Inés París

Acaba de estrenar La noche que mi madre mató a mi padre, una comedia disparatada y macabra que refleja nuevas realidades sociales y reivindica el rol de la mujer en la creación cinematográfica.

¿De verdad, de verdad, las mujeres lo tienen tan difícil en el cine como para recurrir al asesinato por un papel protagonista?

Hasta ahora, dificilísimo, aunque yo creo que va a cambiar de manera bastante rotunda. Aún la mayoría de los personajes que se escriben son protagonistas masculinos y los personajes de mujeres son de menos de 40 años, que responden a un módulo de belleza bastante estandarizado y cuyo rol es conquistar al hombre o mantenerlo a su lado.

En España sí que parece que en la dirección hay un número de mujeres más elevado que hace un decenio.

En los últimos datos se aprecia un cambio. Entre 2000 y 2006, el porcentaje de mujeres directoras era del 7%, hoy se puede hablar de un 25%. Se ha visto este año en las candidaturas a los Goya, donde los finalistas eran paritarios. Sin embargo el mayor número de directoras está en el cine documental, donde se maneja un presupuesto menor.

¿Esta comedia macabra va de reivindicación del rol de la mujer en el cine?

No directamente. La primera idea era retratar los nuevos modelos de familia, con parejas que lo han sido, hijos con diferentes padres y madres, pero todos relacionados entre sí, algo, si se quiere, muy francés. Pero luego me planteé la necesidad de incorporar una gran sorpresa, que es un asesinato y la indagación de quién es el culpable. La película tiene unos personajes que van a disparatar, pero por debajo tiene algunos mensajes que hablan de cómo distinguir entre realidad y ficción.

¿Por qué La noche que mi madre mató a mi padre ha tardado cuatro años en ponerse en pie? ¿Por qué ha tardado siete años en dirigir de nuevo?

Porque, aunque tenemos creatividad y tenemos magníficos técnicos, nos falta resolver el componente industrial y financiero, además de otros problemas.

En su condición de activista de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, ¿el cine deja ya el lamento y busca soluciones concretas a los problemas concretos?

En la última reunión de Salamanca hemos planteado vías nuevas, como la creación de un centro nacional de cinematografía, bien dotado económica y humanamente, para poder abordar todo lo que tenga que ver con política cinematográfica que reconozca que el cine es cultura, es industria y es parte fundamental de la marca España.

¿Volvemos hablar de subvenciones?

Hay que mantener la diversidad. Habrá películas que requieran apoyo público, por su temática cultural, por expresarse en las lenguas minoritarias del Estado y otras, con vocación comercial, para las que se pide que se remuevan los mecanismos legales y fiscales que hagan posible y rentable la financiación privada. En este orden, es primordial que no se pierda el segmento medio de producción entre el millón y cuatro millones de euros, que es el que ha creado y mantiene la industria. Y por supuesto, que haya más mujeres integradas en los puestos directivos del audiovisual, para evitar el derroche de talento que padecemos.