¿Quién teme al e-book feroz?

27 / 05 / 2011 0:00 P. GARCÍA / P. VEYRAT [email protected]
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El lento e inexorable aterrizaje del libro electrónico en España dibuja, junto con la crisis y la piratería, un paisaje de ajustes drásticos en el horizonte editorial.

Mientras despliega la alfombra roja de la feria del libro de Madrid y prepara su desembarco en la cumbre de Monza (Italia), en la que se debatirá, a principios de junio, el estado de salud global del libro y su futuro en la era digital, buena parte del sector editorial español aprieta los dientes ante el inexorable punto de inflexión que se dibuja en el horizonte. Vivimos tiempos de crisis y de descargas ilegales y, aunque el desembarco del libro electrónico sigue sin concretarse definitivamente, varios factores indican que el panorama ya nunca volverá a ser como antes. Aunque las cosas van por latitudes.

En España, según el último informe del Observatorio de la Lectura y el Libro, aunque la facturación del libro electrónico podría haber pasado del 1,6% al 3% de la facturación total del mercado editorial en 2010, la industria y sus diversos agentes siguen teniendo serias dificultades para “abordar su estrategia digital”. Y es que al pánico generalizado ante la piratería hay que añadir un IVA “que incrementa el precio del libro electrónico y que dificulta el establecimiento de políticas de precios competitivos”.

En Europa, sin embargo, la edición digital parece haber perdido empuje dada la escasa rentabilidad que ofrece por el momento. No es el caso de Estados Unidos, el oasis mundial del libro electrónico, un mercado en el que Amazon ya vende 125 libros para Kindle por cada 100 libros de papel.

Cuestión de tiempo.

Y son precisamente esas tres sílabas, Amazon, junto a otro nombre igualmente familiar, Google Books, las que prometen cambiar de una vez por todas, junto con Apple y sus Ipads -sin contar el resto de lectores y tablets que inundarán a buen seguro los escaparates en los próximos años- el mercado editorial en España. Parece cuestión de tiempo

Así que mientras los planes de los gigantes de la edición digital para entrar en el mercado español continúan a buen ritmo -Amazon y Google Books tienen prevista su llegada este año-, cuando aterricen, los estadounidenses se encontrarán con un sector editorial que por lo general no ha sabido -o no ha podido- producir contenidos digitales atractivos, tanto en la calidad como en el precio.

Según Beatriz López Celada, directora de la editorial Temas de Hoy, perteneciente al grupo Planeta, “los interlocutores en el paisaje editorial español van a cambiar poco a poco y van a ser cada vez más poderosos, de manera que los editores pequeños se verán, presumiblemente, perjudicados frente a los editores fuertes”.

Aunque, por ahora, la batalla no tiene ganadores. De hecho, Libranda, la gran plataforma española formada por Planeta, Random House Mondadori, Santillana, Roca Editorial, Grup62, SM y Wolters Kluwer hace un año -en España hay otras como Publidisa, 36L Books, Leer-e o Amabook- y que hoy agrupa a la mayoría del sector, no termina de despegar. Creada para distribuir y difundir libros electrónicos en lengua española, sus proveedores son las editoriales y sus clientes las tiendas on-line, pero su modelo no acaba de cuajar. ¿Por qué? Según Celada, porque “es mucho más fácil piratear” que gestionar los derechos de autor en Internet: “La situación a día de hoy es compleja. Tenemos que renegociar contratos con una cantidad enorme de autores y eso tiene un coste muy elevado. Yo no decido poner el fondo en versión digital. No soy la dueña y tengo que hablar con los autores. Además, ahora no tenemos recursos para contratar a 20 personas para que hagan ese trabajo por nosotros. Estamos viviendo una pesadilla burocrática”.

Para Amazon y Google Books, sin embargo, las cosas son mucho más sencillas. Enrique Redel, dueño y alma máter de la editorial Impedimenta, un romántico de la edición en papel que se ha consagrado en los últimos años rescatando del olvido grandes tesoros literarios, explica que “el modelo de negocio de ambos transatlánticos digitales consiste en acaparar toda la venta del libro electrónico, porque para ellos no tiene apenas costes. Viven de sus cotizaciones en bolsa y pueden destrozar a cualquier competidor bajando los precios. Incluso podrían estar 15 años sin vender ni un solo libro y sobrevivirían”.

Para Redel, que aún no ha lanzado su sello al océano digital, hay algo de lo que ningún editor se va a poder librar en los próximos años: “Si mañana alguien quiere hacer edición electrónica en España, va a tener que pasar por ellos. Van a marcar la pauta”. Aun así, lo más conveniente, según Redel, es tratar de “no ser apocalípticos” y aceptar que, “aunque las nuevas maneras de difundir la información están cambiando radicalmente nuestra vida, también es cierto que todavía existen varias generaciones que, aunque puedan consultar un código jurídico o un libro de cocina en versión digital, no son capaces de leer Moby Dick si no es en papel”.

El futuro, por lo tanto, se dibuja en forma de convivencia más o menos equilibrada que acabará, eso sí, cobrándose víctimas por el camino. “El libro de papel existirá durante mucho tiempo y convivirá con el electrónico, el problema es otro: el que no sepa adaptarse, perderá una porción muy importante del negocio”, sentencia Redel.

La cuna digital.

Este año, a pesar del avance creciente y a paso firme de las nuevas tecnologías de la lectura, el e-book vuelve a ser el elefante bajo la sábana de la feria del libro de Madrid, que este año ocupará el parque del Retiro entre el 27 de mayo y el 12 junio. Y es que, tal vez porque el libro digital legal apenas tiene presencia en España, no habrá librerías digitales en la feria. Aun así, en paralelo a las grandes casas editoriales y las citas comerciales, en España está surgiendo una nueva generación de editores, nativos de la era 2.0, que apuestan por negocios más o menos especializados y de naturaleza estrictamente digital. Es el caso de Luarna o Musa a las 9, sellos que aspiran a conquistar, si no lo han hecho ya, un nicho confortable de mercado en el que sobrevivir en un mundo de gigantes.

Luarna es una de las editoriales pioneras en materia digital en España. Su fundador, Antonio Quirós, cree que el sector editorial “ha tenido la oportunidad de hacer frente de modo inteligente” al auge de la piratería: “No tenía más que mirar lo que había sucedido en la música y tomar medidas innovadoras antes de que creciera tan espectacularmente. Sin embargo, no lo hizo y apostó por cerrar los ojos y mantener el máximo tiempo posible su modelo de negocio”, explica. “Luego, cuando quiso reaccionar con iniciativas como Libranda, ya era demasiado tarde y la copia ilegal se desarrollaba de una forma que hace difícil enfrentarse a ella. Pero esto no se arregla con leyes sino con innovación y talento por parte de las editoriales, que deben adecuarse a un nuevo marco de distribución [Internet] donde por ahora ven más riesgos que oportunidades”. El libro digital español deberá ofrecer, con el tiempo, más facilidades para los compradores y un producto mejor editado. Google, Apple o Amazon basan su éxito en otros países precisamente en la excelencia en estos aspectos: sus sistemas son muy sencillos, ofrecen precios sensiblemente inferiores al papel y las ediciones están cuidadas.

¿El año del libro electrónico?

“Yo creo que este año cambiarán fuertemente las reglas -se lanza Quirós-. Aparecerán los primeros proveedores que trabajarán en modelos de lectura sin descarga [en la nube]. Además, las editoriales ya están comprobando que en digital hay que repensar los precios. Nosotros ya venimos observando una tendencia en los más sensatos a abaratar notoriamente sus títulos en digital”.

Dos ejemplos: Alfaguara publicó hace unos meses la obra completa de Javier Marías a precios que rondaban los 7 euros y su última novela, Los enamoramientos, a 12,99. Por su parte, Destino ha probado con Lorenzo Silva, que ha colgado todos sus títulos a precios que van de 3 a 5 euros. “Aun así, todavía hay muchos que tienen que convencerse del asunto”, apostilla Quirós.

Otra de las sorpresas con peso dentro la familia de nuevos editores digitales es el sello Musa a las 9, un experimento que Beatriz Rodríguez y Leonor Medel pusieron en marcha a finales de este invierno y que, como Luarna, nace en plena eclosión de la industria del libro digital. Según Rodríguez, “el modelo de negocio en España lleva fallando mucho tiempo” y el sector del libro “sigue mirando hacia el consumo de masas sin tener en cuenta que el consumidor se está acostumbrando al modelo de nicho de mercado del comercio on-line”. Según Rodríguez “la llegada de las grandes empresas digitales ayudará a fomentar el libro digital” aunque creará un modelo en el que las grandes compañías coparán el mercado “y solo los pequeños sellos especializados y de excelencia probada” serán capaces de sobrevivir. “También aparecerán los primeros proveedores que trabajarán en modelos sin descarga, que guardan la información en nube en la Red, por lo que el DRM [la gestión de los derechos digitales, por sus siglas en inglés] dejará de ser necesario”, apostilla Quirós. De hecho, la empresa 24symbols -una suerte de spotify de los libros- es la primera empresa española en apostar plenamente por el formato de lectura en pantalla y on-line, es decir, en la nube.

¿De quién es, entonces, el futuro del sector? ¿De las grandes plataformas o de los pequeños editores? En qué medida coexistirán, el día de mañana, el papel y el píxel? La realidad, por ahora, al menos en España, es poco optimista: “Libranda no funciona por razones que llevamos mucho tiempo repitiendo: pocos contenidos, caros y con un sistema de protección tan duro como el DRM de Adobe, que inhibe la compra en lugar de facilitarla. Pero las editoriales alternativas tampoco funcionan. Hay mucho proyecto nuevo pero si pedimos la cuenta de resultados de todos ellos, incluida la nuestra, nos echaríamos a llorar”, afirma Quirós

El fundador de Luarna es tajante: “Las pequeñas no funcionamos porque no tenemos autores atractivos para el gran público y nuestras ventas, por tanto, son muy bajas. Solo la presencia de Amazon o algún otro gran operador que invierta fuertemente en distinguirse y sea capaz de ofrecer un gran catálogo a precios razonables, y sin la molestia del tedioso DRM de Adobe, terminará triunfando”. Aunque, por ahora, el sistema DRM, que protege los derechos de autor imponiendo restricciones sobre quién puede descargarse un libro después de pagarlo y cuántas copias puede hacer, es el elegido por buena parta de los editores digitales españoles.

Recapitulemos. ¿Es, aunque lento, imparable el desembarco del libro electrónico en España? No parece haber duda. “A pesar de que los números actuales son irrisorios -matiza Quirós- este año la cifra de dispositivos de lectura en España comenzará a acercarse al millón de unidades, y eso es una fuente enorme de demanda de contenidos digitales. Las editoriales tienen que acelerar o tendrán muchos problemas”. Problemas que, llegado el momento, cuando por la jungla editorial española campen los gigantes Amazon y Google Books, podrían devenir en un ajuste sin precedentes. Para Quirós “es difícil predecirlo”, ya que finalmente “son las editoriales” las que tienen que alimentar proyectos digitales: “No obstante, dado el dinamismo mostrado por estas compañías me atrevo a vaticinar un importante cambio de panorama”.

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