Un adulterio muy vigente

01 / 05 / 2006 0:00 José María Goicoechea
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

En la obra de Clarín no han hecho mella los 121 años transcurridos desde su publicación. Las veleidades de “Ana Ozores”siguen interesando.

Escandalizó a los lectores más pacatos de su tiempo y el franquismo continuó con el anatema sobre Clarín (no olvidemos que los franquistas fusilaron a su hijo, rector de la Universidad) –explica el poeta y profesor de Literatura de la Universidad de Oviedo José Luis García Martín–. Hasta 1968 no se repuso en el Campo de San Francisco de Oviedo el monumento que le había dedicado la República. Fue precisamente por esas fechas, tras la reedición de la novela en una colección de bolsillo, la de Alianza Editorial, cuando empezó a darse a conocer mayoritariamente. Hoy es quizá la novela de su tiempo que menos ha envejecido”.

Entre 1884 y 1885, un Leopoldo Alas, Clarín, de 33 años, publicaba una ambiciosa novela.“Catedrático entonces de Derecho en Oviedo, era famoso como crítico y había escrito cuentos –recuerda Santos Sanz Villanueva, profesor y responsable de la edición de las obras completas de Clarín en la Biblioteca Castro–. Esta obra, según confiesa él mismo, le dejó muy satisfecho; sentía que había logrado una verdadera obra de arte. Representa en su trayectoria el momento de plenitud de su pensamiento reformista y social. Luego derivó hacia un espiritualismo religioso”. García Martín –director de la revista literaria Clarín– cree que “la escritura de La Regenta, casi de un tirón, enviando a la imprenta los capítulos a medida que se escribía, supone casi un milagro. Pronto Clarín, precozmente envejecido, sería incapaz de un esfuerzo semejante”.

Algo más que infidelidad

Ana Ozores es la Regenta, y el asunto que mueve la trama de la novela queda bien explicado por Benito Pérez Galdós en su prólogo a la reedición de 1901: “El problema no es otro que discernir si debe perderse por lo clerical o por lo laico”. Lo clerical es el soberbio y arribista Fermín de Pas, magistral de la Catedral; lo laico es el donjuanesco seductor y jefe del Partido Liberal Álvaro Mesía.

Y lo de perderse... ¿Cómo se pierde una mujer casada? Pues cayendo en el adulterio. Sí, se trata de una novela de adulterio, como otras grandes obras más o menos contemporáneas, como Madame Bovary, de Flaubert (1857) o El primo Basilio, de Eça de Queiroz. Pero no hay sólo infidelidad.

Pesimismo radical

“Provocó –cuenta Santos Sanz– una gran polvareda por los tintes anticlericales, por su visión negativa de la realidad y por su radical pesimismo. Pero esa auténtica convulsión no tuvo efectos editoriales parejos. Desde 1884-85, primera salida, no se reeditó hasta 1901. Es seguro que hubo algunas ediciones medio clandestinas, pero resulta raro. Fue decisiva para su recuperación la salida en edición de bolsillo de Alianza en los sesenta. Luego ha pasado a considerarse, entre otros por Mario Vargas Llosa, un gran clásico de nuestras letras y hoy casi nadie discute su extraordinario valor”.

En su momento, La Regenta resultó transgresora, dio pie al escándalo en la sociedad ovetense, lo que “demostró –según García Martín– que su reflejo en Vetusta no era nada exagerado”. Vetusta es el nombre de la ciudad de La Regenta, trasunto irónico de la propia Oviedo. Santos Sanz recalca, en relación a aquella transgresión, la “ausencia de personajes positivos.Todos son egoístas o inmorales. Hay alguno un poco más respetable (el naturalista Frígiles o el Obispo), pero ni éstos se salvan. Incluso satiriza a un librepensador que podría haber encarnado las ideas del autor”.

Un problema de hoy

Y destaca Santos Sanz Villanueva que “la múltiple insatisfacción de una mujer sensible e idealista, también un poco histérica, frente a la prosa de la vida tiene plena vigencia como problema de hombres y mujeres de hoy”. Pérez Galdós, en el prólogo a la edición de 1901, escribió: “De mí sé decir que pocas obras he leído en que el interés profundo, la verdad de los caracteres y la viveza del lenguaje me hayan hecho olvidar tanto como en ésta las dimensiones, terminando la lectura con el desconsuelo de no tener por delante otra derivación de los mismos sucesos y nueva salida o reencarnación de los propios personajes”.

Grupo Zeta Nexica