Los increíbles amores de Virginia

19 / 09 / 2017 Ignacio Vidal-Folch
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"Sobre Escobar se han rodado varias series y películas. Si su personaje es interesante como catalizador de la corrupción de toda una sociedad, como individuo particular reviste menos interés".

GETTY IMAGES / VITTORIO ZUNINO CELOTTO

Se ha presentado en un festival de Venecia la nueva película de Fernando León, protagonizada por Bardem y Penélope Cruz, titulada Loving Pablo o sea “Amando a Pablo”, que corresponde al título del libro en el que está inspirada, que es Amando a Pablo, odiando a Escobar, el testimonio autobiográfico de Virginia Vallejo, que fue miss y presentadora de televisión, sobre sus relaciones con Pablo Escobar, el famoso capo del cartel de Medellín, responsable directo de la muerte de miles de colombianos; entre ellos todo el pasaje y la tripulación de un avión en vuelo en el que hizo poner una bomba porque le habían dicho –equivocadamente– que en él viajaría César Gaviria (que luego sería presidente del país), al que se la tenía jurada. 

Sobre Escobar se han rodado varias series y películas, lo hemos convertido en un personaje pop. Si su personaje es interesante como catalizador de la corrupción de toda una sociedad, como individuo particular reviste menos interés. En cambio la “memoria” de Virginia Vallejo no tiene desperdicio como testimonio de una personalidad mucho más interesante: ella misma, que hace alarde de una hipocresía extraordinaria desde el mismo título, donde sugiere que ella estaba enamorada del hombre pero le repelía el criminal. Esa cursilada es tan difícil de creer, es una patraña sentimental tan burda, que resulta involuntariamente divertida. Me recuerda el estupor del editor francés de cómics Jacques Glénat cierta noche en que se reunió a cenar con el editor español Josep Toutain, propietario de Selecciones Ilustradas. Glénat le reclamaba el pago de cierta deuda, pero Toutain le respondió, muy persuasivo: “No, Jacques, no. Ahora, con quien estás hablando, es con Toutain-tu-amigo, que no te debe nada. El que te debe ese dinero es Toutain-el-editor, que ahora no está aquí.” Glénat se hacía cruces. No daba crédito. Toutain ya ha muerto, lamentablemente. Carlos Giménez, que trabajó a sus órdenes en Selecciones, lo ha inmortalizado bajo el alias de Filstrup en los álbumes autobiográficos de Los profesionales, que seguramente son lo mejor que ha dibujado nunca. 

Pero volvamos a Virginia Vallejo. Su libro, que creo es un best seller internacional, pretendía que aceptemos la curiosa dicotomía y simultaneidad entre sus sentimientos amorosos y negativos hacia el asesino de masas. De hecho no dejó de “querer” a “Pablo” ni de recibir complacida sus mercedes y regalos hasta que empezó a saber demasiado sobre él, y entonces “Escobar” empezó a mirarla de una forma rara y preocupante y a tomar unas disposiciones que la hicieron comprender que se proponía matarla también a ella. Se fugó a tiempo a Miami y colaboró con la DEA. A priori parece difícil hacer una película interesante con los amores de dos personajes así (el lema publicitario de la película dice, muy apropiadamente: “Un gangster. Una princesa. La película sobre la historia de amor más increíble”. En efecto, increíble), pero quizá León lo haya conseguido. El libro que escribió, o que le escribieron a la señora Vallejo, se lee con mucho interés.

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