Crear dinero de la nada

03 / 08 / 2016 Jesús Sánchez-Quiñones
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Los bancos centrales a nivel global se han metido en una dinámica perversa de la que no consiguen salir. La política de financiar ilimitadamente los déficits de los Estados acabará teniendo perversas consecuencias.

Tradicionalmente los episodios de elevada inflación, incluso de hiperinflación, se han producido por la creación de dinero por parte de un banco central sin que realmente existiera un respaldo de reservas en su balance que soportara dicho incremento de dinero en circulación. Si resolver los problemas económicos de una economía fuera tan fácil y tan sencillo como imprimir todo el dinero que se necesite sin que haya activos que respalden dicha emisión, Zimbabue sería una potencia internacional. Este país africano llegó a emitir billetes de valor unitario de 100 billones de dólares de Zimbabue, equivalentes en valor a menos de tres dólares estadounidenses. Obviamente, el país africano no consiguió escapar de un proceso de hiperinflación que fulminó el valor su moneda con la consiguiente crisis económica.

Japón parece haber encontrado la forma de desafiar las leyes económicas. El Estado nipón incurre en déficit; el Tesoro japonés emite bonos para financiar ese déficit y el Banco Central Japonés compra directamente esos bonos. De hecho, el Banco de Japón adquiere no solo un importe equivalente a la nueva emisión de cada año, sino que adicionalmente compra hasta el 7% del saldo de bonos en circulación.

Ahora, el Gobierno japonés tiene intención de poner en marcha un plan de inversión por un importe equivalente al 4% del PIB nipón para incentivar su economía. Dicho plan se financiará con la emisión de bonos que acabará adquiriendo el Banco de Japón.

Con la tendencia actual, en el año 2020 el Banco Central de Japón será el tenedor de más del 60% del total de la deuda pública emitida por el Tesoro nipón. El siguiente paso será canjear los bonos en poder del banco central por bonos perpetuos que emita el Tesoro japonés a interés cero o testimonial. En lugar de realizar una reestructuración formal del impagable nivel de deuda actual se realizaría una argucia contable equivalente.

Peligrosos efectos secundarios

La historia económica y el propio sentido común indican que no es posible la creación ficticia de riqueza sin perversos efectos secundarios. Si los bancos centrales son capaces de financiar los déficits de los Estados sin límite y sin perversas consecuencias se acabarían todos los problemas del Estado del bienestar, de las pensiones y de los recortes.

De ponerse en marcha los planes del programa de inversiones públicas del Gobierno japonés financiado por el banco central, asistiríamos a una variante del “helicóptero monetario”: dar dinero a cada ciudadano sin ninguna contraprestación, el equivalente a lanzar billetes desde un helicóptero. En esta primera modalidad, en lugar de regalar dinero a los ciudadanos se le entregaría al Estado.

Los bancos centrales a nivel global se han metido en una dinámica perversa de la que no pueden salir. Han convertido a la economía en un drogadicto de sus políticas. Cada vez son necesarias dosis más elevadas para lograr algo de efecto. Lamentablemente, las desintoxicaciones siempre son dolorosas. 

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