Deuda pública en continua refinanciación

21 / 12 / 2016 Jesús Sánchez-Quiñones
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Cada vez es más palpable la sensación de que la deuda pública se refinanciará, pero no bajará mucho.

El presidente del BCE, Mario Draghi

Hoy en día no existe en la práctica totalidad de los Gobiernos occidentales la más mínima intención de reducir la deuda púbica, solamente se pretende refinanciarla de forma permanente en lugar de comenzar a cancelar emisiones sin realizar otras emisiones que las sustituyan.

El incremento de los niveles de deuda pública ha sido la norma en todos los países occidentales desde el inicio de la crisis. Para reducir dicho nivel de endeudamiento de los Estados es imprescindible primero acabar con los déficits públicos, y posteriormente generar superávits en las cuentas estatales que sirvan para cancelar deuda. Nada más lejos de la realidad. Mientras siga habiendo déficits públicos seguirá incrementándose la deuda pública en nivel absoluto, aunque en términos de PIB pueda dejar de hacerlo debido a que el crecimiento enmascara la cifra total.

Política expansiva

La actuación de los principales bancos centrales, Banco de Japón (BoJ), Reserva Federal de Estados Unidos, Banco de Inglaterra y Banco Central Europeo (BCE), comprando ingentes cantidades de bonos soberanos directamente, o prestando a los bancos a tipos mínimos para que estos a su vez compraran la deuda pública, ha creado la ilusoria percepción de que la deuda pública no se cancela nunca, solo hay que refinanciarla. Si en el momento de su vencimiento no hay inversores dispuestos a adquirir nuevos bonos soberanos, entonces el banco central correspondiente lo hará o financiará a los bancos para que sean ellos quienes lo hagan en su lugar. Ese bucle es el que alimenta la percepción de que la deuda pública puede seguir creciendo y creciendo.

Por encima del objetivo

Los niveles de deuda pública de todos los países del euro, incluido Alemania, se sitúan muy por encima del límite máximo establecido en el examen de entrada en el euro de finales de los noventa (60% del PIB). Los Estados europeos se han acostumbrado a vivir altamente endeudados, sin que exista una intención de repagar dichas deudas, sino solamente de refinanciarlas con la inestimable ayuda del Banco Central Europeo.

Cada vez es mayor el nivel de deuda pública que se considera deuda estructural o permanente, pero la deuda no puede crecer de forma indefinida. A su vez, los tipos de interés no estarán siempre en los bajos niveles actuales. Cuando suban, que lo harán, se convertirán en una pesada carga que lastrará el crecimiento porque la factura de los intereses que tendrán que pagar los Estados irá en aumento.

La gran diferencia actual es que el principal tenedor de los bonos soberanos es el BCE en el caso de Europa y el BoJ en el caso de Japón. Llegado el momento, un canje de los bonos mantenidos por la autoridad monetaria por bonos a larguísimo plazo e ínfimos tipos de interés es cada vez una posibilidad más real. Sería algo así como convertir en prácticamente perpetua una parte de la deuda pública actual de la Eurozona y de Japón, entre otros países.

La actuación de los bancos centrales no solo ha llevado a la aberración de los tipos negativos, sino que ayuda al convencimiento de considerar que las deudas no hay que pagarlas, sino solo refinanciarlas.

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