La buena costumbre de analizar los riesgos antes de invertir

14 / 12 / 2016 Jesús Sánchez-Quiñones
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En el momento actual de tipos cero o negativos hay que saber analizar cuáles son los riesgos en los que se incurre cuando se invierte el ahorro en activos a los que muchos no están acostumbrados.

La Bolsa de Madrid

Los grandes damnificados de la actual situación de los tipos de interés son los ahorradores e inversores más conservadores. La rentabilidad sin riesgo ha desaparecido, e incluso puede llegar a ser negativa. 

Los ahorradores e inversores más conservadores, entre ellos muchos institucionales, como fundaciones o numerosas empresas, están acostumbradas a obtener una cierta rentabilidad “casi garantizada” sin la percepción de haber asumido ningún riesgo. Teniendo en cuenta que el Banco Central Europeo (BCE) cobra a los bancos un interés del 0,4% por el dinero que depositan allí, y que el Euribor a un año (tipo aplicado en los préstamos entre bancos) se sitúa en negativo (-0,074%), es entendible que la remuneración de los depósitos haya pasado a ser inexistente o testimonial.

Estos ahorradores e inversores conservadores se ven obligados a asumir algún tipo de riesgo si desean obtener algo de rentabilidad. Al menos podrán elegir qué tipo de riesgo asumir.

El riesgo de valoración, consistente en la variación de valor de la inversión al valorarse esta a precios de mercado. Si se invierte en productos como los fondos de inversión todos los días habrá un valor liquidativo que podrá subir o bajar. Si se invierte en acciones cotizadas, todos los días habrá una cotización que oscilará respecto al día anterior. Quien invierta directamente en bonos de renta fija, sufrirá oscilaciones en el valor de mercado del bono pero, salvo que quiebre el emisor, recibirá el principal del bono al vencimiento del mismo.

Suele ser el riesgo que psicológicamente más preocupa a los ahorradores e inversores más conservadores. Los productos financieros que no tienen valoración diaria aportan una “falsa” percepción de seguridad, porque además de estar corriendo un riesgo de valoración, aunque no se explicite, se corre un riesgo de iliquidez al no poder deshacer en cualquier momento la inversión.

 

Riesgo de iliquidez

Este riesgo consiste en no poder deshacer la inversión en cualquier momento, bien porque el producto financiero en sí no lo permite, bien por falta de contrapartida para poder realizar la desinversión a un precio razonable. A modo de ejemplo, desinvertir en fondos garantizados en fechas distintas a las posibles ventanas de salida, si las hay, suele llevar aparejada una comisión de reembolso cuantiosa.

Luego está el riesgo emisor que se plasma al adquirir acciones o bonos o productos estructurados. Cuanto menor sea la calidad crediticia o la solvencia del emisor, mayor la rentabilidad exigida.

Por último, tenemos el riesgo de divisa. Es posible obtener rentabilidades en renta fija sensiblemente más elevadas de las que se obtienen en Europa, pero a cambio de correr el riesgo de la divisa en la que está emitida el bono. Un bono del Tesoro estadounidense a diez años proporciona una rentabilidad del 1,8%, frente al 1,2% del Bono del Tesoro al mismo plazo. La rentabilidad en dólares es mayor, pero el riesgo de variación del euro frente al dólar existe.

En este nuevo entorno de tipos cero, la rentabilidad pasa inexorablemente por la asunción de riesgos. Al menos analice qué riesgos está dispuesto a soportar y en función de ello realice sus inversiones. La rentabilidad sin riesgo ya es historia.

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