Idealismo sano en tiempos lúgubres

10 / 12 / 2012 13:24 Ignacio Merino
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Los scouts españoles cumplen un siglo de vida. Sus valores, de la amistad al respeto por la naturaleza, están más vivos que nunca.

Otro mundo es posible. En él hay miles de jóvenes que dejan de lado el botellón de fin de semana para respirar el aire del campo. Su ambiente está alejado del consumismo. Forma un ámbito de relaciones humanas favorable a la camaradería y al aprendizaje social. Se basa en el amor a la naturaleza y el deseo de ser mejor. Los scouts, que cumplen cien años en España, son esta utopía realizable.

Julio del Valle Íscar, presidente de la Federación de Scouts de España, cree que el movimiento está más vivo que nunca: “La crisis está llevando a muchas familias a volver la atención hacia organizaciones como la nuestra, porque el escultismo mantiene desde hace muchos años una escala de valores y actitudes diferentes a los de individualismo, consumismo y competitividad, que hemos vivido durante demasiado tiempo”

Más vivo que nunca, pero también arraigado, a pesar de los avatares sufridos durante la época franquista. Lo cierto es que desde que en 1907 se organizó el primer campamento scout en la isla británica de Brownsea, el mundo ha cambiado mucho, pero el movimiento juvenil fundado por el general inglés Baden-Powell mantiene idénticos valores y continúa siendo el mismo: una fraternidad cívica para que los jóvenes adquieran una educación integral, desarrollen su personalidad en las actividades de grupo y muestren sus habilidades. La diferencia es que entonces fueron unos pocos miles sus seguidores y hoy se cuentan por millones. “Ocurra lo que ocurra en la vida, quien ha sido scout conserva unos valores éticos que le marcan para siempre. Eso ya no te lo puede quitar nadie”, afirma Juan Manuel Peña, Indy, que ingresó a los 12 años en Alcalá de Henares y ha ejercido como educador hasta los 36.

El campamento experimental de Brownsea tuvo un éxito fulminante. Baden-Powell transmitió a los chicos la mentalidad de los exploradores, basada en la autosuperación, la ayuda mutua y el contacto con la naturaleza. Al año siguiente, la publicación de su libro para muchachos, Escultismo, dio la vuelta al mundo. El método pedagógico caló en las familias y en muchos adolescentes, que pidieron ingresar. La organización comenzó a crecer de manera imparable por todo el mundo.

A España llegó cinco años después, cuando Baden-Powell envió los estatutos al capitán de Caballería Teodoro de Iradier. Sobrino del célebre explorador alavés Manuel de Iradier, el capitán logró implantar el movimiento tomando también como referencia a Les éclaireurs franceses. Además consiguió interesar a personas que habrían de ser fundamentales, como el escritor y publicista Arturo Cuyás y Armengol, quien acabó dando al movimiento su peculiar estilo lúdico con implicaciones pedagógicas. Fernando Solabre, antiguo scout madrileño, declara convencido: “La mayor parte de mis amigos son compañeros scouts. Tengo 42 años y aún me reúno con scouts de mi asociación. Y tengo que decir que muchos de los mejores momentos de mi adolescencia y juventud se los debo al escultismo, tanto en experiencias vitales como en inspiración para mi desarrollo intelectual”. Finalmente, en julio de 1912 se aprobaron en Madrid los Estatutos de la Asociación de Exploradores de España y en agosto surgía en Vitoria el primer grupo de 48 chicos con ocho jefes; fueron ellos quienes organizaron la primera excursión scout de España. En diciembre, el movimiento había alcanzado casi todo el país.

El impulso de Lobo Gris.

A pesar de los valores positivos que inculcaba en los adolescentes, el escultismo sufrió desde el principio la presión de los reaccionarios confesionales y la prensa católica, así como de los que apoyaban el militarismo del imperio alemán contra las democracias parlamentarias. Para todos ellos el escultismo constituía una peligrosa infiltración en la educación juvenil de carácter masónico, protestante y anglófilo. Pero la paranoia ultramontana no prendió entonces en la mentalidad española y el movimiento siguió creciendo hasta que el propio Alfonso XIII lo prestigió en 1917, aceptando la presidencia de honor de Exploradores de España.

La presencia del escultismo se había incrementado de tal manera en el mundo que en 1922 el movimiento organizó la Primera Conferencia Mundial Scout para hermanar todas las asociaciones. Una nutrida representación de Exploradores Españoles acudió a la reunión y España se convirtió en miembro fundador de la organización internacional, que hoy está implantada en 161 países y aglutina a unos 30 millones de asociados.

Con motivo de su centenario, la Federación de Asociaciones de Scouts de España (ASDE) ha organizado multitud de actos conmemorativos, encuentros, seminarios y campamentos. Julio del Valle Íscar resume así su identidad actual: “ASDE-Scout de España es una organización no gubernamental coeducativa, independiente y pluriconfesional, dedicada a la educación en valores durante el tiempo libre de niños, niñas y jóvenes. Está en la vanguardia de las organizaciones juveniles de voluntariado, con más de 30.000 socios y su principal objetivo es construir un mundo mejor”.

A pesar de las reticencias ultras, la universalidad de los ideales recogidos por el método scout, junto a su carácter laico y apartidista, hicieron que en España fuera aceptado tanto por la monarquía alfonsina como por la dictadura primorriverista y la república. Por entonces el escultismo español ya había encontrado al hombre que le dio su segundo y definitivo impulso: Juan Antonio Dimas, Lobo Gris. Desde su agrupación de Águilas (Murcia), este humanista lorquino comenzó una labor pedagógica que habría de sentar las bases actuales del escultismo español. Cuando en 1920 se celebró el primer jamboree, o asamblea mundial de educadores, él estuvo al mando de la representación española. También introdujo en nuestro país la rama Lobatos, una sección para niños de 7 a 11 años que Baden-Powell había creado en los años 10 atendida por Vera Barclay, la mítica pedagoga que impulsó la participación de los niños y las chicas.

“Ser siempre mejor”.

Los elementos para potenciar las capacidades infantiles en la rama Lobatos son: la ley, la promesa, las máximas de la selva, el lema, el juego y la manada o familia feliz. La ley del lobato anima al niño a ser una persona que escucha y respeta a los otros, dice la verdad, es alegre y amigable, comparte con su familia, ayuda a los demás, cuida la naturaleza y desea aprender. La promesa es la expresión de su pertenencia y su lema, “ser siempre mejor”. Las máximas se basan en el Libro de las tierras vírgenes o Libro de la selva de Rudyard Kipling, a quien su buen amigo Baden-Powell pidió permiso para utilizarlo como marco simbólico y pedagógico para los lobatos. El objetivo es jugar aprendiendo, a través de la conducta humanizada de los animales como fábula moral. En cuanto a la familia feliz, se trata de establecer lazos sólidos de cariño y complicidad en el pequeño grupo al que pertenece el lobato y que forma parte de la manada.

Juan Antonio Dimas no fue solo un gran organizador, también dedicó su tiempo a escribir distintos manuales que han resultado fundamentales para la práctica del escultismo. Incluso compuso, junto con el músico Pedro Muñoz Perea, el himno Hacia el sol, que adoptaron las Tropas de Exploradores españolas. No resulta difícil ver un parangón con el himno de Falange, Cara el sol, que es posterior, aunque difiera por completo su contenido. Tampoco las escuadras joseantonionas distan mucho de las patrullas scout. Todo lo que de idealista tenía la primera Falange, su voluntad pedagógica de regeneración, camaradería, fervor juvenil, inclinación campamental y amor por la naturaleza, tenía que ver con los ideales recogidos por Teodoro de Iradier y Juan Antonio Dimas.

Los puentes, sin embargo, no podían unir continentes tan dispares. La Falange no admitía la libertad de conciencia religiosa scout. Tampoco su internacionalismo. La Falange estaba al servicio de una idea política nacional y totalitaria y el escultismo es un abanderado de la libertad y la superación de las fronteras patrias y los partidos políticos.

La oscuridad del franquismo.

Por ello no cuajó el movimiento scout que pretendió integrar la Falange con la victoria franquista bajo la tutela de la jerarquía católica. Quedó como una asociación casi marginal de carácter cristiano, pero con poco sentido, porque ya estaba ahí la Organización Juvenil Española (OJE) ocupando el lugar con la bendición del régimen. “La historia del movimiento scout corre pareja con la historia española en estos cien años. Lo peor que nos ocurrió fue el franquismo, que nos suspendió de actividades en favor del Frente de Juventudes primero y la OJE después. Siempre hemos sido una organización crítica e independiente”, afirma Julio del Valle.

Lobo Gris vivió para ver cómo la gran manada se diluía durante la guerra y lo que quedaba de la tropa de exploradores era hipotecado por la Falange. En abril de 1940 un decreto de Gobernación disponía “la suspensión de actividades de la Asociación Nacional de Exploradores de España”. La concesión del Lobo de Plata, máxima condecoración con la que le distinguió el fundador, no pudo evitarle la tristeza de la derrota, y ese mismo año Juan Antonio Dimas, Lobo Gris, dimitió de la jefatura nacional. Se cerraba un periodo brillante de crecimiento e ilusión y seguía otro de oscurantismo, una noche larga de 40 años de la que el escultismo resurgió, como otras agrupaciones fraternales de carácter laico y pedagógico, con renovados bríos.

“Nuestro espíritu es totalmente constructivo, aglutinador y de respeto hacia las creencias personales y religiosas”. Lo dice Julio del Valle, el presidente que ha tenido la satisfacción de celebrar el centenario. Testigos de su satisfacción, solo nos queda hacer el signo de los lobatos, con los dedos índice y corazón unidos, para simbolizar la victoria.

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