José Mora

10 / 02 / 2017 Hernando F. Calleja [Ilustración: Luis Grañena]
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Cantante

“El flamenco llena grandes espacios porque es, sobre todo, emoción”

El 11 de febrero se presenta en Madrid con un concierto de base genuinamente flamenca, pero lleno de referencias y guiños a otras culturas musicales y al pop. Hay que seguirle la pista.

El flamenco ha pasado de la venta, el figón y los tablaos, de una cierta marginalidad, a los grandes teatros y no solo en España.

El origen del flamenco está en el campo, en la mina, en las fraguas, en el trabajo. Lejos de la burguesía, de las clases altas. Había distancia e ignorancia. Una vez que el flamenco llega a esos públicos gracias a los discos, a los medios de comunicación, se abren espacios a los artistas que no solo llenan teatros, sino grandes estadios. El secreto es que el flamenco es, sobre todo, emoción.

El flamenco ha conquistado la audiencia y, por qué no decirlo, también la dignidad, pero es un arte complejo y bastante hermético.

El cante jondo se enseña en las academias y se inculcan sus bases y sus principios en las nuevas generaciones de artistas, pero se queda para unos pocos muy entendidos. Los públicos mayoritarios responden a otras sensibilidades y otros gustos. No quiero reabrir la eterna disputa sobre la ortodoxia flamenca, entre puristas y renovadores. Es el público el que marca la línea a seguir.

Una vez que se separa del tronco del cante jondo, el flamenco se diversifica en muchos estilos. ¿En qué distinguiremos a José Mora de otros cantantes?

Mi estilo lo defino como de cantar de pie, como contraposición al estilo de algunos grandes maestros del pasado y de los que todavía algunos permanecen, que imprimían a su arte un aire de seriedad, de solemnidad si se quiere, que cantaban sentados. Mi expresión es otra, de mayor movilidad gestual, más interpretativo en el escenario y de música más abierta a influencias y más sensorial.

 

¿Qué le caracteriza como artista?

Parto de la esencia del flamenco, pero lo hacemos evolucionar hacia otras sensibilidades, porque el cante jondo es difícil para el gran público. Hoy hay una mayor predisposición a la fusión con otras músicas. En el espectáculo de Madrid presento un repertorio ecléctico en el que incluyo temas clásicos flamencos de los que me apodero y adapto a mi temperamento, a mi emotividad. También hago copla, expresada por bulerías y no olvido incorporar otro tipo de canciones pop, a las que imprimo un sello flamenco.

En los años setenta emerge con muchísima fuerza un grupo de cantantes de flamenco caracterizados por voces muy rotas, voces roncas. Ahora emergen voces mucho más claras y depuradas, que permiten una vocalización más académica. ¿En qué línea se encuentra?

Yo me expreso en esta segunda línea. El flamenco es un arte antiguo y creo que en él todo está inventado, pero ha habido un hecho determinante, el flamenco se ha hecho más académico, y los artistas de mi generación, sin renunciar a las esencias, vamos perfilando nuestro estilo con fidelidad a nuestras facultades, a las condiciones de nuestra voz, a nuestro temperamento y, claro, también adaptándonos a los nuevos públicos. Por eso sonamos diferente.

 

Muchos de los grandes del flamenco van desapareciendo y van dejando hueco a nuevos artistas. ¿De quién o de quiénes se siente tributario? ¿Cuáles son sus ídolos?

Me siento muy cerca de los grandes del flamenco clásico de cuya técnica hay mucho que aprender, pero, afortunadamente, el ídolo en el que más me fijo está en plenitud artística, es Miguel Poveda, y también generacionalmente siento muy próxima la sensibilidad de Alejandro Sanz, que tiene una base flamenca bien conocida.

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