Sin reacción a las noticias

La bolsa habitualmente es un termómetro del estado anímico general, incluso para aquellos que no tienen cantidades invertidas en renta variable. Las caídas de las cotizaciones suele transmitir la percepción de riesgo e inestabilidad. La reacción de las bolsas a noticias potencialmente dañinas para la economía y la estabilidad suele tomarse como medida del grado de gravedad del hecho en cuestión.

Es difícil encontrar un momento en las últimas décadas como el actual, en el que cualquier tipo de noticia eventualmente negativa es absolutamente ignorada por los mercados financieros. Los ejemplos son numerosos: no se recuerda una desunión y un desacuerdo tan evidente como el acontecido en la última reunión del G-7, con EEUU al margen de los otros seis países miembros; Merkel declara que Europa no puede fiarse de dos socios tradicionales, EEUU y Reino Unido; Theresa May propugna un brexit duro, llegando a decir que es mejor un no acuerdo que un mal acuerdo. Adicionalmente, los riesgos geopolíticos se encuentran en un grado como no se recordaba desde la Guerra Fría, con graves tensiones en Siria, el Mar de China y Corea del Norte.

Como las bolsas no se han visto afectadas en absoluto por ninguna de estas noticias, la incidencia de las mismas en la opinión pública ha sido despreciable. Los bajos tipos de interés y la contundente actuación de los bancos centrales sirven de anestesia.