13 de noviembre de 2009

30 / 01 / 2018
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Las obras de arte desaparecidas del Museo del Prado.

Los fondos del Museo del Prado suman unas 7.600 pinturas y 1.000 esculturas

Tiempo desveló que en la primera pinacoteca nacional se extraviaron 926 obras de arte y que el caso estaba en manos de la Fiscalía. Algunas de esas obras fueron vendidas en subastas. Guerras, incendios y el descontrol en depósitos fuera del museo están detrás del caso que descubrió en exclusiva el periodista Javier Otero.

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Novecientas veintiséis obras del Museo del Prado no aparecen. El dato se ha hecho oficial en una fiscalización del Tribunal de Cuentas. Este organismo, a su vez, ha puesto el asunto en manos de la Fiscalía General del Estado para depurar posibles responsabilidades penales. Detrás se encuentra una historia en la que se mezclan guerras, revoluciones, incendios, extravíos por ignorancia y la tentación de sacar a la venta algunas de ellas en el mercado del arte. Algunas han aparecido y vuelven al control del Prado.

El Tribunal de Cuentas ha remitido al Congreso de los Diputados el informe sobre la fiscalización del Museo del Prado correspondiente al ejercicio de 2005. El Parlamento no ha estudiado aún este informe que fue aprobado por el pleno del Tribunal de Cuentas el pasado mes de octubre. En este documento se relata el análisis realizado sobre los procedimientos aplicados por el museo en la gestión y control de las obras de arte y se da cuenta de que “dentro del conjunto de obras catalogadas cuya titularidad corresponde al museo había un total de 926 cuya existencia y titularidad se conocen por medio de los inventarios históricos, pero se ignoraba su localización”.

Esta situación ha tenido como consecuencia que la Fiscalía del Tribunal de Cuentas haya puesto en manos de la Fiscalía General del Estado el asunto para depurar las posibles responsabilidades penales, como aparece reflejado en la memoria de esta última. Hasta el momento, la Fiscalía General del Estado no se ha dirigido al Museo del Prado para recabar más información ni ha designado un fiscal para el caso.

Aunque es inútil hacer una valoración de las obras que no se logran localizar, baste decir que hace años una de las que se creía perdida tuvo un precio de salida en una subasta de 27.000 euros. Lienzos de autores incluidos en el listado de obras que no aparecen, como Carlos de Haes, han alcanzado precios de entre 20.000 y 45.000 euros en subastas recientes. De otros no se encuentra apenas obra a la venta en el mercado, por lo que, por su excepcionalidad, la valoración es más difícil. Por ejemplo, no se localiza una obra de Casado del Alisal, que es el autor del gran óleo que decora el salón de plenos del Congreso de los Diputados, que representa el juramento de las Cortes de 1810 en la Iglesia Mayor de San Fernando (Cádiz) y uno de los pintores encargados de decorar la basílica de San Francisco el Grande en Madrid.

En la institución a cuyo frente se encuentra el fiscal general Cándido Conde-Pumpido han constatado que en 1978 se iniciaron unas actuaciones sobre un conjunto de obras del Museo del Prado que no estaban localizadas. La investigación de la Fiscalía en esos años, que contó con la colaboración del Museo del Prado, supuso la revisión del inventario y la localización de las primeras obras. El asunto quedó pendiente en 1980 de que finalizara el trabajo de revisión del inventario y de localización de obras. Treinta años después, la culminación de los trabajos ha llevado a cerrar prácticamente una cifra de 926 obras sin localizar, lo que ha provocado que el Tribunal de Cuentas traslade el caso a la Fiscalía General del Estado.

Inventarios e informática

Estas 926 obras se refieren a 2007, ya que el sistema informático que gestiona el inventario no ofrecía la posibilidad de agrupar las obras no localizadas hasta ese año. Según consta en los inventarios, la mayoría de las obras en paradero desconocido forman parte de aquellas que el Prado mantenía depositadas en otros museos e instituciones. También hay un porcentaje importante de obras que desaparecieron durante acontecimientos bélicos e incendios, aunque no se ha podido certificar de forma fehaciente su destrucción. Finalmente, otra parte de estas obras consta en los inventarios de colecciones como la del Museo de la Trinidad, que se adscribieron al Prado, aunque no existe constancia de que la mayoría de esas obras llegaran a ingresar efectivamente en el Prado, explican los responsables de este museo. La colección del Prado está formada por unas 7.600 pinturas, 1.000 esculturas, 3.000 estampas y 6.400 dibujos. De ellas, alrededor de 3.100 obras, sobre todo pinturas y esculturas, forman parte del llamado Prado disperso, en depósito en otras instituciones y museos.

Pero ni los incendios ni las guerras explican todas las desapariciones. En 1915 se produjo un incendio en el edificio del Tribunal Supremo y el Colegio de Abogados de Madrid donde resultaron quemadas o perdidas 51 pinturas de las 106 que el museo tenía depositadas en ese edificio. Casi 80 años después, en 1994, una de las obras que se creía convertida en cenizas fue descubierta en el catálogo extraordinario de Navidad de la sala de subastas Durán, de Madrid, con un precio de salida de 4,5 millones de pesetas. Se trataba de Abraham y los tres ángeles del pintor del siglo XVII Juan Antonio de Frías y Escalante. La Policía requisó el cuadro, que fue devuelto al Prado.

En algunos casos, el Estado ha indemnizado al dueño con el precio de salida de subasta, al considerar que se trata de compradores de buena fe muchos años después de la desaparición. De hecho, había referencias de que había aparecido en el mercado madrileño en 1970. Otra pintura que figuraba como desaparecida en ese incendio, El rey godo Alarico, de Carlos María Esquivel, fue localizada en 2003 en los almacenes del museo de Segovia y se encuentra expuesta en el Congreso de los Diputados desde 2006.

También se encontraba desaparecido El arco del rey Casto, de José Uría, de 1887. El cuadro había desaparecido del Gobierno Civil de Barcelona donde estaba depositado desde 1904 y apareció en una casa de subastas en 1980. Hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo.

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