Alberto Garzón

22 / 04 / 2016 Luis Calvo
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Candidato de IU a la presidencia del Gobierno.

“Desde el pacto con Ciudadanos todas las reuniones han sido teatro”

Foto: David García-Amaya

Garzón apela a Podemos para evitar que el Partido Popular repita al frente del Gobierno si hay nuevas elecciones. La única opción de cambiar España es que se forme un nuevo espacio político capaz de desplazar al PSOE como segunda fuerza del país.

Alberto Garzón nos recibe en un Congreso de los Diputados que vive ya los minutos de la basura, bloqueado por la falta de acuerdos. Lo más probable es que tenga que cambiar de despacho solo unos meses después de haber revalidado el escaño que obtuvo por primera vez en 2011. Llegó como diputado raso. Ahora, si hay nuevas elecciones, repetirá como candidato de su formación a La Moncloa. Pese a todo es optimista y se le ilumina la mirada hablando de la oportunidad que una futura confluencia abriría para cambiar el sistema. El objetivo: ser junto a Podemos segunda fuerza.

 

¿Cree que habrá elecciones el próximo 26 de junio?

Yo creo que sí. Desde que el Partido Socialista eligió a Ciudadanos y convirtió la investidura de Pedro Sánchez en un acto de campaña, todas las reuniones posteriores, sus intentos de pacto, han sido teatro. La negociación no tenía contenido. Era solo un intento de presionar a otras fuerzas, primero, y una construcción del relato electoral después. Hasta entonces la mesa a cuatro tenía sentido político, pero desde ese momento, no.

Entiendo que culpa al PSOE de la repetición de elecciones.

Bueno, creo que es el PSOE quien lo ha elegido. El PSOE, tras las elecciones, quedó en una posición central del tablero. Cualquier alternativa, de izquierdas o de derechas, les necesitaba. Ese aspecto central convirtió en protagonista a Pedro Sánchez. Él desestimó, acertadamente, creo, pactar con el PP, así que solo había dos opciones: un pacto con Ciudadanos a su derecha, con 130 diputados, o una mesa con fuerzas de izquierdas que sumábamos 161. Parece evidente que 130 es menos que 161, pero a pesar de ellos él eligió ir con Ciudadanos.

Tenía vetos internos respecto a la otra opción.

Tenía vetos internos respecto a los nacionalistas. El relato oficial del PSOE, que por desgracia ha calado, es que eso invalidaba la vía de izquierdas, pero no es cierto. EL PSOE eligió el pacto con Ciudadanos para presionar a la izquierda, pero también podría haber pactado con la izquierda para presionar a Ciudadanos. Eso le habría permitido trabajar en los límites marcados por el Comité Federal. El pacto con Albert Rivera fue una opción política y, por tanto, hay una responsabilidad política de primer orden en ese fracaso, más allá de la parafernalia con la que intentaron rodear las negociaciones.

¿Teme que algunos votantes no en-tiendan que se alineen con el PP y mantengan a Rajoy en Moncloa?

Son dos cosas. La primera es una falacia. Que Rajoy vote respecto a algo en el mismo sentido que Bildu no hace que los dos partidos sean lo mismo, ¿verdad? Pero si hay nuevas elecciones es verdad que hay un riesgo importante de que PP y Ciudadanos puedan gobernar. La única forma de evitarlo, visto que el PSOE ya se decantó por Ciudadanos, es una confluencia entre las fuerzas de ruptura que formábamos la mesa a cuatro con el PSOE: Podemos, Compromís e IU. Debemos ir juntos. Estas elecciones no van a ser convencionales. El tema sobre el que van a girar es con quién pactarás después. Lo lógico es que los representantes de esa mesa a cuatro, los que no nos fuimos con Ciudadanos, vayamos conjuntamente.

¿Por qué es tan importante la confluencia en las nuevas elecciones?

Porque no podemos permitir que la ley electoral machaque las posibilidades de cambio que se dan en este momento. Nosotros tenemos un millón de votos y solo dos escaños. La mera alianza con Podemos, en una repetición de resultados, nos daría muchos más escaños. Pero estoy seguro de que una candidatura de confluencia, con opciones reales de gobernar, arrastraría muchos más votos. Se parecería mucho más al efecto que provocó Manuela Carmena en Madrid que a lo que se vio en las últimas generales.

También puede producir rechazo a algunos votantes.

Entre ambas formaciones hay un espacio mínimo que no querría votar a ninguno de los dos si fueran juntos, pero a cambio el potencial de crecimiento es enorme. Hay gente del electorado socialista o gente que se va a abstener porque está frustrada con la división de la izquierda que ante una candidatura coral podría movilizarse. Esa candidatura no sería Podemos, sería mucho más que Podemos. Introduciría la ilusión en una campaña que, dadas las circunstancias, puede transmitir a los votantes de todo menos ilusión.

Ya fracasaron una vez. ¿Qué le hace pensar que será distinto?

La clave es entender el diagnóstico político. Este país no se merece otro Gobierno del PP apoyado por Ciudadanos. El país podría cambiar mucho y a mejor si una gran confluencia quedase, como mínimo, segunda en las elecciones. Eso es lo que queremos construir. ¿Cuáles son los componentes básicos de esa negociación? Fundamentalmente el reconocimiento mutuo, el reconocimiento de que somos fuerzas diferentes que compartimos un momento histórico y un objetivo. Se resumen en la frase “marchar separados, golpear juntos”. Eso implica un reconocimiento mutuo. Pablo Iglesias tiene la oportunidad de articular en torno a una sola candidatura, no solo a la gente de Podemos, sino también a mucha gente que ni somos ni queremos ser de Podemos.

Entiendo que la negociación será nacional y no por territorios, ¿no?

Sí. Se trata de entender que, aunque Cataluña y Galicia tienen sus especificidades, las organizaciones tienen que hablar de igual a igual, sabiendo que una tiene cinco millones de votos y otra uno, lo admito, pero de igual a igual. No vamos ni a entrar a negociar ningún intento de absorción, liquidación o desaparición de IU bajo un proyecto totalizante.

¿Qué le parece la propuesta de que vayan bajo la fórmula “En común”?

El momento es tan importante que el nombre en la papeleta es secundario. Pero el reconocimiento debe tener su correlato en muchas cosas: en la manera de hacer campaña, en la formación de listas, en la exposición que tengan las siglas... son cosas secundarias que vendrán si se da ese reconocimiento.

¿Es más importante mantener las siglas propias que desalojar al PP?

Es un falso dilema. En diciembre nos votó un millón de personas en unas condiciones realmente adversas, por los medios de comunicación, exposición pública, con Podemos al alza... Nos votaron a nosotros teniendo la papeleta de Podemos al lado. Eso significa que para que ese millón de personas se sume a una candidatura debe verse reconocido en el resultado de dicha confluencia. Deben saber que su candidatura de diciembre no ha desaparecido, que está. Si un votante se encuentra que su papeleta ha desaparecido y solo está la que no quiso votar, seguramente la confluencia será un fracaso. No es una cuestión de ego, el reconocimiento responde también a una razón política.

¿Es optimista?

Lo soy, pero también cauto. Lo intentamos ya en una ocasión... A nosotros en solitario no nos iría mal en relación al 20 de diciembre. Las encuestas reconocen nuestro trabajo, pero no es esa la cuestión. Por mucho que subamos, nuestra posición es insuficiente para transformar la sociedad. Hay en cambio una pluralidad que sí puede hacerlo. Eso me hace ser optimista.

Íñigo Errejón no cree que la izquierda sume al proyecto, sino que resta.

Bueno, es cierto, pero Íñigo no ha tenido nunca una mala palabra contra IU. Tiene una estrategia con la que diferimos. Pero compartimos el objetivo. Yo puedo tener mis diferencias políticas con Íñigo, pero me parece un tipo brillante y creo que debería estar en un Gobierno de transformación social. Y mucha más gente. Entender esa riqueza es lo que nos puede llevar a transformar el país. Fue así en Ahora Madrid y debemos aprender de ello.

¿Podemos entonces sí que es un partido de izquierdas?

Bueno, ellos llaman a las cosas de forma diferente. Yo lo llamo “de Gobierno de izquierdas; ellos, “progresista”. “Yo, de resistencia; ellos, “de cambio”. Al final la gente que sufre las consecuencias de la crisis no quiere debates semánticos. Si hablamos de contenidos, de cómo cambiar la vida a la gente, hay muchos puntos en común. También muchas diferencias, pero hay margen para articular un espacio de trabajo común. Debemos pensar más en el país y menos en nuestras organizaciones. La fórmula es clara. Si Podemos acepta, estaremos ante unas elecciones que cambien el país. Nunca antes habíamos podido quedar como segunda fuerza.

Unas nuevas elecciones chocan con la asamblea de IU. ¿Hay que retrasarla?

Nuestra militancia está capacitada para votar dos cosas al mismo tiempo. Y además, la asamblea de IU ya ha empezado, está en marcha. Es un proceso que incluye debates, documentos... Yo creo que la superposición con la convocatoria de elecciones puede ser incluso buena. Pueden movilizar a la gente internamente para volcarlo hacia fuera, pero también permitir que desde fuera se conozca el debate de IU. 

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