La globalización de la economía es un hecho, guste o no

25 / 01 / 2017 Jesús Sánchez-Quiñones
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El comercio mundial y el movimiento de capitales a través de los cinco continentes son hechos irreversibles que, no desaparecerán, aunque pueden pasar malos ratos.

La Bolsa de Nueva York

La globalización de la economía es un hecho, guste o no. La principal consecuencia de esta globalización radica en que el impacto de las medidas tomadas en algunos de los principales motores de la economía mundial, como EEUU, afecta al resto de economías. Por eso las medidas que finalmente adopte la nueva presidencia estadounidense tienen tanta relevancia.

Tras la quiebra de Lehman Brothers se produjo una brusca caída del comercio internacional, viéndose muy afectados países exportadores como Alemania, China o incluso Arabia Saudita. A su vez, el frenazo del crecimiento chino afectó de forma considerable a los países productores de materias primas que tenían en el gigante asiático a su principal cliente. Una crisis financiera cuyo detonante último fue la quiebra de un banco de inversión estadounidense se transformó en poco tiempo en una profunda crisis económica mundial.

La globalización es un hecho no solo por la relevancia del comercio mundial, sino también por el movimiento de los capitales financieros entre los distintos países. Así, el incremento de la emisión de bonos en dólares estadounidenses por parte de muchas empresas de países emergentes, hace que una excesiva subida del tipo de cambio del dólar pueda poner en peligro la estabilidad de grandes compañías muy lejanas geográficamente de Norteamérica.

La práctica totalidad de las grandes empresas cotizadas en EEUU y en Europa realizan una parte significativa de sus ventas en países emergentes. La aparición de una emergente clase media en Asia y Latinoamérica integrando a varios cientos de millones de personas en escasos años con tendencia a consumir productos antes inaccesibles para ellos, ha ayudado a esta globalización económica.

Ahora, la amenaza de imposición de aranceles a las importaciones de los más diversos productos por parte del nuevo presidente estadounidense, tendría un efecto inmediato en el comercio internacional. “Las empresas estadounidenses que quieran vender sus productos en EEUU deberán fabricarlos en EEUU o pagar aranceles”. “Las automovilísticas que quieran vender coches en EEUU, o los fabrican en EEUU o tendrán que pagar aranceles”, ha dicho Donald Trump.

 

Represalias

Este tipo de declaraciones lo primero que generan es incertidumbre. Adicionalmente, en caso de materializarse, los países afectados no tardarían en tomar represalias e impondrían a su vez aranceles a los productos estadounidenses. El resultado final sería un aumento de los precios de los productos importados, y por tanto de la inflación y una disminución de las importaciones y del comercio internacional. Si disminuye el volumen de comercio internacional, el crecimiento económico de los países más exportadores se resentiría, y finalmente el crecimiento global se reducirá.

Sin saber cuáles serán las medidas finalmente promovidas e implantadas por el presidente Trump, sus mensajes anteriores a la toma de posesión del cargo no son esperanzadores. No solo las medidas de comercio internacional, sino también las medidas de política internacional de la nueva Administración estadounidense tendrán un impacto en la economía global, afectando a todos los mercados financieros internacionales.

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