Ropa gallega con proteína de leche

16 / 06 / 2017 Lucía Martín
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Tres emprendedoras lanzan una firma de moda respetuosa con el medio ambiente que utiliza materias primas poco habituales.

Tania Aira, Tania Taboada y Carmen Louzao en la inauguración de Alazia Couture. Foto: Carlos Castro/La Voz de Galicia

Cada vez queremos ser más ecológicos, menos agresivos con el planeta y no es de extrañar que se busquen recursos poco habituales. O que surjan negocios dentro de sectores convencionales, como el textil, donde todo parece sota, caballo y rey. Es el caso de Alazia Couture, una firma gallega de moda femenina. Pero no imaginen una firma convencional, no lo es: una botella de plástico se convierte en un pantalón, la caseína de la leche pasa a ser una blusa; la madera de eucalipto se luce en forma de camiseta que, a la vista y al tacto, bien podría ser de algodón…

Detrás de la marca, tres mujeres: Tania Aira, Tania Taboada y Carmen Louzao llevan con este negocio apenas un año. “Las tres venimos del sector textil y nos percatamos de que faltaba una alternativa sostenible, ecológica, pero que siguiera manteniendo el concepto de moda”, dice Aira. La inversión inicial fue de 75.000 euros, de fondos propios, que se destinaron, en su mayoría, al branding, a la adquisición de materias primas y al lanzamiento de la primera temporada.

Su primera colección tiene dos gamas, la que va por el lado natural y la de los materiales regenerados. En la primera, prendas con lanas orgánicas, algodones orgánicos, caseína, fibra de madera de eucalipto. En la regenerada, plásticos reciclados, lana regenerada, etcétera.

En cuanto a los tejidos, los van encontrando en sus viajes: el primero fue el elaborado con proteína de leche, que se asemeja a la seda en cuanto al tacto y a la caída, pero además es antibacteriano, hipoalergénico y retiene la hidratación de la piel. ¿Cómo se consigue el hilo? “La proteína contenida en la leche, llamada caseína, se seca hasta formar una especie de harina, que se mezcla con agua. Posteriormente se coloca en una máquina mezcladora la caseína, el agua y otras sustancias, como cera de abejas. A través de un proceso mecánico se trabaja hasta obtener un filamento”, explica Aira. Sus prendas, que diseñan ellas mismas, se confeccionan en talleres familiares del norte de Portugal y de Galicia. Uno de los principales problemas que se encontraron al iniciar el negocio fue la formación: “Por el tipo de tejido los talleres necesitaron formación en cuanto a tipos de costuras, hay telas que requieren unos acabados menos convencionales”. Por ejemplo, en algunas los acabados se rematan a mano.

Colecciones pequeñas

A pesar de lo poco usual de las materias, las prendas pueden lavarse en la lavadora y plancharse. ¿Precios? La más cara, una gabardina, sale por 189 euros. Son colecciones pequeñas, de 70 referencias como mucho (lo habitual son unas 200 referencias) y se venden en tiendas multimarca: “No queríamos ir a tiendas ecológicas porque es una forma de acercar este producto a todo el mundo”.

Acaban de entrar en un programa de aceleración de empresas: “Es un préstamo participativo de 100.000 euros, que utilizaremos en la expansión internacional”. Así su ropa llegará más allá de España, México, Alemania o Dinamarca, donde ya puede comprarse. En un futuro les gustaría abrir tiendas flag ship.

Los tintes naturales siempre se han utilizado, no es nuevo, pero sí lo es que una firma de moda decida apostar por ellos. En este caso, las chicas gallegas utilizan lirios o arándanos, por ejemplo, para obtener sus tonalidades. El rosa se obtiene de las fresas; el blanco, de los lirios, y el verde, de las flores del valle. Su ropa ha cuidado tanto los detalles que en las etiquetas van incrustadas semillas.

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