Rafael Hernando

Cree que no se emplea la misma vara para medir la corrupción de su partido y la del PSOE, corrupción que se está usando, dice, para intentar desgastar a Mariano Rajoy, al que sigue viendo con posibilidades de gobernar.

¿A qué atribuye realmente que Esperanza Aguirre haya adelantado su salida del partido?

Se trataba de una situación que ya era insostenible, que afectaba a un caso, la Púnica, protagonizado por el que fue su número dos y secretario general del PP madrileño, Francisco Granados. Después de la comparecencia en la comisión de investigación de la Comunidad, durísima, Esperanza toma la decisión de tirar la toalla de sus responsabilidades como presidenta del PP de Madrid. Me gustaría que el PSOE, con más casos de corrupción, tomara nota. Tiene 260 causas abiertas, 300 altos cargos imputados y nada menos que a dos expresidentes imputados en el caso más grave de corrupción de Europa.

¿Si esos son los motivos, por qué no lo hizo antes y también como porta-voz del PP en el Ayuntamiento de Madrid?

Su situación en el ayuntamiento era distinta a la del PP. Quizás en lo del PP debió tomar la decisión antes. Aguirre es una persona honrada, que ha cometido algunos errores, como todos hemos cometido, pero ella, muy graves confiando en gente que no merecía su confianza. Ahora el PP ha nombrado a una persona como Cristina Cifuentes, sobre la que no hay ninguna duda.

¿Temen que puedan ser imputados Aguirre o Ignacio González por presunta financiación ilegal del PP de Madrid?

No creo que haya habido financiación ilegal del PP sino de unos cuantos sinvergüenzas que se han aprovechado para su enriquecimiento personal. No hay en principio más que sospechas que, a mi juicio, no tienen más fundamento.

Por cierto, ¿es posible que dimita un secretario general y nadie se entere?

Yo soy de Almería y estas cosas no pasan. Dimite un secretario general y todo el mundo lo sabe, incluso antes de que dimita lo saben los medios de comunicación [risas].

¿Le enseña Aguirre el camino a Rajoy? ¿No son dos casos muy parecidos?

En absoluto. No tiene nada que ver una situación con otra. No ha habido financiación ilegal sino un tesorero que tenía una caja personal cuyo destino era Suiza. Lo importante es que desde el presidente al último ministro nadie ha hecho nada por tapar la corrupción, todo lo contrario. Hemos hecho las reformas más ambiciosas para luchar contra ella sin interferir en la acción de la Justicia ni de las fuerzas de seguridad del Estado. Aquí no hay impunidad para nadie. Y eso sucede por primera vez en este país aunque ello haya supuesto sufrirlo en carnes propias.

Pero, ¿por qué blindan luego a Rita Barberá?

El hecho de ser parlamentario e inimputable por un tribunal ordinario no es ningún elemento de impunidad, al contrario. Lo que significa es que te juzga el Supremo, que, además, como instancia única supone una pérdida de derechos dado que no tienes la posibilidad de recurrir. Simplemente te juzgan unos jueces de mayor profesionalidad.

¿También más politizados?

Veníamos de una dictadura, donde los tribunales eran utilizados con fines políticos para atacar a la oposición. Este es el origen de la figura del aforado, pero no tiene que ver con la impunidad. En cualquier caso, me choca que el PSOE haga estos planteamientos cuando hemos visto que han condenado a un viceconsejero del Gobierno de Aragón por malversación de caudales públicos por 8,7 millones de euros, y su jefe, que era Marcelino Iglesias, también está en la Comisión Permanente del Senado. Lo que ha sucedido en Galicia es un escándalo de primera magnitud, en el que el abogado del secretario general socialista manda un e mail a una jueza que está juzgando a su cliente ofreciéndole dádivas gracias a sus contactos en el CGPJ y el Tribunal Supremo, donde está su padre, Cándido Conde-Pumpido. Es una trama de corrupción institucionalizada en el ámbito de la Justicia. Hay una doble vara de medir.

Alberto Fabra ha denunciado en una entrevista en Tiempo que en el PP hubo gente de brazos cruzados ante la corrupción.

No creo que haya habido gente de brazos cruzados. Ha habido una enorme alarma. Lo que pasa es que a veces, como decía Cicerón, cuanto más honrado es uno, menos puede creer que el que está a su lado no lo sea. Esto quizá nos ha hecho confiar en personas que no merecían nuestra confianza. Lo hemos reconocido, hemos tomado medidas y pedido perdón, Rajoy el primero hace tres años en el Senado, ante una situación de una violación terrible de su confianza en el caso del señor Bárcenas.

¿Y cree, como Javier Maroto, que hay que hacer una purga?

No soy partidario de las purgas. Me parece un gravísimo error hablar en esos términos. Esto de las purgas es propio de los regímenes totalitarios. Creo en las libertades y en la democracia y no me gusta generalizar la sospecha y la culpabilidad. No estoy en democracia para convertirla en un sistema de sospechas. Sería regresar a la Santa Inquisición. España no necesita inquisidores sino que la corrupción no se use de forma partidaria y partidista, porque este es un problema que nos afecta a todos.

¿Sabe el señor Pablo Iglesias dónde está?

Lo tiene clarísimo. El que no sabe dónde está ni lo que quiere es el señor Sánchez, salvo ser presidente a costa de lo que sea. El problema es que no le cuadran las cuentas y para que le cuadren las cuentas deben dejar de cuadrarle los principios. Estamos sencillamente en un teatrillo para disimular que solo hay dos posibilidades para formar Gobierno: que haga un pacto con la extrema izquierda y los independentistas a cambio de concesiones o que haya un Gobierno de gran coalición.

¿La propuesta de Podemos persigue impedir el pacto?

No, es que esto es Podemos. La izquierda de este país ha pretendido blanquearles entregándoles el poder en los ayuntamientos, pero el lobo con el paso del tiempo pierde el pelo pero no el vicio. Es un partido de extrema izquierda, marxista-leninista, que cree en la intervención pública, en el igualitarismo y en la ocupación de la sociedad civil. Es bolivariano puro y duro.

¿Ve posible un pacto PSOE-Podemos?

Esto depende de la ambición personal del señor Sánchez. Espero que al final haya una pequeña lucecita de sentido común en su cerebro que le ilumine.

Parece que el acuerdo que sí avanza es el de Sánchez con Rivera. ¿Facilitará el PP este hipotético Gobierno?

Es un poco surrealista que se pretenda que el que ha perdido, Pedro Sánchez, gobierne con la ayuda del que ha ganado, Mariano Rajoy. Es como si para que remonte el Madrid le piden al Bar-ça que no juegue cuatro partidos.

¿Rajoy se quedaría como líder de la oposición?

Evidentemente haríamos la oposición. El señor Rajoy tiene un mandato de las urnas de siete millones trescientos mil ciudadanos que le han dado 123 escaños para llevar adelante un programa electoral. El PP resultaría indispensable para muchas cosas.

Sería la primera vez que un expresidente se queda de líder de la oposición.

González y Rubalcaba estuvieron de líderes de la oposición una temporada. Pero nosotros no contemplamos esta posibilidad. Lo que contemplamos es que puede haber un gran acuerdo, una gran coalición, que entre todos hagamos un esfuerzo por el entendimiento, y en eso vamos a trabajar. Vamos a hablar con Ciudadanos y es muy probable que a partir del día 5 lo hagamos con el PSOE.

¿Tras una segunda derrota de Pedro Sánchez?

Pues sí, es que no vislumbro otro escenario. O se baja los pantalones o habrá un escenario distinto partir del día 5 en el que, una vez desbloqueada la situación, vayamos a un acuerdo o a unas elecciones.

Pero no es descartable que tras una segunda derrota Sánchez siga intentando su investidura.

Un señor que ya ha sido derrotado dos veces, después de aventurarse a este proceso sin tener los apoyos necesarios está descalificado para intentarlo por tercera vez. Lo que tiene que haber es un nuevo marco de conciliación entre las fuerzas mayoritarias para sacar el país adelante. Estos complejos de que el PSOE acabe como el Pasok griego no tienen sentido. Esto no es Grecia, aunque algunos quieran convertirnos en Grecia. Nosotros vamos a intentar que Rajoy sea presidente y que no tengamos que ir a un proceso electoral.

¿Existen movimientos que buscan la sustitución de Rajoy?

Los hay, pero ajenos al PP. Hay movimientos muy fuertes desde el punto de vista mediático y político, desde la izquierda, y por eso en estos últimos días cualquier cosa vale. Se está usando la corrupción como elemento de descalificación de Rajoy. Me recuerda mucho a la situación de 1996, en que después de ganar las elecciones, en ese caso por 300.000 votos de diferencia, hubo una operación para acabar con Aznar. Ahora estamos en una operación para acabar con Rajoy, que ha sacado al segundo casi dos millones de votos.