Africanus Horton frente a la Sociedad Antropológica

23 / 02 / 2016 Luis Reyes
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Londres, 1868. Se publica Pueblos y países de África Occidental, de Africanus Horton, el primer negro que llegó a teniente coronel del Ejército británico.

Los misioneros apreciaron enseguida lo que valía aquel niño. Sus padres habían sido esclavos, pero con fortuna. El barco negrero que los llevaba a América fue abordado por un navío de guerra británico, porque Inglaterra luchaba contra la trata de negros sin contemplaciones. El cargamento humano fue desembarcado en Sierra Leona, donde el abolicionista John Clarkson fundó a finales del XVIII una ciudad para acoger esclavos liberados, Freetown (Ciudad Libertad).

En ese simbólico marco nació en 1835 el niño al que bautizaron James Beale Horton. No es extraño que sus padres le diesen nombres ingleses, Inglaterra les había otorgado la libertad y protegía Sierra Leona contra los negreros, la African Institution, presidida por el duque de Gloucester, impulsaba y financiaba su desarrollo, y la Church Misionary Society (Sociedad Misionera de la Iglesia anglicana) les proporcionaba educación y servicios sociales. Por supuesto, el pequeño James asistió a la escuela de la Sociedad Misionera, y luego a la Fourah Bay Institution, la primera universidad que hubo en África Occidental, para que estudiase Teología. Seguro que aquel niño llegaría a obispo.

El destino tenía sin embargo otros proyectos para James B. Horton. El clima africano era mortal para los europeos, y especialmente expuesto se encontraba el personal médico, de modo que el Gobierno inglés decidió formar a africanos como doctores. El primer ensayo fue solicitar a la Fourah Bay Institution tres estudiantes selectos para cursar Medicina con becas del Ministerio de la Guerra. Uno de ellos fue James Horton, que estudió cuatro años en el King’s College de Londres y en la Universidad de Edimburgo, donde se doctoró en 1859 con una tesis titulada Topografía médica de la Costa Occidental de África. Tras ello recibió el nombramiento de assistant surgeon (teniente médico) del Royal Army Medical Corps.

Fue en su época de universitario cuando Horton, pese a su exitosa integración y su sincero aprecio de la cultura británica, decidió resaltar sus raíces africanas, adoptando el nombre con el que ha pasado a la Historia, Africanus, que junto al apellido Horton era un manifiesto de su doble identidad. El teniente médico Africanus Horton, resplandeciente en su uniforme de oficial inglés, regresó a Sierra Leona y comenzó su carrera militar, 21 años de servicios, incluidas dos guerras contra los Asanti, las tribus guerreras de las selvas de la Costa de Oro (hoy Ghana), alcanzando el grado de surgeon major (teniente coronel).

El doctor Africanus Horton no solamente cumplió a satisfacción sus deberes militares, sino que pronto demostró una capacidad científica más allá de su especialidad en medicina tropical, publicando libros y ensayos sobre enfermedades tropicales, meteorología, geología, geografía y antropología. La Real Sociedad Geográfica, que acogía a la élite de exploradores y científicos que levantaron el Imperio victoriano, le admitió como miembro, algo extraordinario con los parámetros sociales de la época.

Sin embargo, la obra más importante de Horton, publicada en 1868, fue Pueblos y países de África Occidental, cuyo expresivo subtítulo era Vindicación de la raza africana, lo que despertaría no poca polémica, aunque la diatriba estaba ya en el ambiente. En 1865 un comité especial de la Cámara de los Comunes elaboró un informe proponiendo dar responsabilidades de Gobierno a los propios africanos. No era tanto altruismo como el pragmatismo que siempre imperó en la política inglesa: el mantenimiento del colonialismo directo en África Occidental era demasiado costoso en vidas británicas, que se ahorrarían dando autonomía a los indígenas. Los sectores más conservadores, que simplemente consideraban a los negros seres inferiores, reaccionaron airadamente.

El buque insignia de la reacción era la Sociedad Antropológica de Londres, fundada en 1863 por James Hunt. Logopeda de profesión, Hunt no era antropólogo, ni explorador, ni conocía las colonias, era un ideólogo de la superioridad blanca y, sobre todo, de la inferioridad negra. Su organización tuvo sin embargo bastante éxito por dos circunstancias: reclutó como vicepresidente a Richard Burton, el explorador más famoso de la época, el descubridor de las fuentes del Nilo, un hombre fascinante capaz de hablar 30 lenguas... pero también un franco racista convencido de que los negros habían nacido para ser esclavos. Entre las manías de Burton estaba su odio a los misioneros cristianos, que pretendían educar a los nativos; Burton era partidario de que se extendiese por África el islam, que creía más adecuado para “los salvajes”.

Cannibal Club. La otra habilidad de Hunt era mediática, trasladar el sensacionalismo de la prensa amarilla a una sociedad científica. En la Sociedad Antropológica se debatía sobre los cultos al pene, la ablación del clítoris de las doncellas, en fin, cuestiones sexuales que eran tabú en la pudibunda sociedad victoriana y cuyo morbo atrajo muchos socios. Todos los estudios antropológicos de la institución estaban enfocados a demostrar el salvajismo de los africanos, con especial delectación por el canibalismo, tema que obsesionada a Burton, quien llegaría a fundar el Cannibal Club.

Frente a prejuicios de ese calibre, Africanus Horton escribió su tratado en el que, con empirismo científico, demostraba que los africanos eran personas como los demás, capaces de asumir responsabilidades. Aunque Horton era un leal súbdito de Su Majestad, llegaba a sostener la posibilidad de independencia para las colonias, por lo que se le considera un precursor de las independencias africanas.

Horton aumentó su prestigio, pero el Gobierno británico desestimó el informe de la Cámara de los Comunes y no quiso traspasar responsabilidades de Gobierno a los africanos. Concretamente, le negaron a Horton el nombramiento de gobernador de Gold Coast (actual Ghana) que había solicitado y para el que estaba perfectamente capacitado. Enojado por este desaire, que atribuyó con razón a prejuicios racistas, Africanus Horton dejó el Ejército y se dedicó a los negocios en su país.

Fundó un banco para financiar a los emprendedores locales y se metió en el mundo de la minería del oro, con lo que al poco tiempo ya era el hombre más rico de África Occidental. ¡Para que los ingleses vieran si un africano podía asumir responsabilidades! 

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