La buena letra

30 / 03 / 2017 Ricardo Menéndez Salmón
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Rato y Blesa han eludido la prisión preventiva por su actitud “cabal” en el juicio.

Un día cualquiera te levantas y descubres que, mira por dónde, tu madre ha tenido razón durante toda su vida. Que su advertencia de que la buena educación, los buenos modales y la buena letra predisponen a los demás en favor tuyo era algo más que una receta vacía, sacada de algún vademécum familiar siempre disponible para apaciguar a los respondones, a los vehementes, incluso a los zurdos, y que en cambio semejante letanía guardaba un tesoro de sabiduría filial que, como hijo, has hecho muy mal en ignorar.

La Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, que es un ente físico, tangible, que se puede ver y tocar, y no un mero galimatías, y a quien cayó en suerte juzgar a Miguel Blesa y a Rodrigo Rato por el caso de las tarjetas opacas al fisco emitidas por Cajamadrid, ha dado la razón a mi madre al considerar que el comportamiento “intachable y cabal” de ambos durante el juicio hacía innecesaria adoptar la prisión preventiva como medida cautelar en tanto la sentencia que los condenaba a penas de cárcel de seis y cuatro años y medio de cárcel, respectivamente, se hiciera firme. Mi madre, que seguramente está tan cabreada como cualquier hijo de vecino con estos dos señores, ha comprendido sin embargo, como ha hecho el tribunal presidido por la jueza Ángela Murillo, que las buenas formas de los antedichos se hayan convertido en argumento para evitarles un destino poco agradable para sus personas. Sabido es, en efecto, que la cárcel está llena de gente maleducada, que presume de pésimos modales e insiste en una desastrosa caligrafía.

Y es que se ve que el diablo está en los detalles. Que el tribunal haya considerado relevante apuntar a lo intachable, a lo cabal, del comportamiento de dos personas como perchas de las que colgar una resolución, se parece demasiado a un ejercicio de bizantinismo, si no es directamente una tomadura de pelo. ¿Quizá si Blesa hubiera escupido en el suelo o Rato hubiera mandado mensajes de móvil mientras sus casos se juzgaban la resolución hubiera sido otra? ¿Está enviando la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional un mensaje a futuros juzgados para que, en la circunstancia oportuna, se abstengan de una actitud negligente, de lucir ropa sin planchar o de fumar a escondidas en los lavabos? ¿No estaremos, en realidad, recibiendo una lección gratuita, democrática y, sobre todo, altamente representativa de civismo español sensu stricto?

Y sin embargo, aunque debo darle la razón a mi madre por una vez, a esa madre que me mira con sonrisa de triunfo mientras repasa las noticias y señala con el dedo las palabras “intachable” y “cabal”, no puedo dejar de acordarme de una frase que Rafael Chirbes nos dejó en una de sus novelas. Y que dice: “La buena letra es el disfraz de las mentiras”.

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