Necesitamos tiempo

26 / 01 / 2018 Jesús Maraña
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El periodismo es el único sector que ha afrontado las crisis recortando su único valor: la información y los profesionales.

Cuando un medio informativo echa el cierre suelen acumularse análisis sobre las causas, y en ellos abundan a menudo los balones fuera combinados con unas gotas de autocrítica. Si además se pide a exdirectores de la publicación dar su opinión, existe el riesgo de que cada cual observe su etapa como inmaculada y exitosa, un rosario de exclusivas y una curva de difusión disparada. La tentación de autobombo es constante en esta hoguera de vanidades en la que arde el periodismo.

Por supuesto que los tópicos al uso están cargados de verdad en alguna medida: la caída del papel, la revolución digital, la crisis económica, la aún más aguda crisis publicitaria... Todos estos factores suman, y en el caso de un semanario político y de investigación ya hace décadas que sufrió la dura competencia de los suplementos de los diarios. Y en España, que no se olvide, nacieron cojas las revistas de este tipo en comparación con sus parientes de otros países. Mientras Newsweek o Time siempre tuvieron una mayoría de lectores que eran suscriptores y recibían en sus casas la revista, en España ha sido muy cara y lenta la distribución de periódicos, que llegaban por correo a un domicilio cuando el suscriptor ya era el último de su bloque en conocer las noticias.

Todos los errores y obstáculos suman desde el pasado lejano hasta el inmediato presente si se buscan las causas de un final indeseado. Sin duda los periodistas tenemos una enorme responsabilidad por no haber sabido interpretar en su momento el significado y las posibles consecuencias de la aparición de Internet. Por haber sucumbido a la presión empresarial que da prioridad absoluta al resultado a corto plazo, aunque los métodos para lograrlo consistan en excavar, palada a palada, la tumba del negocio. Porque habrá que escribirlo negro sobre blanco: el del periodismo es el único sector que ha afrontado las épocas de crisis recortando su único valor, su materia prima, es decir la información y los profesionales que la manejan con el compromiso de no adulterarla. A ningún frutero se le ocurre reflotar su tienda renunciando a la mitad de las frutas o dejando en el escaparate unas cuantas piezas podridas. A ningún panadero se le pasará por la cabeza superar las bajas ventas ofreciendo el pan más duro. Pero en el panorama mediático español la principal respuesta a una crisis compleja ha consistido en recortar contenidos y reducir plantillas.

Así que no nos cansemos de hacer autocrítica, empresarios y periodistas, cuanto más arriba en el escalafón y cuanta más precariedad laboral hayamos consentido por abajo, más culpas deberíamos asumir. Pero no se escondan tampoco los gurús que llevan veinte años explicando lo que hay que hacer, fracaso tras fracaso, ellos que tanta responsabilidad tienen sobre aquella ecuación tan falsa como letal y tan difícil de superar: “Comunicación = Periodismo, Internet = gratuidad”. Esa fórmula, que hizo de oro a unos cuantos, es fábrica de amarillismo y de noticias falsas, y se cargó (junto a los errores propios) el único patrimonio del buen periodismo: la credibilidad. En papel o digital, lo mismo da.

Vivimos ahora en ese fango, y en una ebullición permanente. Necesitamos tiempo para salir del barro, para reivindicar honestamente el carácter imprescindible del buen periodismo en una democracia sana. Sepan los ciudadanos que ellos, nosotros, todos somos responsables. Como escribía Jordi Évole tras anunciarse el cierre de Tiempo e Interviú: “Nos hemos desacostumbrado a pagar por la información”. Y la información contrastada, útil para la comunidad y para controlar a los poderes, no es gratis. Como la fruta o el pan. Necesitamos Tiempo.

*Jesús Maraña, director editorial de Infolibre, fue director de Tiempo de 2005 a 2007.

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