Oliver Stone

03 / 11 / 2016 Britta Schultejans (DPA)
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Director de cine

“Estados Unidos no puede ser un país libre si espía a todos sus ciudadanos”

¿Fue muy complicado rodar una película sobre alguien a quien el Gobierno estadounidense considera un traidor?

No fue fácil. Pero creo que la historia debería explicarse por sí misma. Los motivos de Snowden quedan claros. Mostramos lo que hizo para la Agencia de Seguridad Nacional [NSA, en sus siglas en inglés] y cómo le marcó. Mostramos las posiciones que tuvo a lo largo de nueve años y por qué cambió. Él sentía que debía servir a la Constitución de Estados Unidos y que esta está por encima del juramento que prestó ante la NSA. En su opinión, la NSA ha violado la ley.

¿Por qué, tras el documental ganador de un Oscar de Laura Poitras, quiso contar esta historia como un largometraje de ficción?

Citizenfour fue una película destacada, pero se limitaba a cinco o seis días en Hong Kong. No narra el trasfondo ni lo que él hizo en el pasado. El marco temporal son nueve años y no se trata de un documental sino de un drama. Combinamos distintos personajes y años para trazar la imagen completa de la persona. Tampoco aparece su relación con Lindsay Mills. Pero su personaje es clave en la historia. Mantiene con ella una relación sincera y le conecta con su propia alma. Que en esos nueve años en los que trabajó para la NSA no se convirtiera en un robot desalmado, como tantos de sus colegas, se lo debe a Lindsay.

¿Qué aconsejaría a Edward Snowden, que sigue exiliado en Moscú?

No está exiliado en Moscú porque así lo quiera, sino porque el Departamento de Estado le ha retirado el pasaporte, de modo que no puede volar a Sudamérica y pedir asilo allí. Ahora está ahí, se las arregla con la situación que tiene y trabaja en mecanismos de cifrado y una reforma de Internet. Es una labor muy importante. Le encantaría ser indultado y poder volver a casa, y seguramente se sometería a un juicio justo. Pero la Ley de Espionaje estadounidense lo impide. Obama y altos cargos afirman que es bueno hablar del tema y ha habido algunas reformas menores, pero sin grandes cambios. Lo que ha cambiado es que los encriptados son cada vez más populares y todas las grandes compañías los usan.

¿Considera que su país es un Estado libre y democrático?

¿Cómo puede ser un país libre si se espía a todos sus ciudadanos? ¿Cómo puede ser libre si uno se siente como si viviera en el 1984 de George Orwell?

 

¿Qué preferiría: rodar una película sobre Hillary Clinton o sobre Donald Trump?

Es una pregunta banal, aunque hasta ahora ninguno de los dos ha abordado la tiranía del Estado de espionaje. Y a ninguno de los dos le interesa cambiarlo. 

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