Bowie: adiós con nuevo disco

21 / 01 / 2016 José Manuel Gómez
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El testamento del Rey del glam se llama Blackstar, un disco con aromas fúnebres y crepusculares en el que el artista se reinventa una vez más. Esta es la trayectoria del Duque blanco

Con Lindsay Kemp (1967)

Enrolado en la troupe gay del actor Lindsay Kemp, aprendió a moverse sobre el escenario, el maquillaje, el teatro de Jean Genet y el juego de máscaras que ha lucido desde entonces. Quiso ser Dylan pero alcanzó el éxito en gravedad cero con Space Oddity (1969).

Ziggy Stardust (1972)

Su personaje hizo que el rock dejara atrás su posición varonil para encarnar una personalidad andrógina y trágica. Le llaman camaleón. Eso fascina a los críticos y mosquea (por temporadas) a Iggy Pop, Marc Bolan y Lou Reed, a quienes copia.

Trilogía  en Berlín  Heroes (1977)

Con Brian Eno produce Low, Heroes y Lodger. En un momento en que se produce la fractura de la historia del rock por el punk. David Bowie combina grandes canciones desde la perspectiva de Berlín (aunque allí solo grabó íntegramente Heroes, colabora Robert Fripp). Le llaman el Duque blanco.

 

En el cine, cara de palo

Sus comienzos en el cine de arte y ensayo y otros experimentos chocan con las diversas máscaras que ha exhibido. Así, solo le ofrecen papeles con expresiones mínimas. Lo intenta (ser actor) y no le sale. Vuelve al videoclip.

 

Rey del Glam

La combinación de grandes canciones, como Starman, con los reflejos de los rutilantes ropajes y plataformas le dan un aspecto de maniquí de otra galaxia. Pasa de la ciencia ficción a las carpetas de las colegialas, luego abrirá la puerta de los museos.

 

Let’s Dance (los 80)

Intenta soltarse el pelo
 y marcarse unos pasos
 de baile junto a Mick Jagger en Dancing in the Street. En Let’s Dance (1983) se pone en manos de Nile Rodgers (Chic) como productor y así agita, moderadamente, su esqueleto. Ahora se ha pasado a la elegancia, comienza a reírse un poco de sí mismo.

Blackstar

Bowie reinventa su sonido por el lado crepuscular. Ya no es carne de escenario, es un artista que no necesita ni vida social ni promoción. Le basta con sonar enigmático. Ha cumplido 69 años, ha sido derrotado por el cáncer pero le ha ganado el pulso a la inmortalidad.

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