El tipo del cohete

05 / 12 / 2017 Luis Algorri
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Hay gente que prefiere creer en Dios, que es una opinión, antes que creer que la Tierra es esférica, que es una evidencia.

El por tantos motivos ilustre Michael Hughes, de 60 años, chófer de alquiler en California, Estados Unidos, ha construido un cohete con chatarra y manuales de bricolaje tipo Mecánica popular. El trasto mide unos cuatro metros y lo ha pintado de rojo. El resultado se parece notablemente a los cohetes que el adorable Coyote se ataba a la espalda para capturar al Correcaminos; algo que, como muchos lamentamos, nunca sucedió.

Este gilipollas pretendía meterse dentro del cacharro en el desierto de Mojave, darle al botón y elevarse un trecho para comprobar con sus propios ojos que la Tierra es plana, como dice la Biblia (Isaías, 40:22), y no esférica, como sostienen los perversos científicos ateos desde Aristóteles. De momento le va mal: el Gobierno de Estados Unidos dice que, si se quiere esnafrar contra el suelo, pues muy bien, está en su derecho; pero que lo haga desde su casa, no desde terreno público, que luego hay que recoger los restos con el dinero de los contribuyentes. El tipo se ha enfadado y ha aplazado el lanzamiento, que hará pronto, según dice, desde el jardín de su domicilio fiscal.

Hasta ahí parece una coña digna de las noticias veraniegas. Pero deja de parecerlo cuando se sabe que el chiflado de Mr. Hughes ha construido su cohete gracias al crowfunding o financiación privada, en la que han participado varios miles de personas. Que en el Reino Unido existe desde hace más de 60 años una asociación, la Flat Earth Society, que cuenta con unos mil miembros (todos los cuales han ido a la escuela) que sostienen airadamente que la Tierra es plana y no se mueve, y que las fotos en las que aparece como esférica son manipulaciones, fruto de una conspiración universal de ateos.

En Facebook pasan de 50.000 los seguidores de esta teoría, y es lógico suponer que no todos son unos frikis ni unos cachondos; ni unos listillos como el español Oliver Ibáñez, un joven youtuber que tiene 92.000 seguidores gracias  a asegurar que la Tierra es plana, que el hombre jamás llegó a la Luna y que los tipos de la NASA y los astronautas son todos actores masones. Eso le está proporcionando, sin duda, unos nada desdeñables ingresos por publicidad y patrocinio.

¿Tiene uno derecho a negar la realidad? ¿Existe el derecho a la ignorancia? Sí existe. Mueve a compasión o a risa, pero existe. Incluso últimamente se ha hecho eso respetable con la invención de la posverdad. Hay gente que prefiere creer en Dios, que es una opinión, antes que creer que la Tierra es esférica, que es una evidencia. Esta gente suele dar muchas voces y reclamar su derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Pero, como dice Emilio Lledó, la libertad de expresión sirve de muy poco si uno no dice más que tonterías.

Además, este Hughes está metodológicamente equivocado. Si quieres comprobar que la Tierra es plana no tienes que ir hacia arriba, so tonto, porque en el mejor de los casos, subas lo que subas, verás un redondel que lo mismo puede ser un disco que una bola. Tienes que ir hacia abajo: te pones a cavar y, si al llegar a los quince o veinte kilómetros sales por el otro lado, habrás demostrado que la Tierra es como una galleta pero más grande. Eso sí, tendrás que llevar ganchos para sujetarte a las paredes del agujero y no caerte hacia abajo. Podrías usar cuerdas atadas a la boca del pozo, pero cualquier ignorante sabe que en ninguna tienda de California venden cuerdas de veinte kilómetros. Mejor con ganchos, Mr. Hughes. De nada. A mandar.

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