Miguel Ángel Mellado

28 / 09 / 2016 Fernando Rueda
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Autor de El hijo de todos.

“Durante el juicio, el fiscal sintió el espíritu de Blanco junto a él”

Es sobrecogedor el testimonio que recoge del médico Luis Miguel Querejeta que hizo la autopsia de Miguel Ángel Blanco.

Luis Miguel Querejeta es un reputadísimo médico forense del País Vasco. En noviembre de 2015, cuando lo entrevisté, había hecho cerca de 5.000 autopsias. Me impresionó cuando me contaba que precisamente aquella, la de Miguel Ángel Blanco, no se le ha podido borrar de la mente. Que recordaba cada detalle de ese día, desde que le encontraron malherido, hasta que finalizó la autopsia. Gracias a su trabajo profesional y a declaraciones de un par de etarras, reconstruyo en el libro cómo se produjo el asesinato. Educadísimo, recuerdo que cuando finalizábamos nuestro encuentro, pregunté al forense si creía en Dios después de haber visto tantos cadáveres en la mesa de autopsia... Querejeta me habló de las dos balas que extrajo al cadáver y cuando encontré las fotografías, al verlas, sentí una pequeña conmoción de cómo quedaron. Las publicamos en el libro aunque la editorial no quiso destacarlas.

Otro testimonio que pone la piel de gallina, este incluso más sorprendente, es el del fiscal Miguel Ángel Carballo, que intervino en el juicio a los asesinos en la Audiencia Nacional, en junio de 2006.

No es normal que todo un miembro del ministerio fiscal se sincere con alguien sobre sus sentimientos más íntimos en el desarrollo de un juicio. En nuestro segundo encuentro, en un despacho funcional y aséptico, de pronto comenzó a relatarme que había sentido el espíritu de Miguel Ángel Blanco en la primera sesión del juicio. Notaba cómo le daba ánimos para que expusiera los datos que acusaban a los asesinos allí presentes, Francisco Javier García Gaztelu e Irantzu Gallastegui Sodupe. Lo sentía junto a él, me decía. Tenía la sensación de que se comunicaba con él a través de palabras que solo él podía escuchar. Miguel Ángel Carballo me aclaró que no es una persona que cree en fantasmas, en güijas y en todas esas cosas.

Los peores calificativos del libro se los dedica a Javier García Gaztelu, Txapote, y a su mujer, Irantzu Gallastegui, dos de los asesinos. ¿Tan tremendo le parece que hayan tenido dos hijos en prisión?

Txapote es uno de los grandes asesinos de ETA. Su marca, como sabían policías y forenses, era el tiro en la nuca. No solo mató, sino que mandó ejecutar atentados como jefe de los comandos de ETA durante un par de años, hasta que lo detuvieron en 2001. Que haya tenido dos hijos en la cárcel con la otra asesina de Miguel Ángel no deja de sorprenderme por más que la ley es la ley y ha de cumplirse seas ladrón de gallinas o de vidas. Pero es llamativo que esta pareja que ha intentado borrar las leyes del Estado de España con la sangre derramada de inocentes, pegando tiros y poniendo bombas, sea tan legalista en el ejercicio de su derecho. Otra aportación del libro es su régimen de vis a vis. Tenía más datos sobre el niño y la niña que tuvieron en hospitales de Madrid, pero preferí omitirlos.

¿Se habría producido la derrota de ETA sin el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco?

Entre los expertos hay unanimidad en que el asesinato de Blanco fue el principio del fin de ETA. Y lo dicen los mismos nacionalistas. Como cuento en el libro, los etarras le pegaron dos tiros en la cabeza a Miguel Ángel y uno a la organización. La sociedad vasca comenzó a sentir los asesinatos de manera diferente tras el de Blanco.

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