Vacaciones con otro encanto
Hay lugares de veraneo especiales: entre sus vecinos hubo protagonistas de la cultura universal. Aquí van algunas opciones de vacaciones culturales.
La Hidra de Leonard Cohen
GRECIA EN 1960
El canadiense llegó en 1960. En esta pequeña isla del Egeo, al sur de Atenas, decidió anteponer la canción a la poesía. Lo hizo gracias a la noruega Marianne Ihlen, su compañera en aquella experiencia. A ella está dedicada So Long Marianne. La Hidra de entonces hoy es parada obligada en los cruceros.
La Villefranche-sur-Mer de Los Rolling Stones
A SALVO DE IMPUESTOS
Agobiados por el fisco del Reino Unido, los Stones se instalaron en la Costa Azul a principios de 1970. Las dimensiones del château alquilado por Keith Richards a mitad de camino entre Niza y Cannes, Villa Nellcôte, le permitieron montar el estudio de grabación donde nació Exile on Main St. (1972), quizá el mejor álbum de la banda.
El Yegen de Gerald Brenan
EL REFUGIO DEL SABIO
Don Geraldo llamaban al gran hispanista británico en Yegen, uno de los pueblos más pintorescos de Alpujarra de la Sierra (Granada). Brenan lo descubrió fascinado en 1920 y dio noticia del lugar al mundo entero. Para los amantes del turismo rural, un lugar de ensueño.
La Valldemosa de Chopin
UN LUGARQUE CURA
Minado por la enfermedad, Frédéric Chopin llegó a la Cartuja de Valldemosa en diciembre de 1838. Aunque los que siguieron fueron unos meses especialmente lluviosos, que no trajeron la anhelada mejoría, el pianista compuso aquí la mayor parte de sus preludios mientras su compañera, George Sand, escribía Un invierno en Mallorca.
La Formentera de King Crimson
AHORA, CON CALLE
King Crimson, una de las formaciones señeras del rock sinfónico de los 70, abría su álbum Islands (1969) con Formentera Lady. Aquella pieza convirtió a la Pitiusa menor en un enclave contracultural de primer orden. Recientemente, el ayuntamiento de la isla, en pago a aquella canción, ha dedicado a la banda una calle en Els Pujols.
La Deiá de Robert Graves
UN DELICIOSO MUSEO
El autor de Yo Claudio (1934) quedó prendado de este municipio de la mallorquina sierra de la Tramontana en 1929 y al punto fijó allí su residencia. Tras abandonar la isla durante la guerra, regresó a ella en 1946. Nunca volvería a marchase. En la que fuera su casa, además del museo del autor, hoy se organizan veladas musicales.
El Tánger de Paul Bowles
ESCAPAR
Antes de convertirse en uno de los principales centros turísticos de Marruecos, su actividad diplomática en los días de la zona internacional y toda la literatura ambientada en ella ya habían hecho de Tánger una ciudad cosmopolita como pocas. Paul Bowles arribó en 1947 y no tardó en convertirse en el cicerone para la generación beat al completo. Su huella sigue allí.