El Popular y sus nuevos retos

27 / 02 / 2017 José María Vals
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El Banco Popular ya tiene un nuevo presidente para atajar viejos problemas. De momento, se ha dado un plazo para escudriñar todos los rincones de la entidad y evitarse sorpresas futuras antes de tomar decisiones importantes.

Emilio Saracho es el nuevo presidente del Popular desde su ratificación por la junta de accionistas del pasado 20 de febrero. Foto: Mariscal/Efe

Un ex alto directivo del sector financiero comienza su análisis sobre lo que pasa en el Banco Popular con una referencia histórica. “Dos de sus características han sido siempre el cuidado de los accionistas y su nicho de mercado, donde llegó a ser el más rentable de Europa”. Pero llegó la crisis, que pilló al banco con un riesgo inmobiliario al que no estaba acostumbrado y con un negocio que había cambiado parte de su cuota de pequeñas y medianas empresas, donde se movía con éxito como pez en el agua, por créditos hipotecarios y financiación a promotores inmobiliarios, donde el estallido de la crisis le cogió a contrapié.

La conclusión de esta breve descripción histórica se ha traducido en una caída también histórica de la cotización del banco, uno de sus pilares sagrados durante décadas. Desde julio de 2012, fecha en la que ya estaban en vigor todas las medidas de rescate de las cajas y la nueva legislación impulsada desde el Ministerio de Economía para fortalecer el balance de los bancos, la cotización del Popular ha caído un 82%. Y solo en los últimos nueve meses la caída ha sido del 60%. Con estas cifras llega el cambio en la presidencia del banco, materializada el pasado lunes, día 20, en una junta de accionistas donde un asistente dudó públicamente en calificar al nuevo primer ejecutivo de la entidad, Emilio Saracho, de “ángel salvador” o “ángel liquidador”.

Y es que la situación que se encuentra Saracho es francamente complicada. Cuando en mayo del año pasado el banco tuvo que sacar a la luz parte de sus problemas acumulados, realizó una ampliación de capital de grandes dimensiones (prácticamente dobló su número de acciones en circulación) con la que obtuvo finalmente 2.418 millones de euros, que fueron a parar a reforzar sus recursos propios en previsión de que el año terminara mal.

Bajo el título de “advertencia importante”, el folleto de presentación de la ampliación registrado en la CNMV señalaba entonces que existían factores de incertidumbre económica que, “junto a las características de las exposiciones del grupo, aconsejan aplicar criterios muy estrictos en la revisión de las posiciones dudosas e inmobiliarias, que podrían dar lugar a provisiones o deterioros durante el ejercicio 2016 por un importe de hasta 4.700 millones de euros”.

El banco añadía que “de producirse esta situación, ocasionaría previsiblemente pérdidas contables en el entorno de los 2.000 millones de euros en el ejercicio 2016, que quedarían íntegramente cubiertas, a efectos de solvencia, por el aumento de capital, así como una suspensión temporal del reparto del dividendo”, y prometía finalmente marcarse como objetivo llegar a 2018 con un retorno al reparto entre los accionistas del 40% del beneficio neto del banco.

La realidad es que las cosas han salido peor de lo esperado. El Popular ha terminado finalmente el año 2016 con unas pérdidas de 3.485 millones de euros, después de haber tenido que aumentar en 4.200 millones adicionales las provisiones por deterioro de créditos e inmuebles. De esta manera, los casi 2.500 millones de euros que el Popular obtuvo con la ampliación de capital del año pasado han sido absorbidos en su totalidad por las nuevas pérdidas, y los recursos propios del banco han descendido en otros 1.354 millones de euros.

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