Carlos Solchaga

20 / 12 / 2017 Luis Calvo [Fotos: David García-Amaya]
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Exministro

“Las sentencias en Cataluña deben ser significativas”

Foto: David García-Amaya

El exministro, que publica un nuevo libro sobre sus años al frente de la economía española, cree que el independentismo perderá peso en la política catalana tras las próximas elecciones autonómicas.

El ministro de Economía y Hacienda más longevo de la democracia echa la vista atrás. Retirado de la vida pública hace años y en proceso de retirada de la consultora que fundó, publica Las cosas como son. Diarios de un político socialista 1980-1994 (Galaxia), un recorrido por sus años de responsabilidad política nacional. En sus páginas, conservadas tal y como se escribieron en su día en tiempo real, queda reflejado el mundo de la Transición, con sus luchas palaciegas y la tensión permanente dentro del Partido Socialista. 

P_ A usted le acusaron de derechizar el PSOE. ¿Dónde cree que está ahora situado el partido políticamente?

R_ Sigue siendo un partido socialdemócrata, con una parte de alma más izquierdista, más obrera. Y no me parece mal que la conserve.

P_ ¿Sigue siendo un partido de clase?

R_ Es muy difícil hablar ya de partidos de clase. Ya no es fácil reconocer a esos proletariados industriales del siglo XIX o XX. En EEUU ya solo uno de cada diez trabajadores pertenece a la industria manufacturera. No hay obreros. Hablar de la clase obrera frente al capitalismo es complicado. El PSOE no es un partido de clase, pero sí progresista, de izquierdas, con la idea de igualdad muy presente.

P_ ¿Cree que Pedro Sánchez es un buen líder para el PSOE?

R_ Está por demostrar. Es sin duda la persona que fue elegida con más votos. Pero para ser un líder no solo hace falta ser elegido, hay que ejercer ese liderazgo. Yo creo que el problema con Sánchez es que nadie sabe muy bien lo que piensa. Dice mucho eso de que “nosotros somos la izquierda”, pero no acaba de definir qué es la izquierda. Ser la izquierda solo para que no te quite el lugar el de Podemos puede resultar un regate inteligente en un momento dado, pero no puede convertirse en un programa para las elecciones.

P_ ¿Es bueno o malo que hayan aparecido nuevos partidos?

R_ Es bueno, pero también inquietante. Bueno en el sentido de que alguien tenía que sacudir esto desde fuera ya que los partidos no eran capaces de sacudirlo desde dentro. La competencia siempre es buena. Pero es no quiere decir que sea gratuita. También tiene costes. Por ejemplo, el Gobierno actual es claramente un Gobierno con un respaldo parlamentario insuficiente. Eso ha sido aprovechado por las fuerzas separatistas en Cataluña, pero también por el PNV para obtener ciertas ventajas. Con 137 diputados el PP tiene muy limitado lo que puede y no puede hacer. En los periodos de crisis económico-financiera, mucho más dura que si es solo económica, hay una correlación clarísima entre las crisis y la ruptura de los bloques parlamentarios tradicionales, con la aparición de más partidos y, con frecuencia, de actores populistas. Un Gobierno débil, con un Parlamento fracturado, no es la mejor situación para aprovechar las oportunidades que se le presentan al país.

P_ ¿Es Podemos populista?

R_ Sin duda. Y además deliberadamente. Esa historia de la transversalidad, de que existe una casta corrupta extendida por todos los partidos y que solo la sangre nueva resolverá el país, es puro populismo. En el caso de Podemos, yo creo que ya ha superado su punto culminante.

P_ ¿Quiere decir que está en caída?

R_ Sí, eso creo, aunque no que vaya a desaparecer inmediatamente. Debemos tener en cuenta varias cosas. Primero, no es un partido en sentido estricto. Es una suma de movimientos que coincidían en la frustración producida por la crisis y la corrupción del sistema. Segundo, por el componente regional inevitable de esas confluencias les resulta muy difícil hacer una política única. Lo que hacen en Cataluña, por ejemplo, lo acaban pagando en Andalucía o en Extremadura. Y por último, este tipo de partido tiene muchas más posibilidades de supervivencia si alcanzan el poder rápidamente. Si no, la vuelta a la normalidad económica hace que vaya disminuyendo su caldo de cultivo y se deshinche poco a poco.

P_ Hablando de sus problemas en Cataluña. ¿Qué opina de Ada Colau?

R_ No me parece una persona de una pieza, fácil de definir. Yo veo evidente que tiene un proyecto personal que le obliga a aceptar contradicciones...

P_ ¿Se refiere a una ambición personal?

R_ Sí, a una ambición personal. De hecho, ella trata de oscilar por encima de los partidos. A pesar de ser una importante referencia para los comunes, no parece que ella mande mensajes sobre qué hay que hacer y qué no. Se manifiesta de vez en cuando, pero parece que se siente más cómoda sobrevolando el día a día. ¿Qué posibilidades tiene de prosperar? No lo sé. Cuando acabe su mandato al frente de Barcelona, la gente verá que es humo, que no ha habido transformaciones importantes y que, en todo caso, por culpa del proceso independentista, la ciudad ha perdido relevancia como cosmópolis. Colau no ha sido capaz de defender a Barcelona porque su proyecto es personal y no relacionado con la ciudad o con su responsabilidad.

P_ ¿Cómo cree que se resolverá el desafío independentista?

R_ Yo creo que incluso si los independentistas lograsen la mayoría de 68 diputados, no insistirán en la vía unilateral. Su estrategia, presionar por la vía de los hechos pensando que la debilidad del Gobierno le impediría responder y Europa acabaría mediando, ha fracasado. Eso sin contar con la huida masiva de empresas o las amenazas de quedarse sin el paraguas comunitario. Puede haber mucho voluntarismo, pero serán cautos con esa vía unilateral. Y ese cambio de estrategia les provocará problemas con sus seguidores y supondrá, en todo caso, una pérdida significativa del peso independentista en la política catalana.

P_ ¿Qué le parece la persecución judicial de los líderes independentistas?

R_ Yo no la llamaría persecución judicial.

P_ De acuerdo, ¿qué le parece el proceso penal abierto en su contra?

R_ Bueno, cuando alguien se salta las leyes y aunque el tribunal le requiera, cuando mantiene su comportamiento de manera contumaz... Yo creo que se ha hecho mucho mejor que como se hizo en 1934, cuando nadie duda de que había una república democrática, pero se mandó a un militar y se detuvo a los responsables. Aquí se ha llevado al fiscal, que consideró que había razones para seguir el proceso. Y luego a un juez... Yo creo que el daño que han hecho quienes de manera irresponsable han llevado al independentismo hasta un callejón sin salida es tal que las sentencias, cuando se produzcan, deben ser significativas. ¿Para qué? Para que la gente aprenda que uno puede manifestarse con total libertad de expresión, pero que no puede hacer política abusiva saltándose la leyes. No puede ser que en la pelea política uno tenga una mano atada a la espalda porque sigue las leyes y el otro las tenga libres.

P_ ¿Quiere decir sentencias ejemplarizantes?

R_ No, es difícil definir qué es ejemplar. Cuando digo “significativa” quiero decir que la inmensa mayoría de la gente, aquella que no está implicada en el tema, las considere razonables y suficientes. Lo que sería tremendo es que las sentencias fueran pequeñas y todo el mundo entendiera que pegar una patada a la Constitución, saltársela, es gratis et amore. Hay que evitar que la gente piense que los líderes independentistas han hecho lo que les da la gana y que están por ahí, en la calle. Yo entiendo que jueces y fiscales están buscando la prueba de que hay una conspiración sediciosa, que lleva o no lleva a un sublevación o rebelión, eso se verá, pero entiendo que quieren encontrar el cúmulo de pruebas, correos, reuniones... de que existía una estrategia para construir un república por encima de la Constitución y las leyes.

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Cinco cosas sobre Carlos Solchaga

1. Formación. Licenciado en Económicas y Empresariales, se post-graduó en el MIT y empezó a trabajar en el Banco de España primero y en el Vizcaya después.

2. Ministro. Militante del PSE desde 1974, en 1979 fue elegido diputado por Álava. En 1982 Felipe González le llamó para ser ministro de Industria hasta 1985, y después de Economía.

3. Enemigos íntimos. Fue manifiesto su enfrentamiento con Alfonso Guerra y sus partidarios dentro del Partido Socialista por sus políticas presuntamente liberales.

4. La frase. Si una frase marcó su carrera fue la de que “España es el país del mundo donde más rápido se puede hacer uno rico”.  Sigue manteniendo que no se entendió bien lo que quería decir.

5. Sector privado. Tras abandonar la vida pública a mediados de los 90, se volcó en el sector privado. Fundó la consultora Solchaga, Recio y asociados y ha participado en varios consejos de administración. 

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