Julio Carabaña

06 / 03 / 2017 Hernando F. Calleja [Ilustración: Luis Grañena]
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Catedrático de Sociología

“La condena de la desigualdad es una buena ideología para los populismos”

Ilustración: Luis Grañena

Ha entrado de lleno en el debate sobre la desigualdad, una variable social y económica que en manos de unos y otros populismos se convierte en arma arrojadiza contra el sistema.

Se preguntaba en un artículo “¿Y si la desigualdad no ha crecido?” Plantearlo entre interrogantes denota cierta duda. Sin embargo, muchas voces, políticos, ONG, no se plantean esas dudas, afirman que ha aumentado, sin más.

Las ONG tienden a decir eso. La razón es bastante comprensible. Su meta es conseguir dinero para asistir a los pobres y cuanta más desigualdad se diga que hay, más motivo tienen para pedir ayuda a los ricos. No hay misterio en esa tendencia de las ONG y de las organizaciones caritativas. Hacen un uso sesgado de los datos pro domo sua, pero no son los autores en general de los estudios, quizás con la excepción de Cáritas, a través de la Fundación Foessa.

La UE en uno de sus frecuentes rapapolvos, la semana pasada, ha insistido también el aumento de la desigualdad en España.

Utiliza para justificarlo una medida, la desigualdad de ingresos brutos, que no es la más adecuada. Hay que afinar más y hablar de renta disponible. La diferencia es muy importante. La primera depende de la desigualdad de salarios, del paro y también de la gente que trabaje. La segunda depende del mercado, pero, además, depende de la familia, de los hogares. Y aún mejor si se habla de las unidades de consumo. La UE ha facilitado un índice de ingresos brutos y transferencias antes de impuestos. Pero cuando pasa esa desigualdad por el filtro de los hogares y el filtro del Estado también disminuye muchísimo. La Seguridad Social (el seguro de paro y las pensiones) y los impuestos progresivos, reducen sustancialmente las diferencias.

 

Europa presume de estabilidad en esa variable.

En Europa, en el último ciclo económico, la desigualdad de renta disponible no ha aumentado. De hecho hay solo dos países en los que la desigualdad ha aumentado, que son Dinamarca y España. En algunos ha disminuido, como Reino Unido y Portugal. Y en el resto de los países ha sido más o menos igual. Ha aumentado la desigualdad de mercado, de ingresos personales, pero el Estado neutraliza ese aumento de desigualdad y lo deja prácticamente igual.

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