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02 / 12 / 2016 Antonio Díaz
El modisto Tom Ford dirige su segundo filme, el brillante rompecabezas Animales nocturnos. El coreano Park Chan-Wook (Old boy) firma su obra maestra, La doncella.
Animales nocturnos
Dirección: Tom Ford.
Reparto: Amy Adams, Jake Gyllenhaal y Michael Shannon.
En el año 2009 el modisto Tom Ford demostró que su talento traspasaba los límites del oficio en el que se ha forjado el reconocimiento con su debut en el largometraje, Un hombre soltero, una delicada pieza dirigida y puesta en escena con la mano precisa de un sastre que alzó a la gloria a Colin Firth. Su regreso se ha hecho esperar, pero no ha defraudado. Animales nocturnos es un imbricado metarrelato protagonizado por Amy Adams en el papel de una prestigiosa galerista sumergida en la depresión que encuentra una vía de escape en la novela que le ha dedicado su primer amor, Edward (Jake Gyllenhaal). Ford propone un lúcido rompecabezas sobre el amor, los celos, la identidad y la realidad.
La doncella
Dirección: Park Chan-Wook.
Reparto: Kim Min-Hee, Kim Tae-Ri, Ha Jung-woo y Cho Jin-Woong.
En la década de los años treinta del siglo XX en la Corea ocupada por Japón, un hombre que presume del título de conde y se hace llamar Fujiwara, ha pergeñado un golpe que cree maestro para robarle la fortuna a HIdeko, una rica heredera japonesa que vive recluida en una mansión y parece haber perdido la razón. Para cumplir su plan, el hombre ha contratado a una carterista, Sook-Hee, que se debe hacer pasar por la doncella de la mujer para convencerla de esposarlo, pero las cosas -como no podía ser de otra manera- se complican de manera impredecible.
Park Chan-Wook, director de la llamada trilogía de la venganza (Sympathy for Mr. Vengeance, Sympathy for Lady Vengeance y la aclamada Old boy) construye este suspense de ecos hitchcockianos (libérrimamente inspirado en la novela Falsa identidad, de la escritora galesa Sarah Walters) a través de una narración especular que en los dos primeros actos del filme presenta la misma historia desde diferentes puntos de vista. Park no es el primer cineasta que utiliza un recurso de estas características (recordemos Rashomon, de Akira Kurosawa), pero en su película funciona de manera excepcional al dejar al espectador perplejo (y perdido en sus convicciones) al albor del tercer y extraordinario tercer acto.
