su haber estuvo, entre otros éxitos, la creación del Centro Criptológico Nacional, encargado de defender a España de los ataques de las nuevas tecnologías. Desarrollado ampliamente por sus sucesores, el Centro se dedica a garantizar la seguridad de las conversaciones del Gobierno y de importantes organismos públicos, pero también protege a numerosas empresas españolas. Su labor es tan importante que hasta fabrican teléfonos móviles imposibles de pinchar, desde la parte física hasta los algoritmos de las claves, gracias a la contratación de muchos matemáticos.

Dos hitos negativos marcaron su mandato. En 2003, en dos acciones terroristas en Irak, fueron asesinados por los insurgentes ocho agentes del CNI. Meses después , tuvieron lugar los atentados del 11-M en Madrid, en los que el CNI había controlado a los terroristas, pero finalmente se les escaparon.

La agonía y el final de ETA

José Luis Rodríguez Zapatero designó para dirigir el CNI a Alberto Saiz, otro civil que modernizó de forma destacada el servicio apoyando las operaciones por encima del trabajo burocrático. Según él mismo reconoce a Tiempo –Dezcallar y Félix Sanz no han querido hablar con esta revista–, sus grandes éxitos tuvieron que ver con la lucha contra el terrorismo etarra y yihadista. Con medios técnicos de un nivel sorprendente y operativos consiguió la información para acabar con ETA. Los etarras no se explicaron en sus últimos años, tras el atentado en la Terminal 4 de Barajas, cómo la Policía francesa y la Guardia Civil podían detener a sus dirigentes con tanta rapidez. El motivo fue la presencia oculta de agentes de la Casa que se desplegaron jugándose la vida en el sur del país vecino y que llevaron a cabo asaltos a domicilios y otras acciones sin que se enteraran. Además, casi más importante aún, el CNI dispuso del más moderno sistema de intervención de señales –telefónicas, Internet…–, que les permitió localizar etarras y simpatizantes en el sur de Francia desde una sede oculta en Madrid. Contra los islamistas montó varios dispositivos que han impedido hasta ahora que vuelvan a atentar. Estos triunfos fueron posibles gracias a que Saiz se dio cuenta de la importancia de los medios tecnológicos, consiguió dinero para su adquisición y terminó obteniendo la colaboración de los países más adelantados, EEUU y Reino Unido. La mancha fue su política de personal. Cesó a cerca de 40 mandos, que con el nuevo estatuto no podían abandonar el centro y se quedaron molestos. Un grupo de agentes conspiró contra él y filtró a la prensa diversos excesos que había cometido. Tuvo que dimitir.

La llegada del actual director, Félix Sanz, supuso el regreso de un militar al frente de la Casa, después de las etapas de Jorge Dezcallar y Alberto Saiz. Con mano izquierda logró pacificar el centro y lo volvió a poner a trabajar. Nombrado por Rodríguez Zapatero, el presidente Mariano Rajoy le ha mantenido en el cargo, valorando por encima de todo su lealtad y sus resultados. Con él, el servicio de inteligencia ha potenciado todo lo bueno que los directores anteriores habían levantado y gracias a sus dotes de relaciones públicas ha conseguido aumentar el presupuesto para disponer de más agentes y más medios técnicos.

Hitos de 40 años de historia 

TIEMPO repasa las fechas clave de la historia del espionaje moderno español, desde la creación del Cesid en 1977 hasta la actualidad. Desde un servicio eminentemente militar hasta uno más moderno.

04/07/1977 Creación del Cesid

19/10/1978 El presidente Suárez es grabado sin su consentimiento durante una visita a una sede del Cesid

4/01/1979 El director Bourgón se niega a dar los nombres de militares que insultan al Gobierno tras el funeral del general Ortín, asesinado por ETA

23/02/1981 Golpe de Estado del 23-F, con agentes del centro implicados

1981. Manglano comienza la primera modernización de la Casa

27/10/1982 El centro evita el golpe de Estado del 27-O, promovido para evitar la victoria socialista en las elecciones del día siguiente

1984. Empieza el despliegue internacional. Hoy, el servicio tiene delegaciones en 70 países

02/06/1985 El centro evita que la extrema derecha asesine a la Familia Real en La Coruña

1986. El presidente Felipe González ordena expulsar a la delegación de la CIA por espiar al vicepresidente Alfonso Guerra

1988. Los agentes del Cesid se trasladan a Madrid

1989. Manglano viaja a Moscú, es el primer servicio occidental en establecer relaciones con el KGB

27/11/1991 Perote, jefe de la unidad operativa, abandona el servicio. Se lleva 1.200 microfichas sobre operaciones que provocarán un escándalo

25/07/1992 Comienzan los Juegos Olímpicos de Barcelona. Meses antes ha sido desarticulada Terra Lliure, gracias a un topo infiltrado por Mikel Lejarza, el Lobo

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1993. Se destapa la trama de espionaje montada por el Cesid en Cataluña, con Mikel Lejarza, el Lobo, como cabeza visible, para espiar tramas corruptas y empresariales

12/06/1995 Se descubre un sistema de escuchas telefónicas con el que se ha grabado al Rey, y a ministros, periodistas y empresarios. Manglano dimite

24/06/1996 Javier Calderón expulsa a agentes con los que se llevó mal en el pasado. Estos denuncian su relación con el 23-F

16/012/1996 Se publican las pruebas de la implicación del Cesid en la creación de los GAL

31/03/1998 Son pilladas in fraganti las comunicaciones de la sede de HB, entonces legal

29/06/2001 Por primera vez un civil, Jorge Dezcallar, es nombrado director

06/05/2002 Nace el CNI en sustitución del Cesid. Se establece un control judicial de sus operaciones

2002. Se crea el Centro Criptológico Nacional

9/10/2003 El agente José Antonio Bernal es asesinado en Bagdad (Irak)

29/11/2003 Siete agentes del CNI son asesinados en Irak

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30/01/2004 Descubren a Carod-Rovira reuniéndose con dirigentes de ETA

11/03/2004 Atentado yihadista en Madrid. A varios terroristas los había tenido controlados el centro

23/07/2007 Detenido el exagente Roberto Flórez, acusado de vender secretos a Rusia

02/07/2009 Alberto Saiz dimite tras salir a la luz denuncias promovidas por agentes descontentos

05/09/2010 ETA declara una tregua definitiva, derrotada gracias a los medios técnicos empleados por el CNI

01/08/2011 El CNI acusa a seis países musulmanes de financiar el terrorismo islamista

14/02/2014 El Gobierno crea el Consejo de Ciberseguridad Nacional, que preside el CNI

12/10/2015 Se aprueba su Código Ético

09/06/2016 Félix Sanz anuncia que en 2020 el CNI tendrá 4.000 agentes para combatir el yihadismo. Aumenta su presupuesto para consolidar su avance técnico

Espionaje franquista

Durante la Guerra Civil los dos bandos dispusieron de organismos de espionaje de bajo nivel con suerte dispar. Los republicanos tuvieron servicios disgregados y se espiaron más entre ellos que al enemigo. Los franquistas, mejores, contaron con el SIM, que en 1938 absorbió al Servicio de Información de la Frontera Noroeste de España –contaron con los escritores Josep Pla, Carlos Sentís y Eugenio Dors y el banquero Juan March– y se convirtió en el Servicio de Información de la Policía Militar. Además, cada Ejército tenía el suyo propio. Tras la guerra, Franco diseminó la búsqueda de información entre diversos servicios porque no se fiaba de nadie. Todo cambió en 1968: el ministro de Educación y Ciencia José Luis Villar Palasí ve lo que ocurre en Francia con los estudiantes del Mayo del 68 y promueve la Organización Contrasubversiva Nacional (OCN), que dirige José Ignacio San Martín. En 1972, se integrarían en un nuevo organismo, el Servicio Central de Documentación (Seced), dependiente del entonces vicepresidente Luis Carrero Blanco. Su misión era perseguir a los opositores al régimen e intentar controlar la Transición. El Seced sería sustituido en 1977 por el Cesid.

Directores del servicio secreto

Cesid

José María Bourgón: 1977-1979

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Gerardo Mariñas: 1979-1980

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Narciso Carreras: (en funciones) 1980-1981

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Emilio Alonso Manglano: 1981-1995

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Félix Miranda: 1995-1996

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Javier Calderón: 1996-2001

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Jorge Dezcallar: 2001-2002

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CNI

Jorge Dezcallar: 2002-2004

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Alberto Saiz: 2004-2009

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Félix Sanz: 2009-actualidad

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El servicio secreto español está dirigido en la actualidad por el general Félix Sanz Roldán. Con él se ha vuelto a poner un militar al frente del servicio después de que Jorge Dezcallar fuera el primer civil en hacerse cargo del CNI, en 2001, y de su sucesor, Alberto Saiz.

Saiz repasa su etapa

Alberto Saiz, director del CNI entre 2004 y 2009, recuerda sus vivencias de aquella época para Tiempo: “Llegué poco después de los graves atentados del 11-M, cuando las instituciones de seguridad atravesaban una crisis de credibilidad debido, en parte, a la mala gestión que el poder político había hecho de la crisis y porque para la mayoría de nuestro conmocionado país había fallado la prevención. El reto mayor, por tanto, era devolver a la institución el equilibrio perdido para que pudiera seguir sirviendo al país como siempre lo había hecho, discreta y eficazmente”. 

Su mayor recompensa “fue salir de la Casa con ETA agonizando. Fuimos capaces de organizarnos de otra forma, una forma diferente de afrontar las nuevas y las viejas amenazas, entre las que también se encontraba la amenaza global del denominado terrorismo internacional. La ampliación de las relaciones internacionales entre servicios homólogos fue otra de las tareas que emprendimos desde el Centro y que también contribuyeron notablemente a tener éxitos en terrenos complejos para un país de nuestra talla y para una institución con esa misma dimensión”. 

Sobre los 40 años de historia del servicio secreto, menciona al fallecido general Manglano, “esperando que la historia lo recupere y le agradezca la modernidad y el prestigio que dio al Centro”.

Recuerda positivamente los cinco años que pasó en el servicio de inteligencia: “Agradezco al CNI, a las mujeres y hombres que lo conforman, que me han acompañado en el cumplimiento de las misiones que tienen como fin preservar la seguridad de nuestros compatriotas, su apoyo sincero tanto en momentos de éxito como en los más difíciles. Son gente entregada, patriota y cargada de valores”.

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Sanz Roldán (izquierda) junto a Alberto Saiz

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