Avalancha de cajas en bolsa

29 / 10 / 2015 José María Vals
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Los dos próximos años pueden ser históricos por las sucesivas salidas de antiguas cajas de ahorros a bolsa. Buscan independencia en la gestión sin tener que venderse al mejor postor, que sería un banco más grande

Braulio Medel, presidente de Unicaja, una de las que saldrá a cotizar a los mercados el año próximo.

Todos van poniendo plazos y en un año o dos, Kutxabank y las cajas rurales asociadas a Globalcaja van a ser las únicas entidades financieras con un cierto tamaño que van a quedar fuera del alcance de los inversores en bolsa. El resto tienen planes para dejar parte de su capital en manos ajenas a través de su salida a cotizar. Va a ser una especie de avalancha en la que irán accediendo al mercado Ibercaja, Unicaja, BMN y Abanca.

Aunque a lo largo de las últimas semanas se ha hablado, y mucho, de la necesidad de que los bancos ganen tamaño para poder sobrevivir en un escenario en el que los márgenes disminuyen, lo cierto es que ninguno de los implicados en este proceso está por la labor de propiciar fusiones entre ellos. “En plena crisis tuvimos la oportunidad de buscar más activamente la unión entre nosotros, pero en unos casos por seguir intervenidos por el Estado y en otros por mantener la independencia en la gestión, nunca ha habido acercamientos; y de momento no parece que vaya a haberlos”, dice a TIEMPO un directivo de una de estas entidades financieras.

Aunque las normas son iguales para todos, la línea de salida es muy diferente. Ibercaja y Unicaja se han convertido en bancos por imperativo legal, ya que la reforma financiera obligó a las cajas a desaparecer y convertirse en fundaciones bancarias que a su vez controlan el capital de un banco que ha recogido el negocio financiero de las cajas de origen. Tanto una como otra impidieron en su día el desembarco sin control de políticos en sus órganos de decisión y eso las ha salvado de la quema. Ahora, Unicaja e Ibercaja tienen ya contratados a equipos de consultores para que les hagan las cuentas y traten de aclarar a sus directivos el precio que podrían pedir a nuevos inversores por poner sus acciones en bolsa y cuál sería el precio idóneo para hacerlo.

El plazo no es ilimitado, ya que la ley de cajas y el decreto que desarrolla la actividad de las fundaciones bancarias especifican que en 2018 estos bancos que han heredado el negocio financiero de sus cajas de origen tienen que tener más de la mitad de su capital fuera del alcance de las fundaciones que ahora son sus propietarias. Se pueden negar, pero eso tiene un precio que está fijado en un mínimo del 0,6% de los activos de riesgo (los créditos) que tendrían que inmovilizar como fondo de reserva para cubrir posibles problemas de solvencia futuros.

“Para esas fundaciones bancarias
 –continúa el directivo financiero– el establecimiento de ese fondo de reserva puede suponer la renuncia a gran parte del resultado de varios años. Eso impediría alimentar el capital social con beneficios y les dejaría sin posibilidad de incrementar su negocio sin insuflar dinero por otras vías para ir subiendo el capital necesario para cumplir los requisitos de solvencia impuestos por el Banco Central Europeo”.

Dinero fresco. La solución más plausible en estas circunstancias es salir a bolsa. Y ello porque estas operaciones pueden combinar dos clases de venta de acciones. Por un lado, pueden ponerse en marcha operaciones de suscripción (OPS) en las que el importe recaudado por la entrada de nuevos inversores va directamente al capital del banco, lo cual asegura su solvencia futura y pone a su disposición un cierto colchón de crecimiento. Por otro, pueden hacerse operaciones de venta (OPV), en las que el dinero de los inversores iría a las manos de la fundación bancaria que vende.

“Si se combinan las dos –añade la fuente consultada–, el banco queda en mejor situación financiera y la fundación que antes tenía el cien por cien pierde la mayoría del capital, aunque no necesariamente el control de la gestión, y se queda con un ingreso extra que compensará el menor ingreso que tendrá en los años siguientes por el dividendo del banco”.

Esta estrategia, aplicable también al resto de los bancos que proceden de antiguas cajas, es muy diferente en el caso de BMN, cuyo capital está mayoritariamente en manos del Estado a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Su salida a bolsa estaba planteada para este mismo 2015, pero el Ministerio de Economía y el Banco de España, que son quienes mandan en el FROB, han decidido dejarlo para el próximo año. La bolsa sigue castigando la cotización de los bancos y el Gobierno quiere recuperar el mayor dinero posible de las ayudas concedidas a la entidad para su saneamiento. BMN ha recibido 1.645 millones de euros de ayudas públicas.

Un caso distinto es el de Abanca, el banco que ha recogido el negocio de Nova Caixa Galicia y del Banco Echeverría. Fue vendido en subasta al banco venezolano Bandesco, que pagó mil millones de euros por él, aunque en diferido, ya que aún debe una parte que va pagando con cargo a sus beneficios anuales. Aquí, el propietario, Juan Carlos Escotet, también ha dicho que saldrá a bolsa en 2018, esta vez sin imperativo legal que le obligue, pero porque quiere rentabilizar una parte del banco, del que ahora tiene alrededor del 90% después de haber hecho dos ampliaciones de capital en las que ha puesto 170 millones.

Soledad buscada. Y el que no ha puesto fecha, porque dice que nunca cotizará, es el presidente de Kutxabank, Gregorio Villalabeitia. La razón oficial es que el banco, fruto de la fusión de las tres cajas vascas (la BBK de Vizcaya, Kutxa de Guipúzcoa y Vital de Álava), saldría a bolsa infravalorado, porque su potencia financiera le hace acreedor de otros precios. Es verdad que es una de las entidades más sólidas de España, pero también hay un componente político. El PNV siempre ha estado en la sombra en BBK y quiere seguir estando.

El diferente tamaño de las cajas que se fusionaron dejó en manos de la antigua caja vizcaína BBK el 57% del capital del nuevo banco. El 32% es propiedad de la Kutxa guipuzcoana y el 11% restante lo tiene Caja Vital. Todo ello a través de sus respectivas fundaciones bancarias. Ahora, las autoridades bancarias europeas y españolas les han reconocido oficialmente que aunque las tres se pusieron de acuerdo para fusionarse y crear Kutxabank, una vez creado el banco ya no actúan de forma coordinada y que el famoso fondo de reserva solo lo tiene que crear BBK, que es el mayor accionista, y solo por la parte que excede el 50%.

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