¿Quiere usted ser mecenas?

03 / 04 / 2012 12:01 Pedro García y Antonio Díaz
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Con apenas un año de vida, la financiación colectiva no deja de crecer en España ante los recortes y la ausencia de inversión. El secreto es la multitud.

Borja Soler, Eduardo Villanueva, Rodrigo Sorogoyen y Alberto del Campo (en la imagen, de izquierda a derecha) son junto con Isabel Peña el alma máter de la película Stockholm. Rozan los 30 años y se conocieron en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM) a principios de la década pasada. Su historia es la de una generación que respira talento -Rodrigo, por ejemplo, firmó en 2008 la comedia 8 citas y ha dirigido varias series de televisión- y posterga sus proyectos más personales en ausencia de oportunidades y recursos financieros. Talento, ganas y crisis, así que “hace dos años y medio -explica Sorogoyen, director y coguionista del proyecto- decidimos formar una productora (Caballo Films) y empezamos a hacer cortos y videoclips mientras esperábamos la oportunidad para hacer una película”. Y llegó el crowdfunding. Borja Soler es tajante: “Que en la situación en la que estamos haya gente dispuesta a meter dinero en algo que no conoce, de lo que solo tiene información por una web y un vídeo de un minuto, es una responsabilidad extra”. Y tanto: en solo dos semanas, cerca de 9.000 euros, un 15% del presupuesto final. Para estos jóvenes, “una inyección de adrenalina”. Dos años y medio después, Stockholm comenzará a rodarse en Semana Santa. www.stockholmlapelicula.com

El correo electrónico de Rodrigo echa humo. “¿Ves? El dinero ha llegado mientras hacíamos la entrevista: es la prueba de que esto funciona”. Media hora de conversación, 400 euros más para la causa. El sol atraviesa las ventanas de su ático del centro de Madrid y los rayos se reflejan en las cucharillas y las tazas de café. Mientras hablamos, Rodrigo Sorogoyen, director de cine, 30 años y barba de una semana, se ha acercado un poco más a su sueño: sacar adelante su segunda película, Stockholm. Y es que, en plena crisis, junto con cinco amigos, todos profesionales del cine, sin financiación y sin subvenciones, ha encontrado productor. Su película será financiada por la colectividad, borrosa e hiperactiva. La multitud. Exactamente, 184 mecenas anónimos que han aportado más de 9.000 euros en una semana. Una certeza: el crowdfunding, la financiación en masa o colectiva en la era de Internet, ha llegado a nuestro país para quedarse.

Como Stockholm, que comenzará a rodarse a principios de abril en Madrid, centenares de proyectos han visto la luz en España gracias a este mecanismo financiero, que aterrizó en España en diciembre de 2010 de la mano de la plataforma on-line Lánzanos, una start-up fundada en Ciudad Real por Carlos Hervás, Rafael Cabanillas e Ignacio Arriaga. “La idea original es estadounidense y ya estaba asentada en Francia o Reino Unido”, explica a Tiempo Gregorio López-Triviño, que se unió al trío recién arrancada la aventura. El funcionamiento es sencillo: la plataforma alberga en su sitio los proyectos y establece un límite de tiempo para recaudar los fondos solicitados; los usuarios y mecenas potenciales deciden qué propuestas apoyan y aportan una cantidad de dinero según su conveniencia y las recompensas, que van desde apariciones en los créditos de una película o un disco hasta conciertos o pases privados.

El fenómeno del mecenazgo colectivo en Internet, que según medios como The Wall Street Journal podría convertirse en una alternativa real de futuro a los capitales de riesgo, surge auspiciado por la expansión de las redes sociales pero su filosofía no es nueva. López-Triviño pone como ejemplo “el caso del grupo de rock Extremoduro”, que financió su primera maqueta “con el dinero recaudado por la venta de papeletas por valor de 1.000 pesetas que daban derecho a los compradores a una copia del disco”. La tecnología ha sofisticado el proceso, pero en esencia el mecanismo es el mismo.

Amantes de la creación.

Según López-Triviño, la función de este tipo de plataformas es la de ser “pasarelas de pago”, es decir, actuar como intermediarios entre los mecenas potenciales y los dueños de los proyectos, de quienes depende en exclusiva la fiscalización: el IVA o la emisión de un certificado de desgravación en propuestas solidarias, a los que este sistema cobra un 1% por gestión bancaria. El competidor directo de Lánzanos es Verkami -“amante de la creación” en esperanto-, fundada en la localidad catalana de Mataró al comienzo de 2011 por el biólogo Joan Sala y sus dos hijos, Adrià y Jonàs, historiador del arte y físico, respectivamente. “Los beneficios -afirma Sala- nos permiten trabajar en lo que nos gusta y en los últimos meses empezar a poder tener un pequeño sueldo”. ¿De dónde salen los beneficios? ¿Dónde está el negocio? “Para utilizar los servicios que ofrecemos -explica- cobramos el 5% de lo que recaude el proyecto. Y solo cobramos si el proyecto consigue la financiación”.

Lánzanos y Verkami, las dos empresas más importantes del crowdfunding español, han alcanzado en poco más de un año unas cifras que marean. A través de Lánzanos se han recaudado alrededor de 400.000 euros destinados a varios centenares de proyectos, de los que “aproximadamente un 40%” han salido adelante, según López-Triviño. Verkami, por su parte, ha albergado 400 proyectos, de los cuales “el 72% han conseguido la financiación deseada”, asegura Joan Salas. El balance, entre las dos plataformas, son unos 900.000 euros en 2011. Un resultado nada desdeñable que atrae a empresas que ya negocian patrocinios, caso de Playstation, que empezará a colaborar con Lánzanos para incentivar la creación de videojuegos.

Algo más que financiación.

Con más de 250.000 euros recaudados en algo más de un año a través de Lánzanos, la película El cosmonauta -que se encuentra ahora en fase de posproducción- es el paradigma del wikimecenazgo en España: la prueba de que funciona. Pero, ¿cómo se le pide a todo un equipo de personas, en plena crisis, que se una a un proyecto que solo dará dinero si sale adelante y tiene éxito? “Desde el principio todo el equipo asumió que si quería apoyar y trabajar en este proyecto lo tendría que hacer bajo las condiciones de pago diferido, lo que quiere decir que todos comenzaremos a cobrar nuestro sueldo una vez la película se haya terminado y no haya otros gastos en los que incurrir para ello”, explica la productora Carola Rodríguez.

Caso aparte es el de Jero Romero, exvocalista de The Sunday Drivers, que tras varios años de silencio creativo recurrió a Verkami para financiar su disco en solitario y logró, en apenas 13 horas, más de 18.300 euros. Algo similar le ocurrió a Canteca de Macao, banda madrileña de flamenco, reggae y jazz. En su meteórica trayectoria, en apenas cuatro años el grupo pasó de tocar en la calle a firmar un contrato con la multinacional Warner, a la que convencieron para permitir la descarga de sus canciones. Y para su cuarto álbum se decidieron por el crowdfunding. Resultado: 23.255 euros y un disco, Nunca es tarde, que acaba de salir a la calle y que les ha llevado de gira hasta Nueva York.

Pero el crowdfunding es algo más que financiación. El consumidor como mecenas directo del producto. Un canal de consumo horizontal en el que el espectador decide qué quiere apoyar únicamente en función de sus gustos. En palabras de Carola Rodríguez, “un elemento extremadamente valioso que permite un contacto con el público incluso previo a la creación”. El público es el productor del futuro.

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