El imperio Freixenet se enfrenta a una elevada deuda y la familia busca soluciones

07 / 11 / 2016 Antonio Fernández
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Después de meses de posturas encontradas en la familia que domina el grupo Freixenet, una oferta de compra por parte de una de las ramas familiares ha puesto a la empresa en el punto de mira de los fondos de inversión.

Los últimos meses han sido de infarto para los dueños de Freixenet. Desde el pasado marzo, la pugna entre los accionistas, pertenecientes a la misma familia, ha puesto a la compañía vitivinícola en el disparadero. Las acciones de Freixenet pertenecen a distintas ramas de los Ferrer: el 42% está en manos de los Ferrer Noguer; el 29%, en manos de los Bonet Ferrer; y el 29% restante, en manos de los Hevia Ferrer. Estos últimos son los que propusieron la posibilidad de vender la compañía a la multinacional alemana Henkell, propiedad del grupo familiar Oetker.

Ahora, José Ferrer Sala, el patriarca de la familia, presidente honorario de la compañía, nonagenario pero con una envidiable vitalidad, ha puesto sobre la mesa una contraoferta para comprar el 51% del capital y evitar que la empresa caiga en manos de los alemanes: 230 millones de euros por las acciones que le faltan, una oferta ligeramente inferior a la de Henkell, pero que evitaría dolores de cabeza a los demás accionistas y, además, el tener que dar explicaciones.

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