Oriente surreal

23 / 03 / 2017 Vicente Molina Foix
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Art et Liberté expone un surrealismo egipcio teñido de compromiso político.

Vistas de sala: Art et Liberté: ruptura, guerra y surrealismo en Egipto (1938-1948)

El surrealismo ha sido la vanguardia más ambulatoria de la historia, si entendemos el vanguardismo no como simple disposición de un espíritu artístico sino en tanto que movimiento dotado de manifiesto, ideología, fecha fundacional, dirigentes severos y normas de obligado cumplimiento. De ahí que pocos años después de su creación ya existieran franquicias y dispensarios surrealistas en sitios tan distantes de París como México, Chile, la Martinica o El Cairo; en España, sin ir más lejos, los hubo en Tenerife y Zaragoza, al margen claro está del influjo de sus técnicas irracionalistas en grandes artistas sin filiación expresa como Aleixandre, Lorca o Buñuel.

Ahora en el Museo Reina Sofía se puede ver una muy sugestiva exposición originada en el Pompidou de París, Art et Liberté. 1938-1948, un surrealismo egipcio teñido de compromiso político, y en la que nuestro país y su Guerra Civil figuran como motivo inspirador. El grupo de los surrealistas cairotas era cosmopolita, a tono con el internacionalismo de su ramificación, y agrada encontrar entre sus miembros a cuatro mujeres fundamentales: la gran pintora Amy Nimr, la mecenas y poeta Marie Cavadia, la famosa fotógrafa y musa viajera Lee Miller y una significativa artista y activista, Inji Efflatoun, ampliamente representada con sus cuadros en la muestra. También es muy elocuente ver la interacción de la plástica con la literatura, otro de los sellos definitorios del ismo creado por André Breton. En ese sentido, hay que resaltar la presencia en las salas del Reina Sofía, a través de textos y perfiles, del poeta de familia copta Georges Henein y del novelista de expresión francesa nacido en El Cairo Albert Cossery; de este último, una interesantísima figura bohemia, se tradujeron aquí (en el sello Anaya de Mario Muchnik) sus excelentes novelas Los hombres olvidados de Dios y La casa de la muerte segura. Aparte de su intervención sustancial en el manifiesto que dio a conocer en 1938 al grupo Art et Liberté, Henein, que pasó su adolescencia en Madrid, llama poderosamente la atención con su ocurrente truculencia; a Henein le dolía España, las dos Españas, la reaccionaria y aquella defensora de la legalidad republicana abandonada por las potencias europeas durante la Guerra Civil, como se pone de relieve en su poema No intervención.

La visita de la muestra antológica, acompañada de curiosas imágenes contemporáneas de un país en fermento y libertad gestual hoy por desgracia muy desvanecida, depara la oportunidad de conocer a algunos artistas de deslumbrante calidad dentro de la iconografía un tanto programática de la pintura surreal. Destacan la ya citada Amy Nimr, los ingeniosos dibujos al carboncillo de Marcel Salinas, los cuerpos fragmentados de Hassan El-Telmisani, la riqueza cromática de uno de los cabecillas del grupo, Abdel Hadi El-Gazzar, y, para mí el mayor descubrimiento del conjunto, los cuadros al óleo de vigorosa imaginería de Mayo, nombre artístico de Antoine Malliarakis, colaborador independiente del grupo nacido de madre francesa y padre griego en Port Said. Es seguramente, en términos de calidad absoluta, el mayor artista de esta memorable exposición.

Grupo Zeta Nexica