El asesinato del mejor rey de Grecia

21 / 03 / 2017 Luis Reyes
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Salónica, 18 de marzo de 1913. Jorge I de Grecia es asesinado por un “vagabundo alcohólico”.

Schinas dispara por la espalda a Jorge I, según una ilustración de la época

América era el sueño de los desheredados del Viejo Mundo, durante el siglo XIX y principios del XX millones de europeos cruzaron el Atlántico en busca de la fortuna. Puede decirse que en general aquel inmenso éxodo terminó bien, la mayoría de los inmigrantes se integraron en un nuevo país próspero y esperanzado. Pero no todos lo consiguieron, muchos fracasaron y murieron en la miseria de los ghettos americanos o regresaron derrotados a su patria a reencontrarse con su antigua pobreza.

Los camareros del hotel Fifth Avenue de Nueva York, oportunamente interrogados por los periodistas, recordaban a un marmitón siempre descontento, que en vez de buscar la forma de ascender desde friegaplatos a un oficio mejor pagado, se pasaba el tiempo leyendo “libros socialistas” y proclamando su odio a Gobiernos y reyes. Luego, al terminar la jornada laboral, se iba a los tugurios de Manhattan, donde se reunían radicales y apóstoles de la revolución, y pasaba las noches bebiendo con ellos, alimentando su frustración y su alcoholismo.

Le decían el Turco y se llamaba Alexandros Schinas. En realidad tenía pasaporte turco pero era griego de Macedonia, un miembro de las minorías cristianas que tiranizaba y humillaba el Imperio Otomano. Muchos de ellos huyeron de la miseria y de las matanzas que regularmente padecían, formando el núcleo más patético de la emigración al Nuevo Mundo. Elia Kazan los retrató en su obra maestra, América, América, a partir de su propia experiencia. Pero el desánimo y la frustración de Schinas en Nueva York llegó a un punto que decidió retornar a la tiranía otomana.

Volver al pueblo natal fracasado, cuando se hablaba tanto de los que habían triunfado en América, no alivió precisamente el resentimiento de Schinas hacia la sociedad y sus autoridades, fueran las que fuesen, pues en un año Serres, donde al parecer había nacido, pasó de la soberanía turca a la búlgara y de esta a la griega. Como otros anarquistas, intentó abrir una escuela donde impartir su  doctrina, igual que había hecho en Barcelona Ferrer Guardia –fusilado como instigador de los sucesos de la Semana Trágica–, pero su centro fue cerrado por las autoridades, y Schinas se convirtió en lo que la Policía consideraba un borracho que vagabundeaba por las calles de Salónica.

Guerra balcánica

En 1912 tuvo lugar la Primera Guerra Balcánica, con la que Serbia, Bulgaria, Montenegro y Grecia pretendían expulsar al Imperio Otomano del territorio europeo. Fue una victoria incontestable de los Estados cristianos contra el turco, que no conservaría en Europa más que Constantinopla, aunque antes de pasar un mes desde la firma de la paz los aliados estaban peleando por el botín, esta vez todos contra Bulgaria. Así son las cosas en los Balcanes. Para Grecia fue un buen negocio, porque estuvo las dos veces entre los vencedores y se quedó con la mejor parte de Macedonia, incluida su capital histórica, Tesalónica o Salónica.

Culminaba así medio siglo de reinado de Jorge I, el mejor monarca que han tenido los griegos. Jorge había nacido en Dinamarca en 1845, era el segundo hijo del rey Cristián IX y llevaba el mismo nombre que su padre, pero en 1863, cuando tenía 17 años, le ofrecieron el trono de Grecia, donde había derrocado al detestado rey Otón I, un alemán impuesto por las grandes potencias. La oferta suponía en su tiempo un caso único de monarquía democrática, pues Jorge fue elegido por la Asamblea Nacional de Grecia, que unánimemente le proclamó “Rey de los Helenos”.

Su reinado sería, en general, positivo. Promovió una Constitución que establecía elecciones por sufragio universal, de lo que Grecia fue pionera en Europa, se adaptó a las costumbres y cultura del país, tenía un comportamiento sencillo que le aproximaba a sus súbditos, no permitió injerencias extranjeras, como hiciera Otón, y mantuvo muy buenas relaciones con Inglaterra y Rusia, las dos grandes potencias más determinantes para su pequeño reino. Uno de los éxitos de Jorge I fue, precisamente, aumentar el tamaño de Grecia con anexiones territoriales logradas por diplomacia o por guerra: las islas Jónicas, Tesalia, Epiro y Macedonia duplicarían la extensión del reino heleno.

En el prolongado reinado de Jorge I hubo momentos bajos, crisis graves, por supuesto. En 1897 el fracaso militar ante Turquía en la lucha por Creta le hizo perder la popularidad y pensó en abdicar. Incluso sufrió un atentado, pero este ataque a su persona contribuyó a devolverle la popularidad tanto como su éxito diplomático con las grandes potencias, que le dieron el control político de Creta. La Primera Guerra Balcánica, con la entrada triunfal de Jorge en la histórica ciudad de Tesalónica en noviembre de 1912, parecía el cénit de su carrera, y Jorge I planeó abdicar en su hijo Constantino tras la celebración de sus bodas de oro con la corona. No le darían tiempo.

Jorge I tenía la costumbre propia de la realeza danesa de pasear entre la gente sin escolta, y decidió hacerlo por la recién tomada Salónica, como un factor de normalización y asimilación del territorio conquistado. Su entorno le aconsejó que no lo hiciese, pues las cosas andaban todavía revueltas, pero no hizo caso. Una tarde que paseaba cerca de la Torre Blanca, la fortaleza otomana, un individuo mal encarado lo vio pasar ante un café y salió tras él. Era Alexandros Schinas. Posteriormente declararía que se había acercado al rey a pedirle dinero y que este no le había hecho caso, pero no hay constancia de ello, más bien parecía un invento de Schinas para justificar su injustificable acción. Lo cierto es que se puso dos pasos detrás del rey, sacó una pistola y casi a quemarropa le disparó varios tiros a traición. Una de las balas fue mortal de necesidad, le atravesó el corazón. El rey estaba muerto cuando llegó al hospital.

La Policía interrogó a Schinas con suma dureza, lo torturó durante toda la noche para que delatase a sus cómplices, pero no lo hizo, quizá porque no tenía. Seis semanas después salió volando por una ventana de la gendarmería de Salónica y murió estrellado contra el suelo. “Suicidio” dijo la Policía, aunque es posible que lo arrojasen los agentes, una ejecución sumaria. El caso es que la muerte de Schinas cerró la posibilidad de conocer qué había detrás del asesinato del rey Jorge, si había algo. Schinas era alguien de identidad muy dudosa, decía haber nacido en Serres, pero los registros de esa población habían sido destruidos por los búlgaros. La Policía decía que pertenecí a organizaciones socialistas, pero su nombre no aparece en ningún registro de los grupos de izquierdas, socialistas o anarquistas.

Quizá fuese un lobo solitario regicida, una especie que abundó en la época por las características propias del anarquismo. Quizá formaba parte de un complot internacional, era la marioneta de los intereses de alguna potencia –se apuntó hacia Bulgaria, a Austria o a Alemania, pero sin pruebas–. Quizá era “un vagabundo alcohólico”, como lo calificaba la Policía, y fue el alcohol y el resentimiento acumulados en muchos años lo que le llevó a matar a un rey que se puso a tiro. 

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