Antonio Garamendi

27 / 10 / 2017 Luis Calvo [Fotos: David García-Amaya]
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Presidente de Cepyme y vicepresidente de CEOE

“La independencia de Cataluña supondría el fin de Europa y el fin del Estado del bienestar”

Foto: David García-Amaya

Niega presiones a las empresas para que abandonen Cataluña y llama la atención sobre el futuro de las pymes catalanas: “No se podrán ir, acabarán cerrando”.

Antonio Garamendi (Getxo, Vizcaya, 1958) no oculta la preocupación por la deriva que está tomando el desafío independentista. Hace unos meses no habría creído que se podía producir la fuga de empresas que hemos visto estas semanas. Hoy, lo ve más que justificado.

P_ Ya son casi 1.500 las empresas que huyen de Cataluña. ¿Es preocupante?

R_ Que las empresas de un territorio tengan que abandonarlo siempre es una malísima noticia. Y un mal síntoma. La decisión de los empresarios es por pura responsabilidad: responsabilidad respecto a su empresa, sus trabajadores, sus accionistas, sus clientes... pero eso no quita que no vaya acompañada de una tremenda tristeza. Eso hay que destacarlo. No creo que a ningún empresario catalán le haga ilusión tener que sacar su sede fuera de Cataluña.

P_ ¿Ha habido presiones para que se fueran de la comunidad?

R_ No, eso no es verdad. Cuando un empresario toma una decisión tan dura es porque objetivamente tiene que tomarla. Y el dolor que siente es profundo. Insisto, porque creo que eso no se tiene en cuenta. Una empresa necesita estabilidad. Eso es fundamental para que pueda cumplir sus objetivos. Y lo que da la estabilidad es la ley. Es la base de la democracia. No olvidemos que estamos en esta situación porque alguien ha decidido en un momento dado saltarse la ley. Nosotros lo que queremos y necesitamos es que se esté dentro de la ley y del orden jurídico, más allá de la opinión personal que tenga cada uno al respecto. Dentro de ese orden, que se hable, que se discuta todo lo que se tenga que discutir, pero lo que no puede ser es que se abandone el marco establecido para ello.

P_ Da la impresión de que las pymes aún no se han unido a la fuga.

R_ Hay muchos tipos de empresa y una grande tiene mucha más facilidad en este caso para moverse que una pequeña. Pero cuando se habla de esta dicotomía grande-pequeño no podemos olvidar que la economía es global. Lo grande necesita de lo pequeño, pero lo pequeño, mucho más de lo grande. Hablamos de 1.500 empresas, pero eso cuenta solo las grandes y medianas empresas, que suponen el 40% del empleo en Cataluña, cerca del 30% de su PIB. Si esto no se arregla, las pequeñas, que no tienen ruedas, no se podrán ir, acabarán cerrando.

P_ ¿No es por que haya entre ellas un mayor apoyo a la independencia?

R_ Yo no voy a entrar a valorar lo que piensa cada uno. Lo cierto es que las pymes, especialmente las pequeñas, es mucho más difícil que se muevan. Muchas son empresas de barrio: una panadería o un bar. Puede ser que el propietario esté a favor de la independencia. No digo que no. Que le hayan convencido contándole cosas que probablemente no sean. Pero cuando las grandes marcas se vayan, si hay una separación real, muchas empresas pequeñas estarán condenadas a cerrar. Entre otras cosas porque, con un corralito, la gente no tendrá dinero ni para comprar el pan.

P_ ¿Qué impacto hay sobre el empleo?

R_ Yo insisto en que confío que no se llegue al final. Pero a día de hoy ya hay consecuencias: las ventas de coches han bajado un 30% en Cataluña, las entradas de espectáculos también en torno a esa cifra. El comercio y el turismo también han caído, algo que fundamentalmente afecta a esas pymes, por cierto. Por ejemplo, respecto a la Política Agrícola Común (PAC), en Cataluña hay 40.000 agricultores que se benefician de 500 millones de euros. Si mañana se consuma la independencia, te quedas sin ellos. Y mientras Europa dice una y otra vez que no cabría una Cataluña independiente, ellos sostienen que sí, que al final del camino sí. Y mira que lo han repetido cargos: el presidente del Parlamento Europeo, el de la Comisión...

P_ ¿Le parece bien que Europa haya tomado posición al respecto?

R_ Es que lo de Cataluña no sería una ruptura de España, sería una ruptura de Europa. Europa somos solo el 7% del PIB mundial, somos muy pequeñitos. No podemos permitirnos el lujo de tener 80 países. Lo que todos planteamos, y cada día más, es más cesión de soberanía. La solución en todo caso es más Unión Europea. Cuanta más mejor. Mientras unos aspiramos a que nuestros nietos tengan un carné de identidad europeo, me parece increíble que otros trabajen para tratar de dividir. En todo caso, Europa no está dispuesta a permitirlo. Supondría el fin de Europa. Y el fin de Europa, el fin del Estado del bienestar. Europa es el sitio del mundo donde hay mayor Estado del bienestar, especialmente en los de primer nivel, España entre ellos.

P_ ¿Qué le parece el boicot de algunos sectores a los productos catalanes?

R_ Nosotros ya nos hemos pronunciado con claridad en contra de ese boicot. Es absurdo plantearlo como una medida de presión. Hay que tener la cabeza fría y tener en cuenta que los empresarios catalanes no son responsables de esta situación.

P_ ¿Ha afectado a las empresas?

R_ Hoy por hoy, no mucho. No al menos en el resto de España. Son los propios catalanes quienes están comprando menos. Pero hay que tener en cuenta que hay un montón de productos catalanes que están fabricados con productos de toda España. No se puede separar. Al final, haciendo ese boicot puedes estar dañando a tu vecino.

P_ Hay quien critica que, hasta que les ha afectado, los empresarios se habían puesto de perfil en esta crisis.

R_ Es que los empresarios no estamos para hacer política. Para eso están los políticos. Nosotros tenemos nuestras opiniones individuales y votamos a un partido u otro. Alguno incluso estará afiliado, aunque no es lo común, pero las empresas en sí ni hacen política ni hablan de política. Esa responsabilidad que se trata de echar sobre el empresario es injusta. Otra cosa es como organización. Hace un año la CEOE ya hizo un comunicado. Desde entonces otros cuatro. Y Fomento del Trabajo, también. Nosotros tratamos de ser prudentes, pero sí hablamos con quien creemos que tenemos que hablar. La clase política siempre ha sabido lo que opinábamos.

P_ ¿También la catalana?

R_ Sí, yo creo que sí. Otra cosa es que no la publiquemos en los medios. Pero si, a pesar de los avisos, alguien se empeña en mantener su postura, llega un momento en que los empresarios toman decisiones.

P_ ¿Ha sido demasiado tibia la postura de la CEOE y de su presidente?

R_ No. Los comunicados representan a toda la directiva. La posición de la CEOE es clarísima, más allá de que cada cual piense de una manera o de otra. No hay que buscar diferencias inexistentes en su interior. Y las declaraciones de su presidente, Juan Rosell, en este tema creo que también han sido claras.

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Cinco cosas sobre Antonio Garamendi

1. Empresario nato. Aunque estudió Derecho, desde muy joven se volcó en el mundo de la empresa, tanto familiar como con proyectos propios y consejos de grandes compañías

2. Larga trayectoria. Ha participado en la dirección o el consejo de más de una docena de grandes empresas, entre otras Red Eléctrica de España o el grupo editor de Intereconomía

3. Organizaciones. Presidió la Asociación de Jóvenes Empresarios del País Vasco y luego la Confederación Española de Jóvenes Empresarios. Desde 2014 preside Cepyme

4. Aspirante. En las anteriores elecciones estuvo a punto de desbancar a Juan Rosell de la presidencia de la CEOE. Su nombre sigue sonando para sucederle cuando acabe el mandato actual

5. Solidario. Además de su actividad empresarial, Antonio Garamendi preside la fundación Ayudare, dedicada a la apertura de pozos de agua potable en Etiopía y que mantiene un hospital en el norte del país

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