Ramoncín, ¿por qué no te callas?

28 / 03 / 2017 José Manuel Gómez
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El cantante saca triple CD y documental en el que sus contemporáneos meditan por qué tiene tantos enemigos.

En las distancias cortas Ramón es un tío agradable al que resulta difícil buscarle las cosquillas, es un conversador inagotable y por ahí aparece su gran pecado: habla más de lo que escucha.

No creo que Ramoncín fuera menos punk que Sid Vicious, la consagración del idiota con imperdibles. Ser el primer punk español tiene mucho mérito, tanto como ser rey en Francia en la época de la guillotina. A Ramón le tocó lidiar con la Transición en unos conciertos que se vivían en las trincheras y que parecían organizados por el Ministerio del Interior franquista, por la cantidad de Policía que convocaban. El primer público punki iba disfrazado (más o menos) de brutalidad ciega, solo se leían los titulares, así que iban a los conciertos a escupir. También lanzaban objetos muy contundentes. Lo recuerda Julián Hernández, de Siniestro Total: “En Guadalajara inauguramos el nuevo auditorio al aire libre. No sé cómo consiguieron romper las gradas. ¡Nos tiraban cachos de cemento!”.

Provocar en aquellos años del punk era un ejercicio de alto riesgo y los punkis locales siempre parecían dispuestos a montar la bronca. Con aquel panorama, cantar El rey del pollo frito o Marica de terciopelo resultaba peligroso, sobre todo si lo único que parecían contar los medios era que Ramoncín había tirado huevos o había devuelto un escupitajo a un espectador. Es el mejor momento de Ramoncín, un disco potente y con polémica: sus primeros compañeros le acusan de dejarles tirados.

Y Ramoncín descubrió la televisión en unos programas en los que el debate era imprescindible. Ahí se convirtió en el reverso de Paco Umbral, que andaba proclamando las virtudes del “rollo cheli” y poco más tarde las carnes prietas de la Movida madrileña.

En 1981 Ramoncín y el cronista coincidimos en el concierto de Bruce Springsteen de Barcelona. A esas alturas Ramón había dejado atrás el pollo frito y era la respuesta española al rock, era de Bruce antes que el propio Springsteen. En su tercer disco graba el memorable Litros de alcohol entre algunas canciones que navegaban entre el Boss y el rock de meseta con giros chelis, de nuevo su marca.

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