La Inmaculada Constitución
07 / 11 / 2016 Santiago Castellà Surribas
El nacionalismo vive de símbolos, gestos e imágenes. Pero lo de trabajar en festivo parece un exceso...
Decía Gil de Biedma que quizá, y solo quizá –insisto–, tienen razón los días laborables. Osada afirmación en la España gris del desarrollismo, donde nadie podía divertirse demasiado, y en la que el pluriempleo y la familia numerosa retiraban pronto hacia el hogar –al reino de la disciplina del Duralex y el vino peleón– al reprimido festejador que todos conllevamos dentro. Osada afirmación también, años más tarde –los del destape, la verbena popular y el cubalibre–para un pueblo mediterráneo y perezoso que hace del café, la plaza y el mercado el refugio colectivo de sus soledades.