Juan Carlos Girauta

11 / 11 / 2016 José María Vals
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Portavoz de C´s en el Congreso

“Hay que dilucidar si los nacionalistas catalanes caben en la democracia”

Vehemente en sus respuestas, Juan Carlos Girauta no duda de que esta legislatura será muy diferente a las anteriores. “Se harán muchas cosas”, dice, mientras toma asiento en una sala desde la que se observa un casco viejo de Madrid cubierto de nubes amenazadoras.

¿Qué opina de los resultados del último sondeo del CIS?

Me parece que a nosotros nos coloca en una situación muy parecida al resultado que obtuvimos en las últimas elecciones. Eso significa que hemos aguantado en este clima de polarización que ha supuesto la etapa de bloqueo.

¿Y de los resultados de los demás?

Respecto a los demás, pues me parece que el PSOE acusa su crisis de una manera muy severa. Aparece con la mitad de apoyo que el PP y poco más que decir. Es un sondeo y no estamos en una situación en la que vaya a haber elecciones pronto, como ha habido durante todo el último año y que hacía que todo el mundo estuviera muy pendiente de las encuestas. Esta es una foto fija de un momento que cambiará mucho antes de que haya unas nuevas elecciones.

Deduzco que cree que la legislatura va a ser larga...

Sí. Lo creo.

¿Por qué?

Pues porque no veo ningún momento para que el PP incumpla los compromisos que tiene con nosotros, y si no los incumple, los votos de ambos están muy cerca de la mayoría y eso da juego. Y creo que el PP cumplirá.

¿Cree que el nuevo Gobierno es el más adecuado para una legislatura larga?

Pues depende. Yo creo que Mariano Rajoy ha optado por el continuismo, pero es muy de Rajoy. Lo sorprendente habría sido lo contrario. Hay una serie de departamentos que él considera que han sido bien gestionados y en los que no había por qué cambiar a los titulares, y los nuevos son muy poquitos. Creo que ha nombrado un Gobierno para que dure, pero que el presidente es consciente también de que estamos en una etapa nueva. Y creo que lo es porque él mismo ha dicho que ha avisado a sus ministros de que a partir de ahora tendrán que dialogar mucho todos los días.

¿Y usted cree en esa disposición al diálogo?

No tenemos por qué no creerlo, entre otras cosas porque esa es la que le conviene también al presidente del Gobierno. No veo en Mariano Rajoy a un jugador que ponga en riesgo las cosas por tratar de mejorar un resultado después de un año de bloqueo. Me parece que no quiere hacer eso.

Pero él amenazó con convocar elecciones anticipadas si se le bloquea en el Parlamento...

Yo lo que interpreto es que Rajoy les dijo a los miembros del Partido Popular que eran partidarios de unas terceras elecciones que lo bueno para España es un Gobierno estable y que él ponía lo bueno para España por delante de los intereses del partido. Creo que muchas de las frases que dijo en el discurso de investidura no nos las estaba diciendo a los partidos de la oposición, sino a diputados y cargos de su propio partido que hacían cálculos sobre una mejora electoral en unas terceras elecciones. Y pienso que Mariano Rajoy sabe, como nosotros sabemos, que unas terceras elecciones deteriorarían de una forma muy seria y quizás de forma irreversible la democracia tal y como la conocemos en España. Después de un año jugando, el momento era demasiado serio como para ponerse a calcular nada.

 

¿Cuál es ese peligro tan severo para la democracia que ve usted en unas terceras elecciones?

La falta de credibilidad en las instituciones públicas, empezando por la Jefatura del Estado, que proponía candidatos sin que ninguno fuera investido. La falta de credibilidad también en una Constitución que tiene una laguna que permite perder un año sin legislar. El daño a la propia institución del Parlamento, que se presentaba como algo incapaz de lograr un acuerdo y que necesita de mayorías absolutas para funcionar cuando esas mayorías ya no se llevan. Y por último, el desprestigio exterior de un Gobierno que por estar en funciones deja de cumplir sus compromisos. España ha perdido protagonismo en este año de bloqueo en asuntos como el brexit, determinadas negociaciones europeas y en el desafío catalán.

Una vez roto el bloqueo, ¿son posibles los grandes acuerdos?

Por supuesto. Precisamente es en situaciones de fragilidad de todos cuando el consenso se hace más obligado y cuando es imposible esquivar la filosofía del acuerdo y la negociación. Es mucho más difícil en situaciones de mayoría absoluta. No iba a haber grandes acuerdos cuando un partido, si no lograba la mayoría absoluta, siempre tenía la muleta de unos nacionalistas que se iban a vender por una serie de concesiones de parte, no para el interés general de España, sino para en interés de gentes que quieren la impunidad, por ejemplo. Pero en las circunstancias actuales, por primera vez en muchos años, se dan los mimbres para que todo el mundo tenga que sentarse y ceder.

¿Cuando hablaba de la impunidad buscada por los nacionalistas, se refería a los Pujol?

Sí, claro que me refiero a Pujol y a Convergència. Por supuesto que me refiero a ellos, y a que el Gobierno español, bajo el PP o el PSOE, ha podido disponer desde hace muchos años de la información relacionada con los robos del señor Pujol y su mafia, pero eso ha dormido en los cajones porque en un momento dado podían necesitarlos para lograr la mayoría absoluta. Una de las grandes noticias para la democracia española es que Convergència, que ya no se llama así, no tiene grupo parlamentario. Y otra de las buenas noticias es que se ha quitado la careta y todo el mundo ha visto lo que había detrás de aquel partido con gran sentido de Estado. Lo que había detrás era una banda.

¿Cree usted que hay solución para el bloqueo de relaciones entre España y Cataluña?

Para empezar, yo no creo que haya una relación entre España y Cataluña, como no la hay entre usted y su mano izquierda. Hay una relación entre la comunidad autónoma y el resto del Estado que funciona hasta tal punto que con una Generalitat catalana con más de 60.000 millones de deuda, siguen cobrando los funcionarios y siguen prestándose los servicios públicos gracias a que pertenece a un Estado que se llama España. Yo huyo de la pretensión de que haya que encajar a Cataluña dentro de España, igual que huyo de la pretensión de que haya que encajar un miembro en un cuerpo donde ya está. Yo lo que creo es que hay que dilucidar de una vez si los nacionalistas catalanes caben en la democracia o son irrecuperables. Esa es la cuestión del encaje.

 

Pero están ahí...

El nacionalismo catalán está ahí. Es una anomalía. Es el resultado de un descontento que existe en todas partes, no solo en Cataluña ni en España, sino en toda Europa y en todo Occidente, que se debe a una crisis económica que dura ya casi nueve años y ha tenido unos efectos devastadores para la clase media y que es campo de cultivo para los populismos. Del mismo modo que Podemos se inscribe en un gran populismo antieuropeísta y antisistema que aquí ha adoptado la forma de extrema izquierda, en Francia ha adoptado la forma de extrema derecha o en EEUU adopta la de Trump, pues en el caso concreto catalán, ha adoptado la forma del nacionalismo, que ha manipulado la situación para canalizar el odio y dibujar un enemigo. A lo mejor la persona que se ha ido al paro y no ve horizonte agradece que alguien le venda un mensaje en positivo.

Entonces, ¿qué se puede hacer?

Aparte de aplicar la ley, que eso no tiene vuelta de hoja, una de las cosas que debemos hacer, y creo que Ciudadanos puede jugar un papel importante ahí, es demostrar a toda esa gente que por desesperación o falta de alternativas ha decidido hacerse separatista que sí hay un proyecto que vale la pena, que sí es solidario e igualitario, que es el proyecto español. Y que es el único posible y democrático. Haciendo de España un proyecto atractivo también se puede contrarrestar esa fuerza destructiva que siempre han tenido los nacionalismos de secesión. La ley y la política.

¿Cree que todo esto es posible antes del anunciado referéndum catalán?

No crea usted nunca en las fechas que ponen los nacionalistas catalanes, porque las ponen para meter presión. No significan nada. Las fechas son faroles. A medida que llegan se ponen otras. Todo esto es un gran farol.

¿Le molesta que le metan en el mismo saco con Podemos cuando se habla de nueva política?

No, mire, yo entiendo eso como una constatación puramente fáctica. Es nueva política en el sentido de que aparecemos en la política nacional a la vez, pero nosotros llevábamos ya ocho años en Cataluña. 

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