La tensión vuelve a Freixenet
05 / 12 / 2016 Antonio Fernández
Las familias que controlan Freixenet vuelven a la lucha. El patriarca ha fracasado en su intento de comprar su parte a los familiares que quieren vender sus acciones a una multinacional alemana que, por cierto, ha pedido una auditoría.
José Luis Bonet, presidente de Freixenet, es uno de los miembros de la familia que no quieren vender acciones a ningún socio extranjero
Dice el refrán que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Eso es lo que parece suceder con la solución a la guerra familiar que tiene lugar dentro del grupo Freixenet: una parte de la familia propietaria quiere vender sus participaciones y la otra es reticente a que la histórica firma caiga en manos ajenas y pretendía, hasta hace muy poco, que las acciones se quedasen dentro del clan. Cuando todo parecía a punto de caramelo, la operación se fue al garete. Como consecuencia, la guerra desatada a principios de año entre los miembros del clan familiar ha vuelto a activarse.
El patriarca del grupo, José Ferrer Sala, estaba dispuesto a comprar por 230 millones de euros la parte de sus sobrinos antes de que estos vendiesen las acciones a la multinacional alemana Henkell, propiedad del grupo Dr. Oetker. José Ferrer y sus hijos Pedro, José María, Dolores y Mercedes Ferrer Noguer controlan el 42% del grupo de cava catalán. Sus sobrinos Enrique, Carmen, Agustina y Montserrat Hevia Ferrer quieren vender su parte, que llega al 29%. Al margen, quedan otros cuatro sobrinos que ostentan el 29% restante del capital: José Luis y Pilar Bonet Ferrer no desean vender, pero sus dos hermanos, Eudald y Pedro Bonet Ferrer sí son partidarios de deshacerse de las acciones.
